jueves, 10 de mayo de 2018

NADA ES COMO PARECE, MUCHO MENOS COMO TE LO CUENTAN || La verdadera historia del mayor impostor de los últimos tiempos | Blog Elemental | EL PAÍS

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La verdadera historia del mayor impostor de los últimos tiempos

En 'La sangre no miente' Walter Kirn relata su inmersión en el mundo de engaños y falsas identidades del que fuera su amigo Christian Karl Gerhartsreiter, alias Clark Rockefeller

Christian Gerhartsreiter durante el juicio.

Christian Gerhartsreiter durante el juicio.  GETTY 





La sangre no miente, Walter Kirn (Destino, traducción de Aleix Montoto) es la historia de un escritor fascinado por la personalidad de un impostor, de un periodista que no hizo su trabajo durante mucho tiempo y que convierte el libro en su redención y en un relato tenebroso de los límites de la impostura. Walter Kirn (Akron, 1962) conoció a quien por aquel entonces se hacía llamar Clark Rockefeller en una rocambolesca historia de donación de perros en condiciones penosas. Sí, porque el relato, al más puro estilo True Crime americano, empieza con Kirn llevando a una perra inválida por las carreteras de EE UU hasta la casa neoyorkina del supuesto Rockefeller, que le va a dar al animal una vida mejor.
El libro se inicia y sigue así, con Kirn de protagonista y Christian Karl Gerhartsreiter, alias Clark Rockefeller, alias Chip Smith, en un inquietante segundo plano. No se entiende muy bien el por qué de esta apuesta excesiva del autor por la primera persona hasta que sin más dilación nos lleva en el capítulo dos al juicio por asesinato contra Gerhartsreiter y entramos de lleno en el caso.
Pero, vayamos por partes. ¿Quién fue este tipo? Un farsante de primera. Alemán que no llega a EE UU hasta los 15 años, Gerhartsreiter se hace pasar por distintas personas, cada vez más complejas, cada vez más arriba en la escala social. Puede hablar inglés con acento británico cuando se hace pasar por un descendiente de un lord y con acento neoyorquino si es lo que toca. Puede convencer a propios y extraños con sus fantásticas fabulaciones. Puede ir engrandeciendo sus creaciones, perfeccionándolas con lo que toma de la literatura, su gran pasión. Pero llega un momento, cuando disfruta de su estatus Rockefeller, en que se pasa de frenada y se descubre que en el jardín de la casa donde vivió diez años antes estaba el cadáver descuartizado del hijo de su casera. Y hasta aquí vamos a contar.

Mejor que un espía

Hay momentos maravillosos como cuando se ve que en realidad Gerhartsreiter es un actor frustrado, rechazado por el teatro más insignificante pero adorado, en cambio, por quienes desde Wall Street ponen su dinero en sus manos. O cuando el coronel Rayermann, amigo del hombre asesinado por Gerhartsreiter, experto en ovnis y con decenas de condecoraciones lo describe como un individuo con aptitudes de espía de primer nivel a pesar de no haber sido nunca entrenado en esas lides.
Hay otro aspecto fascinante del relato y es la relación del autor con el farsante y su reacción cuando se da cuenta de que ha sido una víctima más de este impostor de película, de quien durante años fue amigo, le perdonó deslices y le creyó mentiras evidentes. Disfrutaba de su compañía. Su ego, sus delirios clasistas y su adicción al metilfenidato, contada con toda crueldad, le llevaron todo el tiempo el camino equivocado.
El autor, responsable de la brillante Up in the air, periodista de gran prestigio en EE UU y licenciado con honores en literatura en Princeton se muere de rabia cuando se da cuenta de que bebía los vientos por estar con un tipo que se codeaba con lo mejor de la Ivy League cuando el único que había estado en una universidad de ese nivel era él.

Por el camino de la redención

Pero siempre hay una redención para quien ha capitulado ante un príncipe de latón. “Un escritor es alguien que te dice una cosa para algún día poder decir a sus lectores otra: lo que estaba pensando pero no dijo o lo que debería haber pensado de haber sido más sabio”, asegura Kirn. “La inmunidad literaria que había concedido a la criatura más extraña que hubiera conocido nunca había supuesto una violación de mi juramento de narrador. Los escritores existen para aprovechar figuras como esa, no para salvarlas. Nuestra obligación es para con la página, no con la persona”, continúa en su proceso redentor.
Se crean o no sus intenciones, el libro es un relato vivo y medido de una historia turbia y fascinante a partes iguales. Se arrepintiera o no de sus connivencias con la bestia, Kirn nos ha regalado un relato de primer orden. La sangre, a veces, miente.
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Autor: Walter Kirn.
Editorial: Ediciones Destino (2018).
Formato: versión kindle y tapa blanda (256 páginas)

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