sábado, 26 de mayo de 2018

Coetzee: “Si en el futuro la historia se repite, nos equivocaremos tanto como nuestros ancestros” | Cultura | EL PAÍS

Coetzee: “Si en el futuro la historia se repite, nos equivocaremos tanto como nuestros ancestros” | Cultura | EL PAÍS

Coetzee: “Si en el futuro la historia se repite, nos equivocaremos tanto como nuestros ancestros”

El Nobel sudafricano aterriza en la Feria del Libro de Madrid para presentar 'Siete cuentos morales'



El premio novel de literatura sudafricano John Maxwell Coetzee, este sábado en Madrid.

El premio nobel de literatura sudafricano John Maxwell Coetzee, este sábado en Madrid.



El primer avistamiento de John Maxwell Coetzee (Ciudad del Cabo, 1940) tuvo lugar en la sala de desayuno del hotel Wellington. El tipo que lo avistó ayer era otro escritor. Un escritor tatuado, fan por igual de P.G. Woodehouse y Stephen King: Kiko Amat. "He tardado en darme cuenta de que era él", admitía más tarde, en la caseta de su editorial, Anagrama, mientras sella un ejemplar de su última novela, Antes del huracán. "No es la clase de escritor que me entusiasma", confesaba, algo más allá, Ignacio Martínez de Pisón, ignorando, con disimulo, la larga cola, que se aleja por detrás de las casetas, que tiene su compañera de firmas: Almudena Grandes.
Y es que, si la protagonista de la primera jornada oficial de la 77ª Feria del Libro de Madrid fue la irritabilidad atmosférica –el aguacero, los rayos, los truenos y el consecuente lamento del librero ante el desierto de clientes–, el de la segunda fue el entusiasmo desmedido del lector, y la lectora, ante un intermitente sol de justicia, y la sensación de que en el Retiro no faltaba nadie. Ni el probable primer Nobel rumano Mircea Cartarescu, que despachaba al abundante enjambre de amantes de las lisérgicas, kafkianas y tristes desventuras del escritor fracasado que protagoniza Solenoide (Impedimenta), con sonrisas y garabatos, mientras a su lado, su editor, Enrique Redel, aseguraba que su querido autor –que ya ha visitado tantas veces Madrid que hasta tiene un pub irlandés favorito– admira tanto a Coetzee como Coetzee le admira a él. "Es cierto", decía Mircea. Decía algo relacionado con la Akademie Schloss Solitude de Stuttgart. Que coincidieron allí o que ambos pasaron por ella. También, que su libro favorito de Coetzee es Los días de Jesús en la escuela, evidentemente.
Y así, mientras un enorme muñeco de espuma que es en realidad un tipo disfrazado de El Capitán Calzoncillos, el divertidísimo personaje infantil creado por David Pilkey, aterra a una niña, Jorge Herralde y su mujer, Lali Gubern, se detienen ante la caseta de Libros del Asteroide para interesarse por la reedición de Una noche con Sabrina Love, de Pedro Mairal, novela que su editorial, Anagrama, publicó hace "25 años". Herralde lleva bajo el brazo un ejemplar de El hombre que estuvo allí, del clásico del periodismo deportivo George Plimpton. Lali aclara que él y Herralde se conocieron, hace demasiado, en Nueva York. No, ninguno de ellos sabe nada de Elashow, la niña de nueve años que ha superado en colas a Grandes. Tampoco de Coetzee, que decidió inaugurar su pequeña gira por nuestro país (después de Madrid visitará Bilbao y Granada) en el Espacio Fundación Telefónica, con una charla con la editora argentina Soledad Constantini. Su sello, El Hilo de Ariadna, es el responsable –junto a Literatura Random House– de que Siete cuentos morales, el último libro del autor de Desgracia, haya llegado antes que a ninguna parte a España, y Argentina. Dijo Coetzee, americana oscura, camisa blanca, muñequera gris, que elegir no publicar en inglés era "un gesto", parte de su "distanciamiento" de un idioma en cuya visión del mundo no cree. "El peligro de que el inglés se convierta en un idioma global es que las opiniones que ese idioma tiene sobre el mundo también lo serán, y eso no es en absoluto bueno", dijo.
Recordó, el creador de la a menudo arrogante Elizabeth Costello, la escritora australiana "que algunos de mis lectores creen que existe", pues "así llega a veces a perder el control sobre sus personajes el autor", que durante años, lo único que quiso ser fue matemático. Pero que cuando se dio cuenta de que su mente "empezaba a funcionar como la de una máquina", lo dejó. Por otro lado, "tampoco era tan inteligente".
En cualquier caso, aunque le disgusta el modo en que Estados Unidos ejerce un excesivo control cultural sobre el mundo –el escritor aborrece su agresividad política desde la era Bush Jr.–, agradece los años que pasó en Texas, porque allí descubrió a Samuel Beckett. Y no, no es un escritor cristiano, aunque le apasiona la figura de Jesús. El Jesús que Pier Paolo Pasolini retrató en El Evangelio según San Mateo, un Jesús, "salvaje, intenso, un hombre frágil".
Preguntado sobre la posibilidad de que la sociedad en la que vivimos necesite de una terapia freudiana, el escritor aseguró que, sí, que puede que nuestros antepasados hicieran cosas horribles, pero "si en el futuro la historia se repite, nos equivocaremos tanto como ellos", así que "lo mejor que podemos hacer es olvidarnos de todo el daño que se ha hecho y seguir con nuestras vidas".

‘FARIÑA’, EN UNA JAULA

Alberto Sáez quería meter uno de los dos ejemplares de Fariña que ha traído consigo en una jaula. Porque quería dejar claro que esta edición de la Feria no es igual a ninguna otra. Y no lo es porque hay un libro secuestrado. "Tenemos un libro que no podemos vender", dice. El editor de Libros del KO cruza los dedos para que el 30 de mayo la Audiencia Provincial lo libere. Es ese día en que debe resolverse el recurso de apelación que presentaron. "Si no, tendremos que esperar hasta el 21 de junio, que es cuando se celebra el juicio", dice. En cualquier caso, el daño ya está hecho. "En la época en la que más se podría haber vendido, el libro no ha podido venderse", asegura. Pese a todo, el libro va por su décima edición. De ésta, se imprimieron 25.000 ejemplares, "y aún nos quedan 8.000", que serán los que se pondrían a la venta el mismo 30 de mayo, si la Audiencia fallara a su favor.

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