lunes, 16 de abril de 2018

DE LA UNIÓN A LA DESUNIÓN SOVIÉTICA :: El cosmonauta que despegó soviético y aterrizó ruso | Cultura | EL PAÍS

El cosmonauta que despegó soviético y aterrizó ruso | Cultura | EL PAÍS

El cosmonauta que despegó soviético y aterrizó ruso

La hispanoamericana 'Sergio & Serguéi' cuenta a través de la amistad entre tres radioaficionados el derrumbe del mundo comunista en 1991

Héctor Noas (izquierda), que encarna al cosmonauta soviético, y Ernesto Daranas, el director de la película, en el rodaje de 'Sergio y Serguéi'. / Tráiler de la película.



Se llama Serguéi Konstantínovich Krikaliov, y despegó en una Soyuz el 19 de mayo de 1991, cuando su país se llamaba Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Aterrizó el 25 de marzo de 1992 en Rusia. Entre medias la extinta URSS sufrió un golpe militar, se disolvió, el bloque comunista se disolvió... Y Krikaliov seguía dando vueltas en la estación espacial MIR. No por placer, ciencia o por una misión a completar. Abajo, en la Tierra no había dinero para rescatarle ni una jerarquía que supiera qué hacer. Ese héroe a su pesar es uno de los integrantes del triángulo protagonista de Sergio & Serguéi, película hispanocubana dirigida por Ernesto Daranas, que encontró el germen de la historia en "un viejo noticiario de la televisión cubana, donde presentaban a Krikaliov como el último héroe soviético".
El resto de esta película, que llega a las salas españolas el próximo viernes 20 tras pasar el domingo por el concurso del Festival de Málaga, es invención, una ficción escrita por Daranas, que usa la radio para unir a un profesor de marxismo en La Habana, testigo de la deriva del Gobierno de su país, que gracias a las ondas recupera el contacto con un amigo estadounidense de su padre. Ron Perlman da vida a este americano, engranaje incómodo en el sistema capitalista, y cansado de una lucha vital. Y finalmente gracias a esa radioafición, el cubano se comunica por casualidad con un cosmonauta soviético abandonado en una MIR decrépita, "sin glamur", apunta el director. "Como tampoco lo había en nuestras vidas, marcadas por la intolerancia, el dogmatismo, la resignación y la pobreza".
En Sergio y Serguéi hay tragicomedia del absurdo, nostalgia ridícula -de manera consciente por el director- según qué personajes de pasados que suenan a heroicos cuando alrededor el paradigma cambia. Físicamente nunca se verán, aunque se oyen y se confiesan con la confianza que da saber que a miles de kilómetros de distancia otro sufre las mismas sensaciones. La película se ha rodado entre Cuba y España, y aquí entra Ron Perlman, actor de legendaria carrera: desde Cronos a El nombre de la rosa, pasando por el Hellboy de Guillermo del Toro o Alien: Resurrección, y actualmente enlazando un proyecto tras otro de televisión. Perlman es además uno de los productores del filme. "Llevo unos años con el mismo ritmo de trabajo. Dedico cuatro o cinco meses a una serie, como Hijos de la anarquía, La mano de Dios o StartUp, y así me quedan siete meses para hacer lo que quiera, para centrarme en pequeños proyectos independientes como este Sergio y Serguéi", cuenta el neoyorquino, que el pasado viernes cumplió 68 años.
"Rodar hoy en Cuba es una fruta prohibida, una tentación difícil de rechazar para un estadounidense como yo, que piensa que un payaso nos gobierna desde la Casa Blanca"
Pero, ¿por qué una película cubana? "Primero porque hace 25 años me arriesgué a rodar un pequeño largometraje mexicano con un chaval que se convirtió en uno de mis mejores amigos. Era Cronos, de Guillermo del Toro. Me enseñó las increíbles posibilidades del mundo latino. Después, porque me atraía encarnar a un personaje que apenas se mueve de su silla". Perlman recuerda su edad, su largo pasado de papeles violentos, luchadores, "que iban de pelea en pelea". Entre risas aclara: "Toca descansar". Y finalmente, confiesa: "Rodar hoy en Cuba es una fruta prohibida, una tentación difícil de rechazar para un estadounidense como yo, que piensa que un payaso nos gobierna desde la Casa Blanca. Quiero que la gente vea la película como un aviso para que mantengan la vigilancia sobre lo que ocurre en la actualidad. Las peleas, los nacionalismos se acaban cuando recordamos que somos seres humanos y que, como a este trío, nos puede unir la fraternidad humana".

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