lunes, 12 de febrero de 2018

TODO FLUYE EN EL AIRE || Del libro a la nube | Cataluña | EL PAÍS

Del libro a la nube | Cataluña | EL PAÍS

Del libro a la nube

Doce artistas revisan con sus obras la idea de biblioteca en el Arts Santa Mònica

La instalación 'Data Biography' de Clara Boj y Diego Díaz, en el Arts Santa Mònica.

La instalación 'Data Biography' de Clara Boj y Diego Díaz, en el Arts Santa Mònica.



Eduardo Mendoza, premio Cervantes 2016, cuenta que no tiene biblioteca ya que acostumbra a deshacerse de todos los libros que lee y muchos de los que no ha leído de los que tiene un mal pronóstico, porque siempre ha vivido de un lado para otro y se ha tenido que desprender de lo prescindible: la vajilla y los libros. Otro Premio Cervantes, el argentino Jorge Luis Borges, escribió en 1941 uno de sus famosos relatos en los que hablaba de la Biblioteca de Babel, un compendio infinito donde se almacena (o se intenta) todo el conocimiento en un mismo espacio. Entre la inexistente de Mendoza y la utópica de Borges existen muchas bibliotecas, ya que todo el mundo acaba formando una en la que reúne sus libros preferidos, sea por lo que cuentan y explican o por sus bellas cubiertas, encuadernaciones o ilustraciones; unos libros que acaban dando personalidad a quien los posee. Son bibliotecas tan diversas como personales. Lo mismo que las que pueden verse en la exposición Bibliotecas insólitas (que pueden verse en el Arts Santa Mònica de Barcelona después de presentarse en La Casa Encendida de Madrid, el otro centro que coproduce la muestra en 2017) en la que una docena de artistas de la mano de la comisaria Gloria Picazo, interpretan el concepto de biblioteca y ofrecen una serie de propuestas sorprendentes, alternativas y divertidas de estos paraísos de los libros.
Como ocurre con las bibliotecas personales, las propuestas por los artistas seleccionados por Picazo —Ignasi Aballí, Fernando Bryce, Iñaki Bonillas, Antònia del Río, Enric Farrés, Dora Garcia, Javier Peñafiel, Juan Pérez Aguirregoikoa, Francesc Ruiz y Oriol Vilanova, entre ellos—, por su interés por el libro y los archivos como fuente inagotable de sabiduría y las ediciones de artistas, son bien diversas.
Cada uno ha diseñado su propio espacio expositivo en el que se muestran ediciones de cada propias, libros de referencia, dibujos e incluso objetos personales, por lo que cada presentación es una obra en sí misma. Vilanova, conocido por su enorme colección de postales, muestra los catálogos de empresas y de objetos editados desde finales del siglo XIX que ha reunido en sus visitas a encantes y mercados de viejo en un expositor metálico de planos que el visitante puede ir abriendo. Ignasi Aballí expone en la pared, como si fuera un díptico, dos páginas de dos libros en los que aparece la palabra “prólogo” y “epílogo”. Iñaki Bonillas reúne en una biblioteca libros de varios autores, filósofos, artistas, políticos o músicos, y las imágenes de sus frentes, normalmente, despejadas, si no calvas. Francesc Ruiz interviene también en la biblioteca de la Escola Elisava haciendo que las imágenes de hojas y plantas de una revista acaben invadiendo todas las estanterías. Fernando Bryce utiliza documentos oficiales y artículos de prensa sobre el canal de Panamá, mientras que Dora García muestra todos los libros que ha creado que incluye una serie de carteles con frases realizadas en pan de oro. En otros invita al visitante a que se lo lleven a casa con títulos como Steal this book (Robe este libro), mientras que Antonia del Río elabora una biblioteca a partir de los ejemplares del expurgo.
La biblioteca de Iñaki Bonillas de autores con frente despejada o calvos.
La biblioteca de Iñaki Bonillas de autores con frente despejada o calvos.
La instalación que está más cerca de esa biblioteca ideal es la de Clara Boj y Diego Díaz: Data Biography en el que han reunido toda la información generada con sus teléfonos móviles a lo largo de un año en la biblioteca digital de sus aparatos. Tras recuperarla e imprimirla, han generado más de 40.000 páginas que día a día, mes a mes, son el reflejo de todo lo que se han ido guardando en la nube, pero hecho obra de arte.
Picazo, además, ha reunido ediciones de artistas singulares para la comisaria de las décadas de los sesenta y setenta de gran valor, prohibidas, visitadas solo por bibliófilos. En la Reserva de Bibliotecas insólitas se hallan reunidas ediciones de aquellos artistas que en la década de los sesenta y setenta contribuyeron con sus propuestas a dar un nuevo rumbo a las ediciones especiales como libros de Ed Ruscha, Lawrence Weiner, Dieter Roth, Sol LeWitt, James Lee Byars o Marcel Broodthaers. También de Valcárcel Medina, Concha Jerez o Eugènia Balcells. La muestra estará abierta hasta el próximo 23 de abril y su cierre coincidirá con la celebración de Arts Libris, la feria de libro de artista por excelencia.

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