miércoles, 11 de octubre de 2017

Y ME DOLIÓ LA TARDE

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el dispensador dice: sentía que caí la tarde, sentía que venía la noche, sentía que no había pendientes, ni respuestas sin sus puentes... había un verde sobresaliente, distancias sumergidas en silencios latentes... la emergencia ya no era emergente... divagué en la soledad de la lejanía resiliente... había andado mucho, quizás no lo suficiente, pero el cansancio que ganaba la espalda no era el mismo que acuciaba la mente... 
parecía un pantano pero sólo era eco de algún recuerdo vehemente... se anunciaba un otoño distinto, remolcando un verano reticente, la mochila está vacía y lo que quedaba fue entregado a aquellos que estaban envueltos por lo urgente... cuando las manos están vacías, es liviano mirar hacia el frente... 
¿sabes?, hay calles que a uno lo pierden... prefieres no caminarlas, por las dudas, no por los duendes... 
me zambullí en la estampida de pensamientos calientes, recordaba palabras pero los rostros se esfumaban entre penas y risas socarronas donde el espíritu es hoguera y donde el desprecio se escurre entre los barros del estanque donde el humanismo se pierde...
a veces el SOL te alcanza con su última estocada, bendiciendo lo que no ves de tu posible mañana...
a veces la LUNA te señala amaneciendo en concierto sin pentagrama, bendiciendo lo que no detectas de la noche ya pasada...
sólo me dolió la intención y la consiguiente puñalada... no hay honor cuando se ataca por la espalda... tomando por desprevenido a quien compartió el pan y el sudor de la batalla... pero justamente de eso se trata, ser calidad o ser discurso donde la convicción se consume según de quién se trata el que paga... el mejor postor quiebra la filosofía y secuestra el alma, y aquello que se vende no se recupera, cuando la consciencia se quiebra como rama...
vi la historia repetirse de tarde y de mañana, siempre mediante excusa debidamente injustificada... donde el argumento está hueco, no circula fluido ni savia, y al secarse el brote, es el extremo el que define lo que habla... no hay victoria en la batalla que se compra entre cuentos y relatos de hojas quebradas...
me dolió la tarde pero no dije nada...
¿para qué hablar si el que escucha tiene cerrada su esperanza?...
tomé mi motivo y el silencio se convirtió en llama...
no hacía falta agregar lo que se pierde cuando ya no hay más que espalda...
la puerta de hierro que solía pesar una tonelada, parecía ser liviana... se cerró sin chirriar la cerradura ni tampoco las bisagras... tal vez era una señal... o quizás no significaba nada... cuánts baldosas perdidas, cuánta desidia congelada...
descubrí el árbol estoico, con formas de humanismo a pura alma...
miré mis muñecas y vi las cadenas rotas... sin grilletes, las plantas liberadas... 
supe que el pasado se había ido, llevándose las letras de puño y alma... no faltaba nada... no sobraba nada... no había cuentas pendientes, ni deudas para ser saldadas... miré la herida de la espada y la suturé con la idea de aquello que no llega, porque todavía no nadie ha descrito el mañana...
rara la vida cuando el actor es alcanzado por la trama...
no es fácil la vida del artista cuando otros se han robado el escenario, el telón, el guión y la obra no sigue el hilo del mentor que la "hilvanaba"... nadie teje lo que muestra la hilacha... simplemente se rompe la tela y ya nada la emparcha...
rara la vida cuando lo sencillo es usado para crear un abismo donde ni siquiera había suelo, antes de la lanza envenenada... 
tomé el corazón fragmentado, recogiéndolo de la omisión de la conveniencia interesada... quedaba una pizca de arte en algún rincón de la geometría inesperada...
y no hizo falta más, para hacer fuego, sólo alcanza con la voluntad y la FE encendida entre una brisa y una rama. OCTUBRE 11, 2017.-
cuando me dolió la tarde, supe que había regresado la esperanza.
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Carmen Conde Sedemiuqse Esquimedes

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