lunes, 9 de octubre de 2017

LA MEMORIA DEL ÁRBOL || Afilada inocencia | Babelia | EL PAÍS

Afilada inocencia | Babelia | EL PAÍS

Afilada inocencia

Tina Vallès obtuvo del Premio Anagrama de narrativa en catalán con 'La memoria del árbol', una novela escrita desde el punto de vista de un niño. La autora sale airosa del difícil reto

Afilada inocencia




En una comida de amigos, el hijo de una de las comensales, un niño de 11 años, nos sorprendió con dos detalles. El primero fue que rechazara, con exquisita educación, las patatas fritas que le ofrecimos; en su lugar eligió un trozo de pan integral que había en la panera y exclamó: “¡Qué pan más bueno!”. El pan era realmente bueno, bastante bueno como para que un niño de su edad reparara en su calidad. El segundo detalle fue al filo de los postres. Cogió el corcho de una botella de vino que había en la mesa y nos preguntó a todos: “¿Veis este corcho?”. “Sí”, contestamos. “Pues miradlo bien, porque durará poco”. Y sí, duró una fracción de segundo ante nuestra mirada. Si cuento esta historia es porque trato de hacerme una idea de cómo hacer que un niño en una ficción diga o haga cosas desarmantes con una naturalidad no menos desarmante. Yo no podría hacerlo, desde luego. Pero la escritora Tina Vallès (Barcelona, 1976), a juzgar por lo leído en La memoria del árbol, lo hizo.
Leyendo esta novela surge la pregunta: ¿cómo hacer creíble el relato de un niño? Y ¿cómo hacer creíbles sus reflexiones, sus dudas y sospechas, inserto en un mundo de adultos? Jan es un niño de 10 años, a punto de cumplir 11. Vive con sus padres en Barcelona y sus abuelos. Éstos vivían en un pueblo, Vilaverd, antes de que el abuelo comenzara a dejarse olvidados esos pasos obligados que la rutina diaria hace imprescindibles. Tina Vallès deja que Jan se haga todas las preguntas que necesita para ir entendiendo su mundo familiar. Su interlocutor principal es el abuelo. Jan relata solo lo que ve. Pero también lo que sospecha que no le dicen. Estamos en la zona de sombra. Y es aquí donde Tina Vallès muestra su pericia y su delicado instinto narrativo para una historia de esta entidad. Pone en boca de Jan un descubrimiento esencial en su corta vida y no lo hace desde la malicia, como sucede en relatos parecidos, sino desde su afilada inocencia: “En la vida real no hay cartas de despedidas con frases escritas para emocionar”. Aunque no lo parezca, hay niños que pueden hacer este tipo de enunciados. El gran mérito de Tina Vallès es recordárnoslo.
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Autor: Tina Valles.
Editorial: Anagrama (2017).
Formato: eBook y tapa blanda (232 páginas).

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