viernes, 27 de octubre de 2017

LA MEMORIA COMO ÁNGULO || La recuperación de Roundhouse, un enclave histórico del rock británico | Cultura | EL PAÍS

La recuperación de Roundhouse, un enclave histórico del rock británico | Cultura | EL PAÍS

La recuperación de Roundhouse, un enclave histórico del rock británico

Jane Beese, la directora musical de la institución cultural, participará en las jornadas del festival BIME de Bilbao

La recuperación de Roundhouse, un enclave histórico del rock británico




La Roundhouse, en el barrio londinense de Chalk Farm, nunca había estado tanto tiempo en activo. A mediados del siglo XIX, el edificio funcionaba como tornamesa ferroviaria y más tarde fue bodega. Abandonado antes de la Segunda Guerra Mundial, en 1966 el dramaturgo Arnold Wesker reabre un equipamiento donde se escenificará la transgresora Oh! Calcutta! La noche inaugural, el 15 de octubre, se lanza el periódico contracultural International Times con las actuaciones de Pink Floyd y Soft Machine, la presencia de Mick Jagger y Marianne Faithfull, Yoko Ono o Paul McCartney. La Roundhouse será enclave esencial en aquellos días gozosos y turbulentos, templo para quienes rehúyen una sociedad caduca y gris. Entre otros, actúan The Doors con Jim Morrison, Black Sabbath, David Bowie, Rolling Stones o Jimi Hendrix. En los setenta tiene lugar la Greasy Trucker Party, con la música de Hawkwind, y más importante, el primer concierto europeo de Ramones, hito fundacional para el punk británico. En 1983, los problemas financieros obligan al cierre.
"Cuando de joven vivía en Camden Town, la Roundhouse era una cáscara vacía’’, recuerda Jane Beese, actual directora musical de la institución y que participará en las jornadas profesionales del festival BIME de Bilbao. ‘’Hasta que nuestro patrocinador Torquil Norman la compró en 1996 y devolvió este espacio cultural a la ciudad. Uno de sus objetivos era ofrecerla a una nueva generación. Se reconfiguró el espacio principal y se puso en marcha un estudio que consta de veintidós espacios distintos, con tecnología punta, al que puede acceder cualquiera entre los once y los veinticinco años, no importa su procedencia geográfica. Una vez se ingresa en el programa del Roundhouse Trust, abonando veinte libras de matrícula, puedes alquilar espacios para componer, ensayar con tu banda o practicar como DJ. También puedes unirte a un proyecto educativo en tres áreas: musical, alocución e interpretación, y tecnología digital, incluyendo una emisora de radio en Internet. En los últimos años, una treintena de alumnos se han incorporado a la BBC. Todo un éxito’’.
La autofinanciación del renovado edificio, descrito en los setenta como ‘’un garaje caluroso y sórdido’’, se nutre del alquiler de espacios y los ingresos del bar, además de donaciones privadas. Desafortunadamente, consecutivos gobiernos británicos han apartado la música y el arte de los programas educativos, invalidándolos como carrera universitaria. ‘’Los británicos nunca hemos apreciado nuestro potencial cultural, y no se anima a los jóvenes a dedicarse a ello’’, lamenta Beese, en cuyo currículo destacan sus años en el Southbank Center y el festival Meltdown. El Roundhouse Trust ofrece una alternativa a esta situación y, pese a no estar homologado como programa educativo, constituye un espacio donde los jóvenes pueden descubrir y practicar su creatividad. Aspiren a trabajar en una emisora, una agencia de contratación, o a ser creativos en la industria musical, se les inculca confianza en si mismos. La oferta es amplia, ‘’pues detrás de un músico están un representante, un ejecutivo discográfico, un publicista, un abogado. En nuestros locales los jóvenes pueden aprender esos otros oficios, pues no todos tendrán éxito como músicos’’.
La transformación que en la última década ha sufrido la industria musical a manos del gratis total que propició Internet ha favorecido exponencialmente a la música en vivo. Beese confirma que las cifras siguen aumentando en el Reino Unido, pues el público reconoce en los conciertos y festivales una experiencia por la que merece la pena pagar ahora que los discos sobreviven como anticuados fetiches. Sin embargo, esa misma gratuidad de la música se ha convertido en un obstáculo para los nuevos talentos. ‘’Recientemente una artista me confesó que solo podía ocupar una pequeña porción de su tiempo componiendo’’, desvela Beese. ‘’El resto lo ocupa en buscar actuaciones y atender las redes sociales. Nuestra labor consiste en darles un respiro a esos artistas jóvenes para que tengan tiempo de crear, componer música, diseñar portadas, en vez de estar ocupados siendo sus propios empresarios’’.
La participación de Beese en las jornadas del BIME se centrará en la importancia de una sala de conciertos como espacio cultural consciente de su entorno. ‘’Soy afortunada al trabajar en una institución volcada en la comunidad, con muchas conexiones locales, que además fomenta el desarrollo de talentos’’, concluye. ‘’Es ahí donde está nuestro futuro’’.

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