Feminismo pop
Elisa McCausland esquiva en 'Wonder Woman' el lugar común y cuestiona las ideas recibidas
Inventor de la máquina de la verdad, psicólogo, convencido supremacista femenino con afinidades BDSM y anfibio cultural entre la Academia y las zonas menos prestigiadas de la cultura popular, William Moulton Marston tenía madera de personaje de novela, pero en manos de Elisa McCausland se ha transformado en punto de partida de un ensayo apasionante, crónica de la infiltración de un liberador pensamiento utópico feminista en el seno de un cómic de superhéroes nacido, en principio, para la propaganda y prioritariamente adscrito a la exaltación viril.
Marston creía firmemente en el poder de la cultura popular para educar al público en un pensamiento progresista enfrentado a la ideología dominante de los grupos editoriales. La génesis de Wonder Woman supone, pues, un fascinante caso de estudio. McCausland lo cuenta con pasión y el conocimiento de causa de una voraz lectora de comic-books. Su texto sigue el viaje del personaje hasta nuestros días, detallando la erosión de sus sentidos, su apropiación como icono por parte del feminismo de Gloria Steinem, los cismas que provocó dentro del movimiento y su trascendencia final como arma ideológica. El modo en que la autora aborda la figura de Fredric Wertham, gran inquisidor de los cómics en los cincuenta, es un buen ejemplo del modo en que este ensayo esquiva el lugar común y cuestiona las ideas recibidas.
Wonder Woman. El feminismo como superpoder. Elisa McCausland. Errata Naturae, 2017. 304 páginas. 19 euros
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