sábado, 8 de julio de 2017

EL DÍA DE LA VENTANA || 'El rostro del tiempo', de Imma Turbau: Historias de amor | Babelia | EL PAÍS

'El rostro del tiempo', de Imma Turbau: Historias de amor | Babelia | EL PAÍS

Historias de amor

Imma Turbau se confía en exceso a la fortuna que podría depararle el hallazgo de frases que tal vez parezcan “originales” en la historia de amor 'El rostro del tiempo'



Historias de amor



La lectura de El rostro del tiempo, de Imma Turbau, deja la impresión de que la autora se ha confiado en exceso a la fortuna que podría depararle el hallazgo de frases que tal vez parezcan “originales” o ingeniosas como la que arranca —y también cierra— la novela: “Son raras las ocasiones en que la vida te guiña un ojo y estás mirando”. Una historia de amor, protagonizada por un arquitecto que atraviesa una crisis de identidad, y que en su huida conoce a una dermatóloga recluida en una casa aislada donde veraneaba de niña para pintar “el rostro del tiempo”, ocupa la mayor parte del relato, repartiéndose el texto entre la puntillosa anotación del día a día —que incluye abundantes tiradas de contenido banal e intranscendente— y las conversaciones y confidencias mutuas, que versan sobre el tiempo, el ser, el destino o el amor, casi siempre rozando el galimatías.
Intercalada en esta historia de amor de Carlos y Carla se incluye la que relata un libro antiguo, cuyo estilo rezuma decadentismo provinciano y algunos de cuyos fragmentos se transcriben y comentan, lo que tampoco resulta muy estimulante para la lectura de El rostro del tiempo: “Fundirme en su carne, en su alma, diluirme en su bebida y esconderme tras sus pestañas. Intentar leer párpados cerrados, mover cosas voluminosas para hacerle un altar en la montaña sin esfuerzo aparente y que sea diosa sin saberlo. Intercambiarnos la sangre para llevarla siempre dentro y que no me pierda a mí”.
Finalmente, algo se va despejando, y en el tramo final de la novela se desvela un enigma familiar que enlaza la peripecia amorosa con el enfrentamiento cainita durante la Guerra Civil, y que narrado adecuadamente tal vez habría avivado la lectura de la novela. Pero esa historia —que cubre tres generaciones— se resume en una treintena de páginas y resulta demasiado esquemática. Tampoco convence la apresurada enseñanza existencial que remata El rostro del tiempo.


El rostro del tiempo. Inma Turbau. Navona, 2017 202 páginas. 18 euros

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