miércoles, 3 de mayo de 2017

EXPERIMENTO CRUEL Y LA CRUELDAD DEL EXPERIMENTO || “Corea del Norte es el experimento sociológico más cruel hecho nunca” | Cultura | EL PAÍS

“Corea del Norte es el experimento sociológico más cruel hecho nunca” | Cultura | EL PAÍS

“Corea del Norte es el experimento sociológico más cruel hecho nunca”

El premio Pulitzer Adam Johnson ahonda en ‘George Orwell fue amigo mío’ en el alto precio que pagan los habitantes de regímenes totalitarios



El escritor Adam Johnson, durante la entrevista en Berlín.

El escritor Adam Johnson, durante la entrevista en Berlín. 


Adam Johnson (Dakota del Sur, 1967) insiste a la fotógrafa en que se dé por vencida: no va a lograr una imagen favorecedora. Él no es fotogénico. Le sugiere como alternativa que vuelva de madrugada. En el momento en el que la zorra que cada noche merodea la zona orina sobre un foco incrustado en el suelo. Y entonces, con la vista hacia el lago berlinés Wannsee, retrate la luz humeante. Esa imagen sí que valdría la pena, dice medio en broma medio en serio el nuevo chico de oro de la literatura estadounidense.
Estamos en la Academia Americana de Berlín, a pocos metros del lugar en el que los nazis decidieron aplicar a los judíos lo que llamaron, en un cruel eufemismo, "solución final". Esta institución creada tras la guerra para mejorar las relaciones entre los dos países concede becas de seis meses a creadores de distintos ámbitos. Johnson es uno de ellos. En este idílico paraje de las afueras de la capital alemana, el multipremiado autor, a punto de cumplir los 50, recibe a EL PAÍS para hablar de su libro de relatos George Orwell fue amigo mío. “Cuando escribes, te aíslas y tienes tiempo para elevarte por encima de ti mismo. Pero eso no ocurre al hablar. Así que trataré de elegir bien las palabras para no sonar como un idiota”, avisa mientras la grabadora comienza a funcionar.
Es precisamente aquí, en Alemania, donde transcurre el texto que da nombre a la edición española del libro, traducido por Carles Andreu para Seix Barral. Se trata de un relato en el que un antiguo alcaide de una prisión de la Stasi y su perro, Prinz, descubrirán que el pasado siempre vuelve. Tras ahondar en el lado más oscuro de Corea del Norte en su exitosísima El huérfano, Johnson analiza los restos del desastre comunista que aún perduran de la antigua República Democrática Alemana (RDA). Parece tener una querencia especial por los regímenes totalitarios.
“En un sistema inhumano, todos pierden su humanidad. También los que prosperan y sacan provecho. Son momentos en los que cada persona se somete a pruebas durísimas a las que la mayor parte de la gente no tiene que enfrentarse”, asegura desde la elegante biblioteca, repleta de maderas nobles, de la Academia Americana.
Al intentar comprender a aquellos que delataron o torturaron, ¿no existe el peligro de llegar a justificarlos? “El riesgo real es vernos a nosotros mismos allí dentro. Y comprobar que en una situación similar, podríamos haber actuado como ellos”, responde.
En su nuevo libro, Johnson vuelve a Corea del Norte, que define como “el experimento sociológico más cruel hecho nunca en la Tierra”. “Es un sistema del que en realidad no sabemos nada. Todo allí funciona a base de rumores. En Pyongyang todo el mundo murmura. Da igual que sea mentira, porque al no haber certezas se vuelve real”. El asesinato del hermano del dictador Kim Jon-un en un aeropuerto de Malasia, le sorprendió por dos motivos. “Muestra que el líder se siente vulnerable. Pero además envía el mensaje de que, incluso fuera del país, te pueden matar. Están diciendo que no hay escapatoria”.
Sobre Donald Trump, Johnson se alegró de estar fuera de Estados Unidos el “día trágico” de su victoria. “Trump es el símbolo de que hay dos Américas. Pero creo que si sigue comportándose de una manera tan horrible acabará cayendo. Tiene la piel demasiado fina ante las críticas. El peor escenario es que ceda un poco; y se mantenga justo en el límite de lo que América puede soportar de un presidente”.
Johnson desarma por su amabilidad y sencillez. Figura en la reducidísima lista de autores bipremiados con el Pulitzer y el National Book Award. Entre tanto oropel, dice estar agradecido a unos galardones que le permiten dedicarse a su trabajo sin agobios para pagar la comida o la ortodoncia de sus tres hijos. Pero también conoce casos de escritores a los que los premios les destrozaron la vida.
“Recuerdo el día en que me llamaron con la noticia del Pulitzer. Mi mujer y yo estábamos en casa, mirando por las ventanas que dan a la bahía de San Francisco. Ella me dijo que le gustaba nuestra vida y que no quería cambiarla. Le dije que yo tampoco. Así que nos pusimos de acuerdo en fingir que aquello nunca había sucedido”.
En Datos interesantes, uno de los cuentos incluidos en George Orwell fue amigo mío, el personaje que recrea a su esposa se refiere a él mismo como “el mayor tarugo que jamás haya ganado un premio Pulitzer”. ¿Autobiografía o autoironía? El escritor ríe. “Todos podemos comportarnos como tarugos. O no enterarnos de nada, por ejemplo, cuando alguien tan cercano como tu esposa está pasando por una grave enfermedad”, añade. Sabe de lo que habla. En este relato llevó a la literatura el cáncer que sufrió su mujer.

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