miércoles, 11 de mayo de 2016

MEMORIA DE MARES OLVIDADOS ▲ Memoria de ciudad [06] >> Y… ¿dónde queda el Sáhara? >> Blogs EL PAÍS

Memoria de ciudad [06] >> Y… ¿dónde queda el Sáhara? >> Blogs EL PAÍS


Intentar mostrar la riqueza de la cultura saharaui. Ese es el objetivo de este espacio. Una cultura nacida de la narración oral, de los bellos paisajes del desierto, de las vidas nómadas y el apego a la tierra, de su origen árabe, bereber y musulmán, de sus costumbres únicas y de la relación con España que se remonta a más de un siglo. Una cultura vitalista, condicionada por una historia en pelea por la supervivencia desde 1975. Coordina Sukeina Aali Taleb





SOBRE LOS AUTORES

Sukina Aali-TalebHija del exilio, Sukina Aali-Taleb nació en Madrid por casualidad, de padre saharaui y madre gallega. Es miembro del grupo de escritores La Generación de la Amistad Saharaui y coautora del libro "La primavera saharaui, los escritores saharauis con Gdeim Izik", tras los acontecimientos de El Aaiún, en 2010. Periodista y profesora de Lengua Castellana y Literatura en institutos públicos de Madrid. Como no puede ser de otra manera, apoya al Frente POLISARIO en proyectos de ayuda a su pueblo, refugiado y abandonado a su suerte en Tinduf (Argelia), desde hace cuatro décadas.
Roberto MajánRoberto Maján, ilustrador. Le gusta decir que fue el último humano nacido en su pueblo; piensa que eso lo hace especial. Y que su abuela se empeñó en llamarle Roberto en memoria de Robert Kennedy asesinado cuatro días antes. En la época en que nació y se bautizó, el Sahara era español, en el mal sentido de la palabra. El lo sabía por las cartas que recibía de su tío Ramón, destinado allí en su servicio militar. Los sellos que las franqueaban prefiguraron el universo imaginario que tratará de recrear en las imágenes de este blog.
Bahia Mahmud AwahBahia Mahmud Awah. Escritor, poeta y profesor honorario de Antropología Social en la Universidad Autónoma de Madrid, natural de la República del Sahara Occidental. Nacido en los sesenta en la región sur del Sahara, Tiris, la patria del verso y los eruditos. Cursó estudios superiores entre La Habana y Madrid, donde reside. Pertenece al grupo de Escritores Saharauis en lengua castellana.
Willy VeletaWilly Veleta. Willy Veleta consiguió su licenciatura de periodismo de una universidad estadounidense (ahí queda eso) y ha trabajado en todos los canales privados de TV en España… de los que huyó cuando se dio cuenta de que querían becarios guapos. Ahora es profesor de periodismo en inglés y prepara su tercer libro, una novela sobre los medios.
Liman BoichaLiman Boicha. Se licenció en Periodismo en la Universidad de Oriente en Cuba. Después de una larga ausencia regresó a los campamentos de refugiados saharauis y durante cuatro años trabajó en la Radio Nacional Saharaui. Actualmente reside en Madrid. Ha publicado Los versos de la madera y ha participado en varias antologías de poesía saharaui: Añoranza, Um Draiga, Aaiún, gritando lo que se siente, entre otras. Forma parte del grupo poético Generación de la Amistad Saharaui y es miembro de la Asociación de Escritores por el Sahara-Bubisher.
Larosi HaidarLarosi Haidar. Tras el alto el fuego, se instaló en Granada, donde se licenció y doctoró en Traducción e Interpretación. Actualmente es profesor de esta misma disciplina en la Universidad de Granada y ha publicado varios trabajos relacionados con la cultura saharaui. También ha participado en varias antologías de poesía saharaui.




Memoria de ciudad [06]

Por:  06 de mayo de 2016
Guera
Ilustración de Roberto Maján
LA GÜERA Y EL BARCO DE AZÚCAR - Ali Salem Iselmu
Enterrada bajo la arena del desierto quedó la ciudad de La Güera y con ella desapareció su gente, cada uno huyó como pudo de su tierra bajo el fuego de la guerra y lo único que se ha mantenido erguido a pesar del siroco es el Barco de Azúcar, este barco yace hoy abandonado en medio de la soledad reclamando volver a su destino.
Con cierta nostalgia los saharauis recuerdan esta ciudad como una profunda cicatriz que se mantiene abierta en el corazón de cada uno.

Mirando al mar se encuentra la pequeña península de Cabo Blanco y en su extremo occidental se ven las paredes de las casas enterradas por la arena y dos guardias de la frontera vigilan de noche y día los restos de lo que fue La Güera. Por sus calles ya no hay transeúntes, ni comerciantes, ni mujeres, ni niños; todo se lo llevó el exilio y el tiempo. Sus peces y pájaros asombrados de tanta soledad abandonaron sus guaridas y con ellos desapareció el puerto de esta pequeña ciudad que servía para la llegada de muchos productos que se intercambiaban en la frontera con Mauritania.
La Güera sufrió el ataque del ejército mauritano en 1975, cuando este país decidió ocupar la parte sur del Sáhara Occidental, la población resistió en sus casas y luchó por cada metro de la ciudad, pero al final todos los habitantes salieron a pie con las pocas pertenecías que pudieron llevarse con ellos y con el apoyo de los guerrilleros saharauis pudieron llegar a la frontera con Argelia y salvar sus vidas.
Treinta y cinco años han pasado y allí se mantienen los restos de una ciudad que sirvió de punto de encuentro en la frontera y sigue reclamando ser reconstruida y habitada por sus pobladores, pero hasta hoy nadie se acuerda que allí tenemos varios kilómetros de mar y un trozo de territorio liberado que nos permite soñar cerca del Océano Atlántico y enseñarle a las nuevas generaciones una pequeña parte de su tierra que tiene agua, peces y barcos abandonados.
Parece que hemos sufrido la amnesia de la historia, permitiendo al tiempo engullir una parte preciosa de nuestra tierra dejando al Barco de Azúcar abandonado a su suerte, mientras el siroco va ganando metros cada año y las paredes de las casas van desapareciendo, en este lapsus de la vida, la paz es un producto pasajero de la imaginación y nosotros estamos condenados a esperar lejos del olor del océano en medio de la nada.
Mientras tanto aquel barco que llegó un día lleno de azúcar y endulzó nuestras gargantas con su paladar se ha convertido en un raquítico esqueleto lleno de arena, y sus tripulantes unos fantasmas que pululan de noche persiguiendo cada marea en busca de un nuevo puerto donde reine la libertad de aquellas gaviotas que un día persiguieron las estelas de una ciudad perdida que resiste frente al fulgor de las estrellas y la soledad de las dunas.
La Güera sigue indómita y desafiante, en su memoria está grabada la voz de sus pobladores que hasta hoy albergan la esperanza de volver a desenterrar su pasado feliz de comerciantes y pescadores, que un día pasearon por sus calles y vivieron intensamente unos años felices en los que crecieron sus hijos bajo la magia de una punta de tierra rodeada de un dulce misterio.

el dispensador dice:
hay almas de arenas, pertenecen a ellas,
hay almas de tierras negras, pertenecen a ellas,
hay almas de piedras, pertenecen a alguna entre todas ellas,
hay almas de viento, se mueven sin encontrar consuelos,
hay almas de aguas, se filtran escurridas entre las fuentes ocultas a la desesperación humana,
hay almas de plumas, vuelan al amanecer siguiendo los anuncios que trae la LUNA,
hay almas de oso, abrazan al afecto atacando al cinismo común del humano roto,
hay almas de ballenas, navegan por los océanos reconociendo el sentido de las profundidades,
hay almas de fuegos, sobreviven al tiempo evitando que se borre la sombra de sus recuerdos...

cada ángulo pertenece a su tiempo,
hay geometrías de aguas,
así como las hay de vientos...
lo que ha sido cubierto,
debe permanecer así hasta que se doblen los sentimientos...

hubo un océano dulce,
así como hay un océano amargo...
algunos amanecen sonrientes,
otros lo hacen llorando,
dependiendo de la iniciativa,
y del esfuerzo que se haya sembrado...
sólo la voluntad sostiene,
al que ha honrado su mano...

cuando ya no quede Tierra,
sobrevendrán los pasados...
algunos soplaran de sombras,
otros borrarán las huellas que no se han andado...
deberás estar atento,
para no ser atropellado...
nunca debes acercarte al mar,
por la cresta del acantilado...

supe ver el espejismo,
de algún recado del imaginario,
ciudad de fantasmas creando,
mientras el torbellino iba avanzando...
algunos andan escribiendo,
mientras otros andan pensando,
hay remolinos de arenas,
que así lo van indicando...

regreso a la memoria pendiente,
del hecho que fue abandonado,
entre médanos movilizados,
supe hallar a mis hermanos,
todo es cuestión de almas,
según dicen los sabios...
deja que el calor ignore,
las esencias que circulan por debajo.
MAYO 11, 2016.-

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