viernes, 6 de mayo de 2016

CIRCUNSTANCIA ▲ Le blanc est une couleur de circonstance ► Bernard Dadié, la biblioteca ambulante >> África no es un país >> Blogs Internacional EL PAÍS

Bernard Dadié, la biblioteca ambulante >> África no es un país >> Blogs Internacional EL PAÍS
Lola Huete Machado
África no es un país
"Salvo por el nombre geográfico, África no existe", decía Ryszard Kapucinski. Y sí, desde Europa, acostumbramos a simplificar su realidad hasta hacerla una y pobre, catastrófica y dependiente. Pero África es un continente: 55 países, mil millones de personas, multiplicidad de mundos, etnias, voces, culturas... África heterogénea y rica contada desde allí y desde aquí. Un blog coral creado y coordinado por Lola Huete Machado.


SOBRE LOS AUTORES

Lola Huete MachadoRedactora de El País y El País Semanal desde 1993, ha publicado reportajes sobre los cinco continentes. Psicóloga y viajera empedernida, aterrizó en Alemania al caer el muro de Berlín y aún así, fue capaz de regresar a España y contarlo. Compartiendo aquello se hizo periodista. Veinte años lleva. Un buen día miró hacia África, y descubrió que lo ignoraba todo. Por la necesidad de saber fundó este blog. Ahora coordina la sección Planeta Futuro.
Chema CaballeroChema Caballero. Llegó a África en 1992 y desde entonces su vida giró en torno a sus gentes, su color y olor, sus alegrías y angustias, sus esperanzas y ganas de vivir. Fue misionero javeriano y llevó a cabo programas de educación y recuperación de niñ@s soldado en Sierra Leona durante dos décadas, que fueron modelo.
José NaranjoJosé Naranjo. Freelance residente en Dakar desde 2011. Viajó al continente para profundizar en el fenómeno de las migraciones, del que ha escrito dos libros, 'Cayucos' (2006) y 'Los Invisibles de Kolda' (2009), que le llevaron a Marruecos, Malí, Mauritania, Argelia, Gambia, Cabo Verde y Senegal, donde aterrizó finalmente. Le apasiona la energía que desprende África.
Ángeles JuradoÁngeles JuradoPeriodista y escritora. Trabaja en el equipo de comunicación de Casa África desde 2007. Le interesa la cultura, la cooperación, la geopolítica o la mirada femenina del mundo. De África prefiere su literatura, los medios, Internet y los movimientos sociales, pero ante todo ama a Ben Okri, Véronique Tadjo y Boubacar Boris Diop, por citar solo tres plumas imprescindibles.
Chido OnumahChido Onumah. Reputado escritor y periodista nigeriano. Trabaja como tal en su país y en Ghana, Canadá e India. Está involucrado desde hace una década en formar a periodistas en África. Es coordinador del centro panafricano AFRICMIl (en Abuja), enfocado en la educación mediática de los jóvenes. Prepara su doctorado en la Universidad Autónoma de Barcelona. Su último libro se titula 'Time to Reclaim Nigeria'.
Akua DjanieAkua Djanie. Así se hace llamar como escritora. Pero en televisión o en radio es Blakofe. Con más de tres lustros de carrera profesional, Akua es uno de los nombres sonados en los medios de su país. Residente en Reino Unido, fue en 1995, en uno de sus viajes a Ghana, cuando llegó su triunfo televisivo. Hoy vive y trabaja entre ambos países. La puedes encontrar en su página, Blakofe; en la revista New African, en Youtube aquí o aquí...
Beatriz Leal RiescoBeatriz Leal Riesco. Investigadora, docente, crítica y comisaria independiente. Nómada convencida de sus virtudes terapéuticas, desde 2011 es programadora del African Film Festival de NYC. Sissako, Mbembe, Baldwin y Simone la cautivaron, lanzándose a descubrir el arte africano y afroamericano. Su pasión aumenta con los años.

mapa de África

Bernard Dadié, la biblioteca ambulante

Por:  05 de mayo de 2016
El escritor Josué Guebo se adelanta para abrir la puerta, discreta, metálica, inserta en un muro igual de discreto junto al INSAAC, el Instituto Nacional de las Bellas Artes de Abiyán. Estamos a pocos pasos del edificio custodiado por una estatua del mítico Ernesto Djédjé, el rey del ziglibiti, y en pleno Cocody, barrio pijo de la capital económica marfileña. Josué nos guía para atravesar una casa amplia, llena de recuerdos, cuadros, libros, objetos de arte y homenajes. Una casa amplia que huele a desinfectante y pescado frito y que desemboca en un patio amable, herboso, donde se sienta una biblioteca ambulante de cien años: Bernard Dadié.
Bernard Dadié casi se sumerge en su sillón color verde desvaído, de hueso frágil, muy delgado, con sus gafas de pasta negra y su camisa de paño en tonos marrón. Aunque se va achicando físicamente por esas mutaciones de la edad, su leyenda le dibuja un halo alrededor de la cabeza canosa y compensa su progresivo empequeñecimiento corporal agrandándole el aura, la fuerza interior, todo lo que impone respeto.
¿Ya se ha dicho que cumple un siglo en este año que vivimos a su sombra? ¿Y que aparenta quizás 70 primaveras?
Bernard dadie
 Bernard Dadié según Lola Huete
"Bueno, les quiero agradecer la visita y bienvenidos en primer lugar", comienza a hablar cuando nos sentamos junto a él. Su médico nos avisa de que es preferible no excederse de los veinte minutos de entrevista. Su salud es delicada y puede agotarse, advierte educadamente, mientras nos reciben y saludan algunos de sus hijos y amigos. Disponen algo para picar y refrescos en una mesa contigua. Y se figura una que es algo habitual: la casa Dadié siempre parece estar abierta a las buenas conversaciones y las noticias del exterior. También a los trinos de los pájaros, el susurro de las hojas, el rumor de la lluvia: el guirigay del trocito de naturaleza que le queda entre los muros y que tan bien supo poner su propietario por escrito. 


La anciana leyenda ya abandonó la escritura, aunque le acaban de conceder un premio Unesco envuelto en un homenaje que le ha rescatado del olvido. Queda poco más que él de los padres de las letras africanas y lo cierto es que intimida encararse con un siglo de historia hecho carne, cana y arruga. "Me gustó el premio de la Unesco, porque me creía un poco fuera de mi propio país", afirma con sencillez. "Pero cuando ese premio llegó de México, la gente que vi en mi homenaje el pasado 11 de febrero, me tranquilizó".   
Dadié procede de Assinie, una zona costera paradisíaca en la ruta hacia Ghana. Su padre era sindicalista, agricultor y miembro del Partido Democrático de Costa de Marfil (PDCI). Su tío, granjero en Bingerville, la antigua capital de Costa de Marfil tras el abandono de Bassam, se convirtió en otra referencia moral para él. Ambos le inculcaron el amor por la comunidad, la familia y la tradición y sentaron las bases filosóficas de su obra.
"Lo que hacemos ahora es la continuación de lo que hicimos ayer", precisa suavemente esta concreta mañana de marzo en que le visitamos. "No podemos hablar de hoy sin tener un pie en el ayer". Y su ayer queda muy lejos, como se encarga de recordarnos. "Salí de la escuela en el 36 y en el 37 mi jefe me dijo que iría a prisión. Le pregunté por qué y me dijo que mi manera de hablar me metería en la cárcel. En aquellos tiempos había ciudadanos franceses libres y nosotros, sujetos franceses", rememora.
Dadié estudió en Bassam y Bingerville durante los tiempos de la colonia y se convirtió en escritor en Senegal, a través del teatro. Allí también militó en el periodismo haciéndose un hueco en las páginas de Le Réveil, un rotativo vinculado a la Asamblea Democrática Africana (RDA). Apuntaló la negritud, como Senghor, y también la independencia de su país. Pasó por prisión, como predecía su jefe, en 1950. Alllí escribió un cuaderno de rebelión panafricana. Posteriormente, ya libre, creó el Círculo Cultural y Folclórico de Costa de Marfil en 1953. Ese año, publicó su primera novela, Climbié, que se desarrolla en una sociedad rural de su país. Con la independencia, otorgada en 1960, sigue escribiendo y añade a sus obligaciones el servir a los marfileños y sus causas como ministro de Asuntos Culturales entre 1977 y 1986. Publica Un Négre à Paris (1959), Patron de New York (1964) y La Ville ou nul ne meurt (1968) y crea las crónicas, un nuevo género de la literatura africana. Su nombre se engrandece con sus poemas Dans tes yeux y Je vous remercie, mon Dieu, dos himnos enamorados de su piel y su identidad.

Bernard Dadié se hizo escritor cuando su país sufría el control directo y abierto de Francia. Básicamente  -dice- para dejar su huella en el futuro, expresarse y evitar el castigo por ello. Explica que quería dejar impreso para las generaciones futuras que el mundo es grande y que nuestros actos tienen consecuencias que no podemos imaginar. También que lo importante son las relaciones humanas y de confianza entre personas, independientemente del color de su piel. "Usted es blanca, yo soy negro, ¿dónde está la diferencia? Una nariz y una nariz. Dos ojos y dos ojos", y va señalando con un dedo largo y tostado, masticando, sin dientes ya, las palabras.
Muy activo cultural y políticamente, apoyó al régimen del expresidente Laurent Gbagbo en la crisis de hace cinco años aunque le costara más de un disgusto. Hoy prefiere bucear en la memoria de los años de la colonia, recibir amigos y admiradores, admitir homenajes y agasajos tardíos. "Antes leía todos los periódicos, veía la televisión y oía la radio. Veía la evolución de la cosas. Escuchaba unos y otros discursos. Paré porque no puedes escuchar sin tener la tentación de escribir y se me pasó la edad de escribir", constata sencillamente.
Sus amigos y su familia lo arropan, junto a una mesa cubierta con sus publicaciones: un auténtico abanico de posibilidades, desde el ensayo al teatro pasando por novela, poesía y crónicas. Libros que casi parecen ajenos a él, varados en la mesa, amorosamente dispuestos por quienes guardan su legado, independientes ya de sus manos. Él, Bernard Dadié, se limita a quedarse con lo simple, disfrutar de los placeres más sencillos, agradecer la visita y tender otro puente humano con nuevos conocidos. Sus allegados recogerán después a esos hijos adultos en papel, que llevan años vagando libres por el mundo. Todavía no hablan español y se dejan apreciar por los visitantes, curiosos y expectantes, dispuestos a una nueva aventura. 
Dadie y josue guebo
Je vous remercie mon Dieu,            
de m’avoir créé Noir,
d’avoir fait de moi
la somme de toutes les douleurs,
mis sur ma tête,
le Monde.
J’ai la livrée du Centaure
Et je porte le Monde depuis le premier matin.
Le blanc est une couleur de circonstance
Le noir, la couleur de tous les jours
Et je porte le Monde depuis le premier soir.
Je suis content
de la forme de ma tête
faite pour porter le Monde,
Satisfait
de la forme de mon nez
Qui doit humer tout le vent du Monde,
Heureux
de la forme de mes jambes
Prêtes à courir toutes les étapes du Monde.
Je vous remercie mon Dieu, de m’avoir créé Noir,
d’avoir fait de moi,
la somme de toutes les douleurs.
Trente-six épées ont transpercé mon coeur.
Trente-six brasiers ont brûlé mon corps.
Et mon sang sur tous les calvaires a rougi la neige,
Et mon sang à tous les levants a rougi la nature.
Je suis quand même
Content de porter le Monde,
Content de mes bras courts
de mes bras longs
de l’épaisseur de mes lèvres.
Je vous remercie mon Dieu, de m’avoir créé Noir,
Je porte le Monde depuis l’aube des temps
Et mon rire sur le Monde,
dans la nuit
crée le jour.

el dispensador dice:
dependes de tu destino,
dependes de tus circunstancias,
nadie puede escapar de su pasado,
sea comedia o drama...
como tampoco puede huir de lo escrito,
que aguarda oculto en su propio mañana... 
no te excuses en los apuros,
que las urgencias no sean tu rama,
cuando se quiebra la convicción,
lo que se pierde es el alma...
MAYO 06, 2016.-

voluntad que se dobla... no es voluntad...

FE que se dobla... no es FE...

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