sábado, 5 de marzo de 2016

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“Los poderosos han perdido el miedo a que se les llame ladrones” | Cultura | EL PAÍS



JOSÉ MARÍA GUELBENZU | ESCRITOR

“Los poderosos han perdido el miedo a que se les llame ladrones”

'Los poderosos lo quieren todo', la nueva novela de José María Guelbenzu está escrita desde el hartazgo que le provoca que los políticos se rían de los ciudadanos

José María Guelbenzu, en su casa en Madrid.





José María Guelbenzu, en su casa en Madrid. 



La muerte aparece cuando uno menos se lo espera. Esta obvia sentencia no lo es tanto en Los poderosos lo quieren todo, la última novela de José María Guelbenzu(Madrid, 1944). La muerte se presenta inesperadamente ante Hermógenes Arbusto, el protagonista, y este le da esquinazo y la deja encerrada en su despacho. Este irreal inicio da pie al autor a escribir una historia en la que la ficción y la realidad se mezclan de tal manera que conviven en un equilibrio perfecto. Guelbenzu no encuentra la manera de explicar cómo lo logra. "Que lo hagan los críticos. Lo consigo por veteranía", dice el escritor, que está escribiendo otra novela a la que le añade una complicación: "La relación entre lo irreal y lo real va a estar mucho más cercana y sé que lo voy a sacar adelante. Ya soy muy mayor y sé mucho de literatura".
Guelbenzu llegó a su profesión por vocación. "Tenía claro que iba a escribir desde pequeño, desde que hacía un periódico en casa para que lo leyera la familia", recuerda el autor que se incorporó con 20 años a la revista Cuadernos para el diálogo y que, desde entonces, ha continuado colaborando en diversas publicaciones culturales; además, es autor de más de una veintena de novelas. Ha construido Los poderosos lo quieren todo de manera diferente de como acostumbra: "Es un libro que no había pensado. Escribí la primera escena, dejé a la muerte cabreada mientras el protagonista escapa y no tenía nada más. Me pregunté qué pasaría después y por eso continué, para averiguar cómo seguía". Está hecha desde una libertad absoluta, aprovechando lo que se iba encontrando, sin esquemas previos como suele hacer.
"Escribí la primera escena, dejé a la muerte cabreada. Me pregunté qué pasaría después y continué para averiguar cómo seguía"
El título es una rotunda afirmación. "Los poderosos lo quieren todo, sin miramientos. Lo suyo es el saqueo, no les importa lo que venga después". Guelbenzu confiesa que escribió desde el hartazgo absoluto con el que el poder se ríe de los ciudadanos. "Han perdido el miedo a que se les llame ladrones. Es una desfachatez". La historia está totalmente pegada a la actualidad, pero no refleja ninguna trama de corrupción concreta. El autor no quiere que el lector se identifique con las situaciones ni con los personajes, prefiere que observe con una distancia que le permita pensar y reflexionar sobre la propuesta que le está haciendo. Para ello utiliza distintos recursos, uno de ellos es característico en las obras de Guelbenzu, desde El amor verdadero(Siruela, 2010) usa nombres disparatados para sus personajes, así rompe el ritmo de lectura. "Te mantiene distante, ¿cómo se va a llamar alguien Hermógenes Arbusto Frondoso, Rocío Eskarcha o Rosa Espinosa?", sostiene.
No solo hay declaraciones de principios en el fondo de la obra, también en la forma. Estas se ven desde las primeras páginas -antes, incluso, de que empiece el texto-. La imagen de portada es un óleo del pintor alemán George Grosz (1893 – 1959), Eclipse solar, del que su autor escribió: “Como los políticos parecen haber perdido la cabeza, el ejército y los capitalistas dictan lo que se tiene que hacer. El pueblo, representado por un burro ciego, simplemente come lo que le ponen delante”. Aparecen, además, dos citas: una de Valle-Inclán y otra de Cervantes. El esperpento del primero está omnipresente en Los poderosos lo quieren todo. Los recorridos de Tomás Beovide -uno de los protagonistas- parecen los de Max Estrella casi un siglo después. Las reconocibles descripciones del madrileño barrio de Argüelles forman parte de la memoria de Guelbenzu, él vivió allí. La fiesta en casa de los Arbusto Frondoso con personajes influyentes son escenas reconocibles, así como aparentemente contrarias, el ambiente del bar das Almas perdidas. "Hay trozos de realidad en los tiro de memoria, no la represento tal cual es, los ensamblo y utilizo como me conviene", explica el autor, que mezcla al escritor gallego con La bella durmiente, un cuento que saca del imaginario infantil para usarlo como símil de la sociedad dormida que espera que venga un príncipe a salvarla. "Así era la España franquista, es una actitud propia de una sociedad que cree en La Providencia".
"No creen que hay que gastar dinero en Cervantes, la marca España es tortilla de patata, jamón y flamenco"
E inevitablemente Cervantes, presente también. “Cuando me dicen qué cosas tan disparatadas se te ocurren, contesto: 'Imagina que voy a escribir una novela de un tipo que se echa al campo y confunde molinos con gigantes”, defiende Guelbenzu la figura del representante más importante de las letras españolas. Se lamenta por el trato que recibe el autor del Quijote: "No se comprende la importancia que tiene. No se celebra porque no saben qué hacer [alude a la conmemoración del cuarto centenario de la muerte de Cervantes]. No creen que hay que gastar dinero en eso, la marca España es tortilla de patata, jamón y flamenco".
Guelbenzu, cuando escribe, piensa en el lector, pero no para ponerse a su servicio, si no para plantearle retos. En Los poderosos lo quieren todo, de repente rompe el ritmo narrativo que ya está bastante fragmentado, y saca de su invisibilidad al narrador. "Se rebela, le estaba obligando a decir cosas con las que no estaba de acuerdo y emerge con voz propia". Este escritor seguirá jugando con las historias y con la manera de contarlas. De la ironía, sarcasmo y crítica de Los poderosos... pasará a su nueva novela de la saga protagonizada por la jueza Mariana de Marco. Dijo que llegaría a diez, no lo asegura, "lo que dé de sí el personaje", por ahora está corrigiendo la octava que será la próxima que verá la luz.
el dispensador dice: muchos han mostrado la hilacha, mientras que a otros se les ha caído la careta... el discurso político se ha vuelto insoportable porque detrás de las palabras que no dicen nada, se escuda un insulto a la consciencia social, y otro peor a la inteligencia pública... traducido, la sociedad está muy por delante de políticos que, aún teniendo grandes títulos y mucho más honores, no califican ni para mediocres, ni para ignorantes, mucho menos para las gestiones que ostentan utilizando a la "democracia" como mecanismo de acceso al poder... lo extraño, es que hace tiempo eso se notaba en las republiquetas y en las repúblicas bananeras, pero hoy mismo, el fenómeno se ha globalizado de la mano de los lavadores de dineros del narco-trata, redes mundiales que asumen que todo nacido de madre es pasible de ser esclavo de sus fines siniestros, sabiéndose protegidos por corporaciones y políticos, sin descontar que la (in)justicia forma parte asociada de todos los paisajes de la Tierra... si tienes dinero eres bueno aunque seas malo... si no tienes dinero eres culpable aún cuando seas inocente...
y el mundo se ha puesto al revés... los políticos hablan pero los estados están ausentes de sus responsabilidades sociales... facturan miles de millones por tarifas de servicios que no se prestan o se dan más que mal... y luego vienen los aplaudidores pagados para cualquier acto, donde la dignidad es lo que menos importa y lo que más se va al carajo... para no decir a la mierda...
y justamente, tal como el autor recita, el poder ya ni siquiera guarda las apariencias... roba, asalta, viola, asesina, compra vaginas a precio de costo y por docena, hace lo propio con penes para satisfacer morbos, y todo está fenómeno, porque el poder habilita a la desfachatez y al desparpajo sin fin... sin descontar que detrás y junto con ello, está la corrupción... la estafa... la hipoteca... la usura... y la deuda de los otros... los despojados, ya que siempre hay alguien que necesita de un favor político, y si ése necesitado es pobre, mejor... porque entonces el poder le comprará el alma... y ya no habrá paz... 
el mundo está hecho un caldo de cultivo de basuras... y el mejor ejemplo desciende desde el polo nazi-sionista de Bruselas, cuna de todos los males de la Tierra, que ha ido sumando "colaboracionistas" que desagregan valor tan pronto como alguien ayuda a su prójimo a salir de algún pozo... 
el mediatismo ha hecho el resto... un segundo de cámara... la foto... la medalla... el beso... el aplauso... están todos comprados para satisfacer egos de gentes sin escrúpulos, inmorales por excelencia, que se asumen como inmortales hasta que se mueren igual a cualquier otro humano... lamentablemente, entre las sociedades humanas y los políticos hay un abismo insuperable... que inhabilita al tendido de cualquier puente... y encima de ello, el poder ha tenido la capacidad de dividir y fragmentar utilizando artilugios propio de los ilusionistas... entonces las sociedades despedazadas son incapaces de entenderse para recuperar los espacios cedidos y los otros perdidos a manos de estafadores con banda presidencial, ministerial, reinal o dictatorial, ya que todo es lo mismo mientras que el resto da igual...
fierito el panorama mundial... el nazi-sionismo es explícito y está a los ojos de quien lo quiera ver... mucho muro... mucha valla... mucho impedimento... mucho refugiado sin refugio... mucha cultura atrapada en una tela de arañas... mucha droga y muchas armas... ingredientes suficientes como para que la paz se evapore, y en el revoltijo, ganen los políticos. MARZO 05, 2016.-
cuando el puente se quiebra no hay regreso... la Revolución Francesa Global está en curso de maduración, y a la vuelta de la esquina... y aunque viene demorada, aún no sucediendo, es un hecho.

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