martes, 28 de julio de 2015

LECTURAS ▲ Talleres literarios. ¿Escuelas de escritores? | serescritor.com

Talleres literarios. ¿Escuelas de escritores? | serescritor.com



¿Vale la pena pagar a un experto para aprender a escribir? «La mejor escuela de aprendizaje es la lectura», dice Julio Llamazares. Mientras que Lorenzo Silva sostiene que «ser escritor es una vocación personal y una aventura solitaria, lo cual no quiere decir que ir a un taller literario sea perder el tiempo, porque si vas a un lugar donde la gente comparte el proceso creativo, algunas pistas podrán ser útiles».
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Manu de Ordoñana
Donostia-San Sebastián
España

Talleres literarios. ¿Escuelas de escritores?

Categoría (El oficio de escribirGeneralTaller literario) por Manu de Ordoñana, Ana Merino y Ane Mayoz el 28-07-2015

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Mucho se habla últimamente de los talleres de escritura que tanto han proliferado (existen en todos los barrios)  bajo denominaciones diferentes. Y se cuestiona si sirven para enseñar a escribir, si habría que convertir la materia que imparten en título universitario. ¿Vale la pena pagarle a un experto para aprender a escribir? El escritor Hanif Kureishi, autor de “El buda de los suburbios” declaró el año pasado en el festival literario en Bath (Reino Unido) que pagar dinero para aprender a escribir era un absurdo y que para eso sólo hacía falta leer buena literatura.
Antes de nada, vamos a conocer su origen. Fue nada menos que en 1936 cuando se fraguó todo en el Iowa Writers WorkshopAquí se encuentran las bases de las escuelas de escritura creativa o talleres literarios que se conocen hoy en día.  De ahí que, en Estados Unidos la enseñanza literaria hace ya tiempo que se ubica dentro del marco universitario. A América Latina (Chile y Argentina, en concreto) llegó en los años 70 y escritores argentinos como, por ejemplo, José Donosose encargaron de que aterrizara en Barcelona: primer destino en la península una década después.
En España, la carrera de Filología está básicamente enfocada en una única meta: la enseñanza. Ello explicaría en parte la gran oferta de talleres literarios que existe hoy en todo el país. Pero es que además la gente tiene necesidad de plasmar en un papel su inconfundible forma de escribir; su particular visión y entendimiento del mundo y, también, de compartir esa experiencia con personas que poseen sus mismas inquietudes. Ésta es la única razón de su éxito.
Si ponemos el punto de mira en la relación de los autores consagrados con los talleres de escritura, veremos que varios fueron los que se convirtieron en escritores tras decidir, un buen día, apuntarse a un taller porque querían escribir ficción. Entre ellos, Phillip Roth, Kurt Vonnegut, John Cheever, Raymond Carver, Flannery O’Connor… No hace falta indicar que muchos de estos nombres han sido y son una referencia para generaciones posteriores.
Veamos el dictamen de dos escritores consagrados de nuestro panorama literario. En opinión de Julio Llamazares, «la mejor escuela de aprendizaje es la lectura; yo aprendí leyendo y equivocándome; suelo ser escéptico con el asunto de enseñar a escribir, yo al menos no sabría cómo hacerlo, aunque posiblemente haya unas claves desde el punto de vista técnico que sí se puedan compartir». Lorenzo Silva considera que  «ser escritor es una vocación personal y una aventura solitaria, lo cual no quiere decir que ir a un taller literario sea perder el tiempo porque si vas a un lugar donde la gente comparte el proceso creativo, algunas pistas podrán ser útiles».
Si tenemos en cuenta que hay muchos escritores, y no sólo españoles, que dedican su tiempo a estas escuelas literarias, ¿por qué lo hacen si se discute su valía? ¿Ofrecen su nombre para dar prestigio a las mismas? ¿Únicamente lo hacen por dinero? ¿No creen en ellas? Entonces, sí hablaríamos de fraude.
En otros ámbitos de la cultura  (la pintura, la escultura, la música…) nadie cuestiona que su enseñanza es imprescindible. A lo largo de la historia, ha habido artistas que no han necesitado que les enseñe nadie nada. En la escritura la situación es la misma. Muchos escritores a la hora de escribir una novela no han tenido en cuenta las técnicas referidas al punto de vista, a la estructura… y el resultado ha sido inmejorable. Pero para las personas que no saben cómo empezar a escribir, ni qué escribir, estos talleres se presentan como el mejor lugar para poder arrinconar esas dudas iniciales y obtener ese empujón que  les llene de confianza.
Para terminar vamos a mencionar a dos escritores  que están muy vinculados  a este entorno:
Rafael González, filólogo y profesor de un taller de escritura creativa, acuñó la siguiente fórmula matemática: Literatura = Talento + Técnica literaria. Esta sería la fórmula infalible que, sin ninguna duda, produciría obras maestras.
Ángel Zapata, profesor de la Escuela de Escritores, afirma: “Intento que el taller de escritura sea un espacio transformacional, es decir, un lugar de producción y elaboración del deseo, de recuperación de la vida sensible, y de reapropiación de la dimensión poética de la experiencia.” ¿Puede ser ésta la razón de que muchos alumnos hayan logrado escribir,  publicar, ganar certámenes  y, además,  repitan cada año?

el dispensador dice: creo en los dones, en las gracias, y en los talentos consecuentes... por consiguiente, según mi humilde experiencia, no creo en los títulos ni tampoco en los currículums que acreditan las calidades no demostradas de las personas... claro está, esa es una visión íntima, personal... demasiado íntima y mucho más personal... ya que asociado a tantos años de ciencias nucleares y biológicas, a la investigación, y también a la gestión de administración, he ido aprendiendo que los títulos universitarios no reflejan jamás la capacidad de razonar de las personas, y yendo más lejos aún, tampoco son evidencia alguna respecto de las capacidades críticas de esas mismas personas u otras... 

esta civilización, asociada a la ley del felpudo (obsecuencias al por mayor y la teoría de supervivencia mediante: "el sí señor", "lo que usted mande jefe", o el "sí amo") ha ido perdiendo el eje del razonamiento crítico, de allí que la "obediencia debida" exima de responsabilidades a muchos que viven a costillas de los errores de los otros, cada vez más degradados por las corporaciones que consumen capacidades y descartan seres humanos por doquier... 

andando por París, me dije a mí mismo: me identifico con el arte puro, ése que nace en el alma de cada artista... sin necesidad que para considerarlo tal enseñe un currículum de talleres, estudios, y eximios profesores con historias propias... si lo traes contigo, bien... si no lo traes contigo, los dones no se desarrollan mágicamente... dejando en claro que el nartura-nurture tiene sus células capacitoras y sus sinapsis definitorias... digámoslo de otra forma... puedes aprender energía nuclear, pero si no sabes razonar el átomo desde tu propio pensamiento crítico, nunca llegarás a ser un buen ingeniero nuclear... lo mismo cabe para las ciencias médicas, que tienen más de arte interpretativo de los males ajenos que de volúmenes y volúmenes de horas + horas de memorizaciones... si no sabes los vericuetos de la biología molecular, por más que describas nombres difíciles, nunca alcanzarás a interpretar los "alcances" de la medicina interna... y así vale para cualquier cosa... horas de atelier no hacen al pintor... para ello debe contener el pincel en su alma... por eso me dediqué a la medicina nuclear y no a la pintura... pero en fin, a cada quien le va una sola armadura... 

desde niño me sucedía lo mismo con la música... la llevo en el alma... pero la pianista era mi madre, y mi gracia vino por otro costal... así es que cambié teclas por átomos... y estoy conforme con ello, lo suficiente como para decirte que he concebido la felicidad desde lo atómico, escuchando música de la buena, claro está... ¿que qué es bueno?... en fin, difícil acertarla... Yiruma... Sarah Brigthman... lo que se dice, similares y afines... así como no se pueden explicar los sentimientos, tampoco se pueden explicar los dones y mucho menos los talentos... simplemente, son... 

creo entonces en las escuelas donde las sabidurías convergen, y entre ellas me quedo con la escuela de los ptolomeicos, que hicieron historia para que luego las miserias humanas las borraran sin lograrlo, demostrando que lo genuino, lo derivado de lo fuente, lo auténtico, no perece jamás... ¿que cuántos años estuve vinculado a las energías nucleares?... desde 1976... cuando los cálculos y las fórmulas eran a puro coco... hoy el pensamiento se recorta y se pega, y según mi visión clínica, ello reduce la capacidad de los cerebros, hecho peligroso si los hay, porque cuando se reducen las capacidades (hablando de neuronas) está demostrado que se reducen los volúmenes... de los cerebros afectados...

más aún, las obras de ingeniería más relevantes de la humanidad se hicieron a puro cerebro, desarrollando los declives del acierto-error, error-acierto, o si quieres muchos errores para un solo acierto, lo cual es bueno, porque enseña a pensar críticamente sobre uno mismo y sus incapacidades... y para ser justos, las pirámides egipcias son la obra más tremenda de la humanidad, siempre y cuando le pertenezcan...

mi sugerencia, humilde por cierto... escribe, si tienes ganas, hazlo... construye tu sabiduría siguiendo las señales de las voces de tu consciencia... no recibes el título de escritor, el reconocimiento viene por arte de magia... y con él, no hay título que valga... de allí que las corporaciones editoriales fracasen en el loco intento de imponer escritores que ganan muchos euros/dólares/rupias/dracmas sin agregarle valor a nada... la historia es implacable... imagínate si Shakespeare recibiera regalías por todo lo que escribió... ninguna corporación le hubiese dado trabajo, porque las corporaciones están para delesnar, desdeñar y no para aprobar lo que se aporta a los otros. JULIO 28, 2015.-


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