sábado, 28 de febrero de 2015

PANALES AGRIOS ► 'El país de las maravillas': La miel amarga | Cultura | EL PAÍS

'El país de las maravillas': La miel amarga | Cultura | EL PAÍS



La miel amarga

Hay ocasiones en que uno sale del cine con la sensación de haberse zampado una novela de 500 páginas





'El país de las maravillas'PULSA EN LA FOTO

Un fotograma de 'El país de las maravillas'.


Hay ocasiones en que uno sale del cine con la sensación de haberse zampado una novela de 500 páginas –o incluso más- en un tiempo récord. Y no porque lo visto tenga que ver con lo literario o con ningún incontrolado amor por la letra, más bien al contrario: hay películas, como este segundo largometraje de la italiana Alice Rohrwacher, capaces de atrapar un mundo en toda su complejidad, explorando cada matiz, levantando su verdad orgánica detalle a detalle… sin que lo parezca. Una obra cuya densidad es resultado de una sabia y sutil sedimentación de hallazgos y revelaciones, descendiente directa de la capacidad de observación al natural del neorrealismo con el punto justo de ensoñación felliniana. El país de las maravillas no lleva escrita la condición de obra maestra en la frente: es una película que se diría ajena a su propia importancia, donde la cámara de la cineasta se mueve sin afectaciones, con la grandeza de una literatura invisible, limpia de barroquismos y retruécanos, precisa al desvelar una belleza que no parece buscar, implacable al registrar verdades que emergen de forma natural, sin condicionamientos ni subrayados.


EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS
Dirección: Alice Rohrwacher.
Intérpretes: Maria Alexandra Lungu, Sam Louwyck, Alba Rohrwacher, Sabine Timoteo, Luis Huilca Logroño, Monica Bellucci, Maris Stella Morrow.
Género: drama. Italia-Suiza-Alemania, 2014.
Duración: 110 minutos.


La mirada en tránsito, de la inocencia a la madurez, de la joven Gelsomina –una Maria Alexandra Lungu que es comunicación pura en silencios expresivos y movimientos interiores- es el centro de gravedad de esta historia de grupo enfrentado a la inminente disolución de su mundo: una familia de apicultores, presidida por padre indignado –y numantino-, que acoge temporalmente en su seno a un joven exdelincuente integrado en un programa de reinserción. La llegada de un equipo televisivo y la presencia del joven forastero alterarán de manera tan natural como reveladora el frágil equilibrio de fuerzas en este territorio de resistencia, que no es precisamente una Arcadia, sino algo parecido a una trinchera asediada por políticas gubernamentales, rodeada de conformismos y golpeada, desde dentro, por los naturales e inevitables anhelos centrífugos de la primogénita.


“La televisión en Italia ha creado un genocidio cultural”

La cineasta Alice Rohrwacher estrena 'El país de las maravillas'

La película obtuvo el Gran Premio del jurado en el festival de Cannes


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La directora italiana Alice Rohrwacher, fotografiada ayer en Madrid. / CARLOS ROSILLO

Es la primera vez que Alice Rohrwacher visita Madrid con algo de tiempo. De ahí que, tras el río mañanero de entrevistas, desee ver algo de la ciudad. Y, por qué no, de su noche. Eso sí, la recomendación que pide la joven directora italiana (Fiesole, 1980) es algo peculiar: "¿Conoces un local, no sé, conjukebox?". En el fondo, bastante fuera de lo común es también el filme que la cineasta estrena en Madrid, El país de las maravillas, con el que obtuvo un inesperado Gran Premio del jurado en el último festival de Cannes.
Fábula contemporánea sobre luces y sombras de la vida de campo, El país de las maravillas es el delicado repaso a una familia alejada de la ciudad y volcada en la apicultura y en sus tensiones internas. Entre padre alemán, madre italiana y el cuidado de las abejas, el filme, rodado en la Toscana natal de Rohrwacher, con su hermana Alba como protagonista, suena a relato autobiográfico. Sin embargo, la directora ha dejado bien claro que su segunda película es "personal" pero nada más: "No entiendo esa perversión de intentar saberlo todo sobre mi vida".

Lo que le interesa bastante más a Rohrwacher son las películas: "Para mí, el cine es la reconciliación con un sentimiento de pérdida, de separación. Las películas unen, tanto a imágenes, tramas y elementos en la pantalla como físicamente, a los espectadores". De todo lo que representa un filme, lo más fascinante para la directora es la interacción entre los personajes. De hecho, suele dibujar auténticos mapas emotivos de sus criaturas, que luego imprime y cuelga por todo su cuarto, antes de arrancar con el guion.
"El 99% de las entrevistas sobre cine van de personajes y elementos de color. Sin embargo, una película es otra cosa, es una telaraña de relaciones entre los protagonistas y de ellos con el ambiente. Un personaje solo no hace ningún movimiento", lamenta la cineasta. Sus criaturas, en concreto, viven y trabajan en un entorno aislado de la civilización. Allí se dedican al cuidado de las abejas, un oficio que Rohrwacher conoce y quiso representar con realismo. Nada de efectos especiales y ordenador, aunque sí hubo que sortear otro problema: "Ninguna aseguradora quería cubrirnos para secuencias con abejas y menores implicados". Así que aprovechando la soledad del 15 de agosto [día en que, según la directora, en Italia apenas se trabaja] rodaron una especie de falso documental sobre la apicultura del que ella misma, con una firma, asumió todas las posibles consecuencias, incluso penales.
Tan real como las abejas es también el retrato del campo de Rohrwacher, lejos de la tradicional imagen idílica: “El filme intenta describir un mundo complejo en modo simple. Y trata de mostrar cómo esa misma familia que hemos conocido podría ser vendida de manera desastrosa”. La cineasta se refiere a la aparición en la historia de la televisión, de un concurso al que la hija mayor inscribe a toda la familia. Sin hacer spoilers, se puede decir que la imagen que Rohrwacher deja de la pequeña pantalla es muy crítica. “De pequeña no tuve televisión, así que para mí siempre ha sido un misterio. Pero es un lugar de gran decadencia. En Italia ha creado un genocidio cultural. ‘Eficiencia’ o ‘lo que funciona’ me parecen términos peligrosos”, agrega la directora. Al ampliar el discurso a la situación actual de su país, el ataque de Rohrwacher sube de tono: “Ese genocidio ya se ha verificado. En Italia hay cierto adormecimiento post-mortem. Sí hay algún individuo dentro del país, pero en general no hay ningún impulso vital, me parece irrecuperable”.
En Cannes, la directora tuvo que afrontar un tono igual de crítico. Varios periodistas no entendieron que el segundo galardón del certamen recayera sobre El país de las maravillas y le pidieron explicaciones al jurado. Rohrwacher asegura que las polémicas son “sanas” y que el asunto no le preocupa. “Esta película se muestra desnuda. Ganar con la delicadeza, con la fragilidad, es algo más raro. Así que yo también le pregunté a Jane Campion [presidenta del jurado] el porqué. Me respondió: ‘Has inventado algo”, cuenta la directora.
En realidad, se llegó incluso a insinuar que Rohrwacher había ganado por ser mujer, para demostrar que la industria del cine no es tan machista como parece. En su réplica, la directora desvela el método muy personal que ha adoptado: “En el mundo del cine deberíamos dejar de usar tantos –ismos. De todos modos, yo he empezado a decir: ‘He visto un filme de un director varón’. ‘¿Cuál es tu director varón favorito?”.
"Yo tengo claro lo que he hecho y lo que haré", remata la directora. ¿Y, entonces, qué hará? Por lo pronto, trabaja en un filme sobre otro conflicto interno a una comunidad. Luego, "dos películas más". ¿Y por qué le quedan solo tres por rodar? "Quiero hacer un número de filmes dispar". Después, la directora no aclara, o tal vez no sepa a qué se dedicará. Aunque sí tiene una certeza: "De vieja abriré un bar". A saber si tendrá un jukebox.

el dispensador dice:
te diré que ya nadie sabe,
si las escaleras suben,
si las escaleras bajan,
si las puertas son ventanas,
si las paredes son ramas,
si las teteras hablan,
o las tazas callan...
todo es un laberinto,
donde la vida se esmerila,
mientras los desprecios se levantan,
quebrando altares,
para las que las oraciones se dispersen,
mientras el mundo se viste de lágrimas...

te diré que no sé dónde está Alicia,
y tampoco sé dónde queda su país de maravillas...
ya que en estos tiempos,
impera la soledad,
la distancia,
la nostalgia,
y sobre todo... las desidias...

he visto abejas sin reina,
perdidas buscando flores,
en un desierto llamado Tierra,
donde quedan pocos bosques,
y donde la memoria se está licuando en alteradas letras...

te diré que las abejas han construído un panal,
donde las mieles son agrias,
donde los vientres se amargan,
a medida que beben néctares de suciedades que abrazan...

poco es lo que dicen las palabras,
las gentes descreen de aquel que abrazan,
y huyen despavoridas de sus techos y sus cocinas,
expulsados por las perversiones que avanzan,
tomando posición bajo el miedo y la amenaza...

te diré...
que le he pedido a Dios en oración,
que envuelva la Tierra con un manto de razón,
retornándole el sentido al corazón,
sensibilidad a la sensación,
sentido a la reflexión,
esto regresándole al menos una pizca,
de aquello llamado "sentido común",
a efectos que haya comprensión,
tolerancia y compasión...

si no regresa la misericordia,
si no regresa la solidaridad,
si no regresa la compasión...
el Sol abrazará la Tierra,
transformándola en hoguera,
evaporando el sentido de la pasión,
y haciendo de las maravillas,
un silencio agrio de desconciertos...
sin respiración.
FEBRERO 28, 2015.-



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