miércoles, 11 de diciembre de 2013

POTENCIALES POSIBLES || ¿Y si la gran tormenta solar de 2012 nos hubiera golpeado de lleno? - ABC.es

¿Y si la gran tormenta solar de 2012 nos hubiera golpeado de lleno? - ABC.es

¿Y si la gran tormenta solar de 2012 nos hubiera golpeado de lleno?

Día 11/12/2013 - 00.49h
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Científicos dicen que fue peor que el famoso «evento Carrington» de 1859: habría dañado satélites y redes eléctricas y puesto en peligro la salud de astronautas y tripulaciones aéreas. Advierten a los políticos de la necesidad de tomar medidas ante fenómenos semejantes





Sucedió en julio de 2012. Una eyección masiva de material solar que viajaba a más de 7 millones de millas por hora estuvo muy cerca de impactar contra la Tierra. Los científicos creen que si nos hubiera golpeado, probablemente habría provocado un desastre tecnológico de escala global. Satélites, redes eléctricas y de comunicación habrían resultado dañados, e incluso se habría puesto en peligro la salud de los astronautas y las tripulaciones de aviones. Así lo explica Daniel Baker, profesor de la Universidad de Colorado en Boulder, quien en su intervención en el encuentro de la Unión Americana de Geofísica que se celebra estos días en San Francisco ha pedido a sus colegas que abran los ojos de los políticos con respecto a los peligros del clima especial. A su juicio, la tormenta de 2012 es un buen ejemplo para saber ante lo que debemos estar preparados.
Baker cree que esta eyección de masa coronal (CME), fue probablemente más poderosa que el famoso «evento Carrington» de 1859, cuando el Sol golpeó la atmósfera de la Tierra dos veces lo suficientemente fuerte como para iluminar el cielo desde el Polo Norte hasta América Central, permitiendo que los ciudadanos de Nueva Inglaterra leyeran el periódico por la noche a la luz de las auroras.
Las CMEs son parte de las tormentas solares y pueden enviar miles de millones de toneladas de partículas hacia el espacio. Estas tormentas «pelan» el campo magnético de la Tierra, como si se tratara de una cebolla, permitiendo que las partículas energéticas del viento solar golpeen la atmósfera sobre los polos.
Afortunadamente, la explosión solar de 2012 se produjo en el lado lejano del Sol justo una semana después de que esa misma área señalara hacia la Tierra. Pero la sonda de la NASA STEREO-A capturó el evento, incluyendo la intensidad del viento solar, el campo magnético interplanetario y una lluvia de partículas energéticas solares en el espacio.
«Mis colegas de clima espacial creen que hasta que no tengamos un evento que golpee de lleno la Tierra y cause el caos total, las autoridades no van a prestar atención», apunta Baker. «El mensaje que estamos tratando de transmitir es que hemos hecho mediciones directas de la eyección de 2012 y vimos todas las consecuencias, sin tener que pasar por un golpe directo en nuestro planeta».

El más rápido jamás visto

Mientras que las típicas eyecciones de masa coronal del Sol tardan entre dos y tres días en llegar a la Tierra, el evento de 2012 viajó desde la superficie del Sol hasta nuestro planeta en tan sólo 18 horas. «Este evento fue más rápido que cualquier cosa que se ha visto en la era espacial moderna», afirma Baker. El evento no solo tenía el CME más poderoso jamás registrado, sino que habría provocado una de las tormentas geomagnéticas más fuertes y la mayor densidad de fluctuación de partículas jamás vista en un ciclo solar, que dura aproximadamente 11 años.
Lo que Baker pretende es que el evento de 2012 sea adoptado como una estimación de lo peor que podría ocurrirnos en caso de que el Sol nos golpeara de verdad, para modelar los efectos en los sistemas tecnológicos, como la red de energía eléctrica. «Lo comparo con los juegos de guerra; ya que tenemos la información sobre el evento, vamos a jugar con diferentes modelos y ver qué pasa», razona el experto. «Si hacemos esto, estaremos un importante paso más cerca de ofrecer a los políticos información concreta para saber que pasaría con diversas tecnologías terrestres y en órbita en lugar de esperar a ser golpeados de forma directa».

Incendios en telégrafos

A pesar de que ocurrió hace unos 150 años, la tormenta Carrington fue memorable desde el punto de vista de belleza natural, así como por sus impactos tecnológicos. El evento interrumpió las comunicaciones telegráficas -el Internet de la época victoriana- en todo el mundo, e incluso provocó incendios en oficinas de telégrafos que causaron varias muertes.
En marzo de 1.989, una tormenta geomagnética provocada por una CME de una tormenta solar colapsó el sistema de transporte de energía eléctrica de Quebec (Canadá), causando que 6 millones de personas se quedaran sin energía durante al menos nueve horas. Las auroras del evento se podían ver hasta en el sur de Texas y Florida.
«La tormenta de Carrington y el evento de 2012 muestran que los eventos de clima espacial extremos pueden ocurrir incluso durante un ciclo solar modesto como el que actualmente en curso», afirma Baker. «En lugar de esperar y recoger los pedazos, deberíamos aprender las lecciones de estos acontecimientos y prepararnos para futuras e inevitables tormentas solares».


Un gigantesco acelerador de partículas envuelve a la Tierra

Día 11/12/2013 - 13.05h

Dos sondas gemelas de la NASA descubren un mecanismo en los cinturones de radiación de Van Allen que actúa como un sincrotrón, empujando los electrones a una velocidad próxima a la de la luz

Un gigantesco acelerador de partículas envuelve a la Tierra
NASA
Desde que en 1958 se descubrió que la Tierra está rodeada por dos gigantescas rosquillas de radiación, los científicos han tratado de desentrañar cómo funciona este peculiar lazo planetario y cómo nos afecta su existencia. Esto último no es trivial, dado que los llamados cinturones de Van Allen forman enjambres de partículas cargadas a enormes velocidades que pueden llegar a inutilizar la electrónica de los satélites, e incluso dañar los sistemas eléctricos en la Tierra en caso de tormentas espaciales intensas. En cuanto a lo primero, el conocimiento de estos cinturones ha avanzado firmemente gracias a la misión Van Allen, formada por dos satélites gemelos de la NASA que desde su lanzamiento en agosto de 2012 han ido revelando datos fundamentales sobre los cinturones de radiación. Un nuevo estudio publicado en la revista digital Nature Communications descubre uno de los grandes misterios de estos cinturones, cómo son capaces de acelerar las partículas a velocidades próximas a la de la luz gracias a un tipo de onda electromagnética que las empuja como lo haría una ola a un surfista.
Los cinturones de Van Allen son dos gigantescas ruedas que abrazan nuestro planeta a distancias de entre 1.000 y 60.000 kilómetros y que están formadas por electrones y protones muy energéticos, procedentes sobre todo del viento solar y que quedan atrapados por el campo magnético de la Tierra. Las partículas circulan a velocidades vertiginosas, describiendo trayectorias en forma de C entre ambos polos magnéticos, y desplazándose también lateralmente de oeste a este como en una órbita que tarda solo unos pocos minutos en circundar la Tierra. Las partículas están sometidas a unas complejas condiciones físicas gobernadas por distintos tipos de ondas electromagnéticas cuyas frecuencias causan diferentes efectos. “El enigma desde su descubrimiento ha sido cómo las partículas se aceleran hasta casi la velocidad de la luz”, plantea el autor principal y director del estudio, Ian Mann, de la Universidad de Alberta (Canadá).
Un gigantesco acelerador de partículas envuelve a la Tierra
Las sondas gemelas Van Allen se lanzaron el 30 de agosto de 2012 en órbitas elípticas casi ecuatoriales alrededor de la Tierra
Andy Kale
“Esencialmente, el espacio cercano a la Tierra está ocupado por un campo magnético básico que puede perturbarse con un viento solar modesto emitido por una estrella normal”, explica Mann. “Cuando se compara con los objetos astrofísicos mucho más exóticos que existen en el universo, no parece que el sistema de la Tierra pueda acelerar partículas a velocidades tan increíbles. Pero algo está pasando justo encima de nuestras cabezas que conforma un acelerador de escala planetaria muy eficiente, y los científicos han tratado de averiguarlo desde que se descubrieron los cinturones”.
Las sondas Van Allen de la NASA ofrecen a los científicos una oportunidad sin precedentes para entender el comportamiento de los cinturones de radiación. Frente a los datos locales y restringidos que podría registrar un único aparato, disponer de dos satélites gemelos tomando mediciones simultáneas en distintas regiones del espacio próximo permite obtener una imagen global de los procesos que operan a escala planetaria. “Con las sondas Van Allen, me gusta pensar que estas partículas no tienen dónde esconderse, porque cada aparato gira y observa el cielo entero con sus detectores, así que obtenemos una visión de 360 grados en términos de dirección, posición, energía y tiempo”, detalla el coautor del estudio Harlan Spence, de la Universidad de New Hampshire (EE. UU.).
Gracias a la resolución que aportan las sondas Van Allen, los investigadores encontraron que las partículas mostraban signos de haber sido aceleradas por un tipo de ondas llamadas de ultra baja frecuencia, o ULF. Estas ondas actúan empujando las partículas de forma sincronizada y en el momento preciso como se hace con las ruedas giratorias de los parques infantiles, lo mismo que consiguen los sincrotrones que se emplean para experimentos físicos en la Tierra. Así, mientras orbitan el planeta, las partículas “son aceleradas repetidamente por ondas que son coherentes a escala planetaria abarcando cientos de miles de kilómetros”, dice Mann. El investigador compara la situación a la de un surfista que caza una ola tras otra para aumentar su velocidad. “Se pensaba que este proceso de aceleración podía estar presente, pero antes no éramos capaces de verlo con claridad”, señala. “Ahora sabemos que simplemente no contábamos con la resolución necesaria para verlo”.
Los resultados de los investigadores ayudarán a perfeccionar los modelos matemáticos de los cinturones de Van Allen que los científicos emplean para construir simulaciones, pero además servirán para comprender mejor cómo se aceleran las partículas cósmicas en lugares remotos del universo. Por último, un conocimiento más detallado del funcionamiento de los cinturones ayudará a predecir cómo cambian de tamaño, de forma y de energía en respuesta a grandes tormentas solares como la llamada fulguración de Carrington, que en 1859 provocó graves daños en los sistemas de telégrafos y dejó ver auroras polares incluso en España. “Hay informes de testigos publicados en los periódicos que cuentan cómo los cables telegráficos ardieron”, apunta Mann. Hoy un suceso semejante inutilizaría los sistemas electrónicos de los que depende toda nuestra tecnología. “Todavía estamos tratando de entender cómo sería una gran tormenta espacial y el impacto que tendría en infraestructuras como satélites y redes eléctricas terrestres; el objetivo es mejorar la protección de estos sistemas contra las inclemencias del tiempo espacial”, concluye Mann.
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el dispensador dice:
el universo visible existe sin el hombre,
el universo invisible existe sin el hombre,
cada universo guarda sus propias razones,
equilibrios y distancias hacen a su orden...

todo está equidistante,
siguiendo un singular orden,
todo sucede mediante energías acordes,
todo se hilvana desde los bordes,
todo se sostiene sin las razones del hombre...

la Tierra es una nave,
hogar de la humanidad,
lo que contiene es una bendición... en verdad,
naces, respiras, has de pasar,
eres inconsciente de cualquier "más allá",
mientras vives ni cuenta te das,
que allende tus ojos,
un universo funciona y lo hará...
porque de eso se trata... la eternidad.
DICIEMBRE 11, 2013.-

el universo late,
mientras estás ocupado en vivir...
el universo vibra,
mientras estás ocupado en respirar...
el universo se paraleliza,
mientras omites atender a la voz de tu conciencia...
el universo se multiplica,
mientras que tienes todo bajo control...
pero el universo permanece,
aún cuando no te ocupes de él...
 

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