domingo, 8 de diciembre de 2013

MIEDOS PERDIDOS || “Acorralado, el puma es letal” | Sociedad | EL PAÍS

“Acorralado, el puma es letal” | Sociedad | EL PAÍS

Luis Efraín Cheuquel González ‘Lucho’/ Gaucho chileno

“Acorralado, el puma es letal”

Uno de los últimos gauchos auténticos vive para cabalgar y su existencia no es muy diferente de las de sus antepasados



El gaucho Luis Efraín Cheuquel. / Guillermo Cervera
Pregunta. ¿Cómo se hace uno gaucho?
Respuesta. Mi padre lo era. Yo decidí que también lo sería, lo soy desde los 11 años. Antes de dedicarme a la doma y a sacar a cabalgar turistas era puestero. Estás solo en el rancho la mayor parte del tiempo. No ves a nadie. Tus caballos y tus perros son tu sola compañía. Pero me gusta esto. Quiero que me entierren por aquí, en la pampa.

P. Una vida dura, en estas inmensidades patagónicas…
R. Mucho. Es muy linda la vida en el campo, pero muy dura y sacrificada, salvaje y hasta puede parecer cruel. Quien tiene lástima de los animales, como usted, no tiene futuro aquí.

P. No, si ya sé que no tengo madera de gaucho.
R. Esa yegua que monta, India, llegado el momento, no dudaría en tirarlo y cocearlo. Los animales no tienen lástima de ti. No hay que dudar. Si hay que matar a un caballo o a un perro se le mata. Si no, le estás quitando la comida a otro. Igual que cuando se pelea. Hay que ser decidido. Si hay que cortar se corta. Si dudas acabas enredándote los pies con tus tripas.

P. Pues mire, yo pensaba que el secreto con los caballos era susurrarles.
R. Los caballos solo entienden la autoridad. Tienes que hacer que te respeten, que sepan quién manda.

P. ¿Y los pumas? He visto rastros y excrementos.
R. Hay una hembra con cachorros grandes rondando. Como ve los caballos andan inquietos.

P. Solo nos faltaba eso.
R. Los pumas hacen daño, matan a los potrillos y a los corderos, a veces también atacan al vacuno. Un año mataron a una persona, a un tío mío. En fin, eso parece, nunca se supo la pura verdad. En general no atacan a la gente. Yo he tenido uno a un metro, le he metido el revólver en la cabeza y lo he matado de un tiro.

P. ¡Caramba!
R. Lo rodeaban mis perros. Entonces el puma se echa y pelea así, desde el suelo, ¡ras, ras!. Ahí es letal. Si atrapa al perro lo desgarra en la guata, la barriga.

Perfil

A Luis Efraín Cheuquel (Puerto Natales, Chile, 1970), uno de los últimos gauchos auténticos, el otro día lo descabalgó su caballo mientras trotábamos un grupo con él hasta el cerro Dorotea (800 metros), en la Patagonia. Fue una caída aparatosa que le dañó el orgullo, para pesar de su montura. Cheuquel vive para cabalgar —y matear— aunque, signo de los tiempos, tiene perfil en Facebook.

P. Los leoneros cobran por matar al puma.
R. Ahora están protegidos. Pero aún se concede permiso para cazarlos cuando son dañinos. Antes pagaban un mes de sueldo por un puma, le entregabas el cuero al patrón y te daba la plata. Nos quedábamos la carne. Es muy sabrosa. Mejor la de joven que la de león viejo.

P. ¡Ha comido usted puma! ¡Diablo de hombre!
R. Es un animal muy limpio.

P. ¿Qué tal come el gaucho?
R. A veces nos damos un gusto y matamos un potranco o una vaca.

P. ¿Guanaco?
R. Sí, en ocasiones, pero solo el lomo.

P. ¿Canta usted? Los gauchos tienen fama de hacerlo, y de tocar la guitarra.
R. No, aunque me gusta el folclore gaucho.

P. Bombachos, poncho, botas… pero no me lleva sombrero.
R. El gaucho chileno no lo usa, hace demasiado viento para el sombrero con alas, llevamos boina como ve.

P. La verdad su vida es muy parecida a la de los cowboys de allá el norte. No me extraña que Butch Cassidy y Sundance Kid estuvieran a gusto por aquí.
R. Es el mismo tipo de vida, todos somos vaqueros.

P. ¿Qué me dice de las boleadoras?, ¿son difíciles de manejar?
R. Cosa de práctica, como el lazo. Acá se usan poco. Como no sea que se me escape una turista. Ja, ja, es joda, broma como dicen ustedes. Se manejarlas. La más común es la potrera, de tres bolas. También está la avestrucera, para los ñandúes. Hay otra más liviana, de dos bolas chicas, para el caiquén (ganso magallánico) y los corderos.

P. ¿Está en extinción el gaucho?
R. Con el turismo la vida tradicional se va a acabar. Para el Gobierno chileno no existimos, excepto como atracción turística.

P. Entonces, ¿qué vota el gaucho?
R. Yo no voto.

P. “En el peligro el corazón se me ensancha”, cantaba Martin Fierro. ¿Es consciente de que su vida parece un relato de aventuras?
R. Estamos expuestos a todo.

P. Algo tendrá que decir sobre el miedo.
R. El miedo, ¡bah! ¡Sujete bien esas riendas!


el dispensador dice:
pude haber aprendido,
pero se me fue la vida admirando al caballo,
nunca supe montarlo,
a pesar de haber nacido en el campo,
en el tiempo que las distancias,
se medían sin alambrados...

pude haber aprendido,
pero preferí amar al caballo,
apreciar su libertad de campos,
apreciar su estirpe evitando montarlo,
permanecer quieto,
a sus ojos mirarlo,
a campo abierto,
sin cargas, sin monturas,
amarlo...

con los años fui temiendo al humano,
palabras falsas,
mentiras sin descanso,
cuatreros de esfuerzos anónimos,
asaltantes de voluntades devorando sombras,
cuando lo acorralas,
al humano...
pone su mejor sonrisa,
hasta te extiende la mano,
para luego clavar el puñal,
en la espalda de su hermano...
luego hablará de amor,
eterno como el descanso,
pondrá rostro compungido,
¿cómo habrá muerto mi hermano?...

con los años fui temiendo al humano,
ojos vacíos,
falsos abrazos,
mentiras largas al pronunciar un "te amo",
sentir que el puñal viene silbando,
cultivadas ausencias que van empujando,
hacia la puerta de cualquier pasado,
pasión oportunista de haberse encontrado,
con alguien que promete... lo que jamás ha dado...
pero así es la vida,
con el ser humano,
nada lo acorrala,
con su mentira en mano...

finalmente el campo me enseñó,
que el puma no es malo,
que sólo te asalta,
cuando anda hambriento,
por el frío alcanzado,
pero si le hablas,
sin atacarlo,
te observará distante,
y seguirá de largo,
y te lo digo en serio,
porque me ha pasado,
en la alta montaña,
sin cuchillo a la mano,
sólo con mi alma,
hasta desarmado...
por eso le temo,
al ser humano,
porque acecha lo ajeno,
hasta que consigue quitarlo...

hoy vivo solo,
con mi propio pasado,
en la alta montaña me he quedado,
ya no me mienten amor,
ni me andan empujando,
escucho a las piedras,
que me vienen hablando,
nunca acorrales al puma,
cuando te está mirando.
DICIEMBRE 08, 2013.-

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