miércoles, 26 de septiembre de 2012

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Sobre el blog

El salto del ángel es un espacio de reflexión, de pensamiento sobre la dimensión social y política de los asuntos públicos, sobre la educación, la Universidad, la formación y la empleabilidad. Busca analizar los procesos de democratización, de internacionalización y de modernización como tarea permanente, con una actitud de convicción y de compromiso.

Sobre el autor

Angel Gabilondo
Ángel Gabilondo Pujol es Catedrático de Metafísica de la Universidad Autónoma de Madrid, de la que fue Rector. Tras ser Presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas, ha sido Ministro de Educación.

Saber vincular

Por: | 25 de septiembre de 2012
  Mattew bau_
Ser capaces de establecer vínculos consistentes, con contenido, con alcance, con verdad, es una tarea compleja y necesaria. No basta con constatar que en ocasiones son insuficientes o inapropiados. La labor de procurarlos exige una pormenorizada y minuciosa dedicación. Más parece que habríamos de velar por reconocer los existentes, por valorarlos y por tejer el texto de una relación. Para ello se precisa urdimbre y trama, pero sobre todo un detallado, cuidadoso e insistente quehacer. No es cuestión de limitarse a aguardar que ocurran, hay que hacer el movimiento. Y, desde luego, es preciso reconocer la conveniencia de dichos vínculos, desearlos. De no ser así, pronto encontraríamos buenas razones para constatar la debilidad de lo enlazado o para proclamar su infecundidad. Es preciso labrar la tierra si deseamos que sea fructífera.

Vincular no es simplemente adjuntar, ni añadir, ni poner al lado. Requiere una implicación mutua, una pertenencia común, algo bien distinto del establecimento de un terreno o de la posesión de un patrimonio de otros.Vincular no es conquistar. El vínculo adecuado no se sostiene en la adhesión sino en el reconocimiento recíproco. Ni siquiera se reduce a la natural relación. Más bien se basa en la voluntad y en la decisión compartidas.

Necesitamos vínculos. Firmes, estables, consistentes. Sustentados en la confianza y en el afecto que brotan de la voluntad y del trato sincero y persistente, no de la arrogante supuesta superioridad. Sólo así tales vínculos radicarán en la incorporación de unos en otros, en la colaboración de unos con otros, en la experiencia de lo que, a pesar de las peculiaridades, hay en cada quien, de lo que, a pesar de las apariencias, no es ni tan absolutamente distante ni ajeno. Vincular no es efectuar una adición, una anexión, sino la potenciación que surge de la disposición a compartir una suerte común.

Matthew-Cusick
Los vínculos más estrechos son aquellos que elegimos consciente y serenamente. No siempre nos vienen dados por circunstancias personales, sociales, históricas o políticas, por muy importantes que estas sean. Hemos de buscarlos, de quererlos, de preferirlos. Nada desvincula más que el deseo de no estar vinculado. Salvo quizás el dar por supuesto, por establecido, por cerrado, por clausurado, aquello que se nutre de la libre decisión. Sin embargo, precisamos dotarnos de un marco razonablemente estable de vinculación. Plantearnos una y otra vez el sentido y el alcance de nuestros vínculos es tan interesante como en cierto modo insensato. Tan insensato como considerar que en modo alguno han de ser planteados o cuestionados.

Hay quienes son expertos en desvincular, en trabajar activa y constantemente por desactivar, por destejer, por desarticular, por desmembrar. Cuando Platón trata de considerar en el Político cuál habría de ser la tarea de quien busca configurar la ciudad, remite a la labor del tejedor que, una y otra vez, elabora y entrelaza, no simplemente cose y descose. La tarea de establecer un abrazo de los hilos para ofrecer una adecuada composición sienta las bases para elaborar un paño consistente, un tejido suave: el que combina “el carácter de los hombres valientes con el de los sensatos”,  el que abraza “a todos los hombres de la ciudad”.

Más complejo resulta entretejer voluntades, convicciones, afectos, destinos. Nada ajeno, ni ninguna mano extraña podría ofrecer consistencia con una intervención que maniobrara desde el exterior. No se entrelaza desde la posición de un espectador visionario que, supuestamente, desde su genialidad supiera lo que más conviene.
  Matthew-cusick-03
No faltan tampoco quienes permanentemente buscan caminos, tratan de comunicar, de vincular. Se dedican a reforzar los lazos, sin ignorar las complejidades ni las complicaciones. Trabajan por generar vínculos, no entre idénticos, sino entre semejantes que, si son distintos, no es porque difieran en derechos. Eso les confirma como iguales. Para estos, la tarea es la de subrayar objetivos comunes, intereses no inconfesables sino públicamente compartidos. No se asustan por coincidir. Bien saben que con los mismos materiales pueden construirse puentes o murallas. Nos hacen ver que la voluntad y la determinación, la mirada, la decisión, son las que proyectan aislar o enlazar. De una u otra manera pretendemos comunicar o incomunicar.

Los vínculos no se reducen a los ya establecidos naturalmente, sino que se reafirman y se confirman, se declaran y se consolidan desde la adopción de acuerdos, a partir de la constitución de espacios y de condiciones para proyectos comunes. Los acuerdos implican sólidas vinculaciones, que han de conllevar un compromiso cordial, lo que no incluye necesariamente algún entusiasmo. Y desde luego ello requiere lealtad. Los vínculos no son simples nudos, son lazos. Tienen más que ver con el injerto y con la relación de transformación mutua que con la simple adhesión inquebrantable a lo que presuntamente ya desde siempre somos.
  Matthew cusick_bau5
Frente a una idea abstracta de unidad, que tratara de imponerse imperiosamente arrasando toda diversidad, los vínculos decididos y establecidos constituyen la armonía de las diferencias, la unidad en la pluralidad y concretan su tarea como la de una permanente labor de unificación con contenido. La unidad adecuada no desmantela las singularidades, les da concreción. Más aún, fuera de lo común no se es diferente, se es indiferente. Lo común se nutre de la sincera comunicación y sólo sobre ello cabe dar forma conjunta a cualquier atisbo de comunidad. Vincular es un modo de querer, un modo de saber, un modo de hacer.

(Imágenes: Matthew Cusick, Collages de mapas)


el dispensador dice:
aquello que no buscas,
es aquello que no encuentras,
desearlo solamente no cuenta,
ya que de movimientos se trata,
a veces la iniciativa destapa,
y con algunas imprudencias mata,
pero las almas andan descalzas,
y lo que aparece en los ojos, señala...

el impulso guarda un signo,
y la energía destaca,
sacar la cabeza fuera del agua,
da sentido a la brazada,
algunas veces pesa el alma,
y otras tantas descubre la calma,
cuando el cielo lo señala,
es de resguardo flotar de espalda...

cuando recibes la gracia,
los vínculos son puentes que se abrazan,
sirven para enaltecer el alma,
también para enlodar la trama,
dependerá de la huella,
y de la sombra que no alcanza,
a veces detener el paso,
ayudará a comprender el mañana...

todo es cuestión de trazos,
de caminos y convicciones,
donde haya corazón,
no andarán haciendo falta razones,
sin embargo al necesitar argumentos,
y algunas explicaciones,
se verán licuar los puentes,
y con ellos los afectos...

podrás entender la vida,
sus circunstancias y hasta sus heridas,
como algo semejante a un salto,
más parecido es a un vuelo,
donde el viento es sólo consigna,
si desconoces qué te mueve,
perderás los sentidos de las cercanías...

por ello es bueno ser cauto,
y mirar siempre para arriba,
reconocer la distancia al suelo,
puede contribuir a distinguir por dónde caminas,
ir por abajo o hacerlo por arriba,
dependerá de la inteligencia,
mucho más de la sabiduría,
de allí que para los necios,
sea lo mismo la noche que el día...

finalmente quiero decirte,
que tu senda es como un mapa,
cuando crees que alguien lo dibuja,
eres tu mismo el que lo traza,
todo aquello que ignoras,
o todo aquello que desplazas,
regresará a convidarte,
según lo que en el libro de la vida estampas.
Septiembre 26, 2012.-


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