jueves, 20 de septiembre de 2012

PLEGARIA ▲ “Cuando me duelen las heridas, rezo” | Sociedad | EL PAÍS

“Cuando me duelen las heridas, rezo” | Sociedad | EL PAÍS

“Cuando me duelen las heridas, rezo”

La niña vietnamita abrasada con napalm, cuya foto dio la vuelta al mundo, enseña a otras víctimas de la guerra a "perdonar"


De niña Kim Phuc fue víctima de un ataque con napalm. / CLAUDIO ÁLVAREZ (EL PAÍS)

Kim Phuc saluda adelantando la mano y replegando ligeramente el cuerpo, protegiéndolo por instinto. Cuarenta años después de ser víctima del napalm, la enorme cicatriz aún le abrasa, pero la vietnamita compensa este distanciamiento con una gran sonrisa en su rostro de luna.

El 8 de junio de 1972, Kim y sus vecinos del poblado de Trang Bang fueron víctimas de un ataque estadounidense que el joven fotógrafo Nick Ut inmortalizó en una instantánea que dio la vuelta al mundo. Oírla revivir aquel momento cierra el estómago. “Llevábamos tres días refugiados en un templo y de pronto oímos venir los aviones y echamos a correr. Vi caer cuatro bombas. Oí burum burum, un sonido más suave de lo que me esperaba, y de pronto había fuego por todas partes, también en mi piel”.

Su ropa veraniega ardió por completo dejando su cuerpecillo escurrido expuesto a la agresión de la cabeza a los pies. Dos de sus primos, de seis meses y tres años, murieron abrasados. Ella sufrió quemaduras en el 65% de la piel y necesitó injertos en el 35%.


Ataque con napalm del Ejército americano en Vietnam en 1972. La niña de la imagen es Kim Phuc. / NICK UT (AP)

Phuc ve a menudo a “tío Ut”, como llama al autor de la foto. Sin ir más lejos, anteayer estuvo con él en Colonia (Alemania) recogiendo un premio patrocinado por una marca de cámaras fotográficas. Después, ella ha viajado a Madrid a recoger el premio que Save The Children le entrega por la labor de su ONG —The Kim Foundation—, que ayuda a niños víctimas de conflictos bélicos.

Phuc (49 años) tarda en encontrar en el menú algo apto a su dieta. No toma azúcar ni arroz. “El napalm sigue presente en mi cuerpo y tengo mucho cuidado con mi alimentación”. Insiste en que la ensalada venga sin aliño ni queso y de segundo elige bacalao como podía haber elegido cualquier otra “proteína”. Del cuello le cuelgan dos cadenas: una hoja de arce y un crucifijo. La primera es el símbolo de su país de adopción, Canadá, al que huyó durante una escala volviendo de Moscú en la época en que estudió en Cuba —la conversación discurre en inglés pero a menudo salta al español—. Le acompañaba su novio, también vietnamita, que ignoraba sus planes hasta horas antes de aterrizar. “Necesitaba ser libre”, dice Phuc, que siendo un símbolo como era fue sometida durante años al férreo control del régimen comunista.

El Escondite. Madrid

- Dos ensaladas, una con queso de cabra y otra sin.
- Dos bacalaos con rebozado al teriyaki sobre salsa de pimientos del piquillo y espárragos trigueros.
- Poleo menta y té.
- Total dos menús: 24 euros.

Preguntar por el segundo colgante destapa la caja de Pandora. Descubrir el Nuevo Testamento supuso para ella un punto de inflexión. “Yo vivía sufriendo. Odiaba mi vida, odiaba a la gente normal, odiaba a quienes me habían hecho daño, las cicatrices... Leer la palabra de Jesús me cambió. No soy una persona religiosa, pero tengo una relación muy íntima con Dios. Rezo mucho. Cuando me duelen las heridas, rezo. Y cuanto más lo hago, más paz encuentro. Me ha ayudado a amar y perdonar”. No se cansa de repetirlo. “Mi misión es ayudar a otros en mi situación a perdonar, a ser más fuertes por fuera y por dentro”.

En Canadá Phuc y su marido viven con los padres de ella y sus dos hijos que bautizaron por doble partida —Thomas Hoang y Stephen Binh— aunque ella les cita por su nombre anglosajón. Desde 1986 solo ha regresado una vez a Vietnam, en 2004, tras la muerte de uno de sus hermanos, que también aparece en la foto. Va desencajado, delante de su hermanita desnuda. “Él corría más que yo”.


el dispensador dice:
¿por qué semejantes visiones?,
gentes huyendo de sus querencias,
odios sembrados como ciencias,
desprecios cultivando inconsciencias,
metrallas sonando como impaciencias,
dolores acrecentando demencias,
¿dónde ha quedado la decencia?...

gentes hacen artilugio de valores,
suenan canciones que elevan vapores,
mientras bombas estallan diseminando olores,
que queman el alma sudando razones,
imágenes de momentos de espantos,
se acaba la vida y no hay tiempo de llantos,
arrasan destinos indiscriminados,
siempre hay argumentos para añadir al canto...

hay partes de historias que nunca se cuentan,
duelen y arden devorando esencias,
lastiman la vida licuando huellas,
se funden los cuerpos y no hacen mella,
¿sabe de dimensiones aquel que aprieta?,
¿sabe de naturaleza aquel que ejecuta?,
¿dónde va la muerte cruzando esa ruta?...

parece haber una noche de Luna,
ilumina la selva como una duna,
el silencio recoge el miedo que abruma,
niños que huyen desde sus cunas,
¿a quién le sirve plantar la bruma?,
¿quién desconoce el valor de la pluma?,
el conflicto fabrica huérfanos que elucubran,
¿cómo será el sueño si la noche es oscura?...

todo apabulla más de la cuenta,
el recuerdo estampa un dolor que deja su huella,
siento el silbido de la bomba cayendo,
se acerca a un alma que lo va presintiendo,
el impacto produce mucho escarmiento,
las inocencias quemadas se van muriendo,
también hay humildades que se escurren huyendo,
¿quedó algún resultado de aquel momento?,
nunca hay vida después del tormento...

necesitas ser libre y sentir el viento,
necesitas sentir el valor del sentimiento,
abrir la mano y echar semillas,
el dolor cicatriza con el recuerdo,
ahora todo parece estar lejos,
pero el hombre no aprende a soñar despierto,
aquello fue atravesar un desierto,
el sueño imprime decibeles de truenos,
todo ha quedado allá y no lo quiero,
de pronto regresa a seguir latiendo...

siento el dolor de sentidos perdidos,
he abierto las manos perdiendo abrigos,
pasados los años hoy me miro al espejo,
sonrío y lo hago como sé y puedo,
siento que el ángel no me ha abandonado,
escucho a la consciencia que me ha salvado,
hubo oportunismo en los elegidos,
ellos han visto a Dios y son sus testigos.
Septiembre 20, 2012.-

el hombre no ha tomado consciencia del daño que dejan sus guerras, sus conflictos, sus desaciertos, sus empecinamientos, sus engaños, sus mentiras, y hasta sus falsos argumentos... cuando se siembra dolor en el prójimo, alterándole su destino y aquello que se tiene previsto para él, además de quebrar los ciclos, se introduce una paradoja con valor matemático, geométrico y químico que afecta a toda la creación... algo semejante a romper el sentido de una ecuación prudentemente equilibrada. Sus consecuencias permanecen... porque en el más allá de las cosas... no reina tiempo alguno... lo que cual imprime la contradicción, sosteniéndola. Las grandes guerras del Siglo pasado dejaron huella trágica no sólo en las vidas afectadas, de una u otra formas, alteraron las secuencias de las herencias que hacen a las esencias de la vida... Corea, Vietman, y todos los conflictos subsiguientes hasta hoy agravaron las paradojas... y éstas flotan envolviendo a la Tierra en dolor. Desde luego, ningún poder se hará cargo de sus responsabilidades en la materia, del mismo modo que la propia Iglesia Católica ha sido socia de silencios y torturas fundamentalistas desde la implantación de la inquisición como modelo de subsistencia de perversidades y cinismos... Se curan las heridas de la piel... no se curan las heridas del alma... y estas permanecen, aunque no se crea, en la propia eternidad. Más allá, todas las paradojas fabricadas por las negligencias del hombre, deberán ser resueltas por imperio del verbo. Sin atenuantes, siempre.-

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