martes, 12 de junio de 2012

COROS AL ALBA || El sonido de la naturaleza | elmundo.es

El sonido de la naturaleza | elmundo.es


EL AMANECER EN UNA COLONIA DE GARCILLAS


Carlos de Hita

No abundan últimamente las historias de éxito en el mundo de las aves. Para la mayoría de las especies corren tiempos de declive. Sólo algunas, contra todo pronóstico, experimentan un aumento en sus poblaciones y la extensión de su área de distribución.

Es el caso de las garcillas bueyeras, que han sabido sacar partido a su costumbre de rebuscar alrededor del ganado los invertebrados que les sirven de alimento. En las últimas décadas, picoteando detrás de vacas y ovejas, pero también de elefantes, ñúes y búfalos, han emprendido una expansión planetaria que les ha llevado por todos los continentes, excepto -y mientras allí no haya vacas- hasta la Antártida.

En consecuencia, el mundo es ahora mucho más ruidoso que hace unos años. Si el tópico reinante dice que la armonía rige el paisaje sonoro, un amanecer en una colonia mixta de garcillas bueyeras con martinetes, garzas reales y demás ardeidas, desmiente cualquier idea preconcebida. Son las seis de la mañana en un bosque de galería en la orilla del Tajo, en la provincia de Toledo; uno de los escasos tramos no embalsados en los que el gran río aún fluye. En una franja de no más de veinte metros de ancho ocupada por una maraña de troncos y ramas caídas de tarayes, álamos y moreras, unos cientos de garcillas bueyeras han instalado sus nidos. Desde lejos la visión del conjunto es una armónica línea arbolada verde sobrevolada a poca altura por decenas de aves de plumaje blanco. En la distancia corta, desde dentro, bajo los nidos, la cosa cambia; toda la vegetación está chamuscada, afectada por los ácidos de las deyecciones de las garzas. Y el estruendo es ensordecedor.

Todavía a primera hora, entre las dos luces del alba, se llegan a distinguir las voces de los otros habitantes del soto: los graznidos de los noctámbulos martinetes, los gritos de unas grajillas y la canción de un ruiseñor, que no ha cesado de cantar en toda la noche y que quizá lo siga haciendo durante todo el día.
Foto
Una garcilla posada sobre una rama. | Carlos de Hita.

En estos momentos de relativa serenidad, por todo el soto se escuchan los silbidos agudos y los matraqueos de los pollos hambrientos. Pero con los primeros rayos comienza la actividad. Las garcillas gritan, gorgotean, gimen y gruñen mientras revuelan sobre las copas, se enredan entre las ramas, pelean por nada.

El griterío sube tantos decibelios que ni siquiera las garzas reales, mucho más potentes pero menos numerosas, son capaces de sobreponerse por encima de las bueyeras.

Al cabo de un rato las garcillas se diseminarán por los campos, y quizá entonces la canción del ruiseñor volverá a dominar la atmósfera del soto.
Orillas del Tajo, con Francisco Márquez como guía, jueves 7 de junio de 2012




el dispensador dice:
he escuchado coros al alba,
conciertos de aves en mi ventana,
he visto pasar al hornero,
cultivando sus talentos de genio alfarero,
he conversado con la lechuza,
construyendo inteligencias desde su musa,
también he visto al búho,
señala el camino para quien lo tuvo...


garcillas bueyeras allá en Talapampa,
me miran llegar como quien se espanta,
saben que soy portador de una paz singular,
descienden sobre el frente de las sombras del humedal,
más adelante vendrán las quebradas,
justo allí comienzo a recuperar el alma...


justo en este preciso instante,
el mediodía ha pasado,
me espera un largo viaje entrelazado,
mientras espero la hora, atiendo el recado,
las aves conversan sobre mi árbol,
me dicen que siga... que no ande aflojando,
los años pasan, tiempos pesando,
pero dejo llevar como cualquier paisano,
reconozco el caballo por lo que va pensando,
ahora me alejo como quien busca descanso,
ando a tranco lento como viejo paisano,
he escuchado un coro que me está llamando,
son los ángeles del cielo revoloteando,
los veo ir y venir, buscando y buscando,
cuando canten en mi ventana... me estarán llevando.
Junio 12, 2012.-


El sonido de la naturaleza de Carlos de Hita, es una de las más bellas creaciones propia de quien está en armonía y concierto con la naturaleza que lo contiene.

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