jueves, 28 de junio de 2012

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Doctorow: “El modo de pensar ficticio es un talento” | Cultura | EL PAÍS


ESPECIAL CUENTO

Doctorow: “El modo de pensar ficticio es un talento”

El escritor estadounidense da una clase de relato en 'Todo el tiempo del mundo'

Afirma que el cuento no tiene reglas, y si las tiene hay que romperlas"


El escritor E. L. Doctorow.
E. L. Doctorow (Nueva York, 1931) se convirtió en un grande de la literatura norteamericana gracias a su luminosa reinvención de la novela histórica con libros fundamentales como Ragtime (1975), Billy Bathgate (1989) o Homer y Langley (2010). Ganador de todos los premios importantes de su país —desde el National Book Award hasta el Pen/Faulkner—, Doctorow es también un cuentista inspirado, como lo prueba Todo el tiempo del mundo, en editorial Miscelánea, y que incluye algunos relatos magistrales ('Walter John Harmon', 'Integración', 'El escritor de la familia'). Doctorow ha accedido a conversar con EL PAÍS por correo electrónico.
Pregunta. En el prólogo, usted sugiere que la novela es una exploración y el cuento algo mucho más decidido de antemano. ¿No se puede explorar en el género cuentístico?

Respuesta. El cuento es más pequeño en escala de modo que puedes ver el final más fácilmente. El viaje no es tan largo aunque sigue siendo un viaje, una forma de descubrir lo que quieres contar camino a su final. Ni el cuento ni la novela tienen reglas. Y si las tienen, están ahí para ser rotas.

P. ¿Por qué la decisión de publicar un libro que mezcla cuentos antiguos con nuevos? ¿Es una antología?
R. Quería publicar una selección de mis mejores cuentos, tanto antiguos como nuevos. Algunos cuentos tratan de temas muy contemporáneos: la inmigración, el lugar de la religión, etcétera.

P. ¿Puede leerse el libro como una mirada a los Estados Unidos hoy?
R. Puede leerse como el lector quiera leerlo. El poeta norteamericano Archibald MacLeish solía decir: “Un poema no debería significar, solo ser”. Pienso de la misma manera con relación a los cuentos.

Ni el cuento ni la novela tienen reglas. Y si las tienen, están ahí para ser rotas
P. Uno de los temas que domina el libro es el deseo de perderse en una comunidad, asimilarse al país, en oposición al deseo de individualidad y libertad ('Walter John Harmon')…
R. El deseo de libertad y el de encontrar una comunidad no son siempre opuestos. Que sean vistos así es la forma en que las nuevas religiones nacen, o, si usted lo prefiere, la forma en que la gente escapa de una forma de opresión a otra.

P. Al final de 'Willi', el narrador sugiere que nuestras historias personales no son nada cuando se las compara con la destrucción producida por las grandes fuerzas de la historia…

El deseo de libertad y el de encontrar una comunidad no son siempre opuestos
R. No lo veo así. Para mí el final es irónico: incluso cuando las grandes fuerzas de la historia nos destruyen, las historias personales lo son todo para nosotros. De otro modo, ¿para qué contarlas?

P. 'El escritor de la familia' hace recordar una de las definiciones de Mario Vargas Llosa sobre la literatura: una mentira que permite llegar a la verdad. Novelas como Ragtime o Homer y Langley juegan con la exactitud de los detalles históricos en un intento de llegar a una verdad más profunda…
R. Bueno, Vargas Llosa no ha sido el primero en decir eso. En todo caso, en relación a ese cuento, me gusta pensar que el joven escritor aprende primero a través de su propia escritura, incluso antes de aprenderlo de manera consciente. El modo de pensar ficticio es un talento, un don. Las verdades que uno descubre así son tan confiables como las de la ciencia o la filosofía.

P. Uno de sus cuentos, 'Wakefield', trae a la mente a Hawthorne. ¿Qué cuentistas incluiría en su canon personal?
R. Hawthorne, por supuesto, pero también Joyce, Hemingway, Chejov. Hawthorne por su imaginación alegórica; Joyce, por el momento de revelación en torno al cual construye sus cuentos; Hemingway por lo mismo, pero también por su confianza en la frase declarativa simple. Todos ellos me han enseñado algo. Quizás Chejov es el que más me ha enseñado, sobre todo porque la suya es la voz más natural de la ficción. Sus cuentos parecen esparcirse sobre la página sin arte, sin ninguna intención estética detrás de ellos. Y así uno ve la vida a través de sus frases.


el dispensador dice:
- hacia dónde vas?.
- hacia el infinito...
- no suena muy lejos?.
- lo suficiente como para no sentirme añejo...
- no aparece como soberbia?.
- es de humildes andar cerca pero ir lejos, muy lejos...
- pero, dónde queda el infinito?.
- en la voluntad de querer andar prescindiendo del tiempo...
- no crees que estamos atados al tiempo?.
- sí, mientras no descubres como desatarte, pero cuando lo haces... y comprendes que no debes huir, sino simplemente andar...
- cómo es eso?.
- cuando comprendes que eres substancia de suelo, del suelo que pisas... cuando sientes que las plantas que pisan el suelo, el césped, la tierra, son uno e indivisible ser... y cuando entiendes que respiras un aire que compartirás con árboles y plantas, que te regresarán nuevos aires, para que sigas siendo tu durante un lapso...
- sí, pero entonces regresas al tiempo.
- sí, regresas, pero de otra forma, porque comienzas a comprender la importancia que tu ser, este cuerpo, tiene en un momento del espacio-tiempo al que has sido concertado por un motivo divino, anotado en la gracia y expresado en el don...
- entonces, y después del espacio-tiempo?.
- después del espacio-tiempo vienen los sentidos de la luz, algo que parece intangible, pero que en verdad funciona al modo de un tobogán desde donde Dios se comunica contigo... depende de ti escucharlo mediante la voz de tu conciencia... depende de ti atenderlo a través de tu ángel... y cuando eso sucede, te das cuenta que no hay ni espacio ni tiempo, y que todo es luz eterna...
- pero Einstein dice que la luz contiene velocidad.
- Einstein lo dijo como hombre de las ciencias humanas... pero seguramente nunca se introdujo en los recovecos del espíritu... y sucede que allí reside la esencia de este ángulo... la luz no tiene ni espacio ni tiempo... desde ella venimos y hacia ella vamos, permanentemente...
- él (Einstein) solía decir en sus círculos íntimos que había algo más.
- sí, algo he leído al respecto, y no fue el único... pero dichas esencias son anteriores a los ptolomeicos, que a su vez eran herederos de otros conocimientos y de otras sabidurías, más universales, menos mezquinas... en lo personal, he descubierto que el destino de las personas, así como el de la propia Tierra, se dobla sobre sí mismo, y al hacerlo produce un "giro" que se vincula con otras circunstancias del universo quieto, y con "momentos" del universo inquieto... pero para ello, también debes saber leer los sueños...
- lees tus sueños?.
- sí, los leo, pero alguien me enseñó a hacerlo... pero para ello, una vez más, hay que desprenderse del cuerpo y hay que ver y oír con el alma, allá, donde no hay ni espacio ni tiempo alguno...
JUNIO 28, 2012.-



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