sábado, 14 de enero de 2012

ESCENAS & ESCENARIOS || Tras los pasos del Velázquez que copió a Tintoretto - ABC.es

Cultura

Tras los pasos del Velázquez que copió a Tintoretto

Un nuevo estudio confirmaría la tesis de que la copia perdida de la «Última Cena» que hizo el sevillano en Venecia está en la Academia de Bellas Artes

Día 14/01/2012
 
Felipe IV envió a Velázquez a Italia no solo para comprar obras originales para los Reales Sitios, sino también vaciados de célebres esculturas y hacer copias de su mano de obras de grandes maestros, según consta en el testimonio de un coetáneo. Durante su primer viaje a Italia (1629-1631), Velázquez descubrió a los artistas venecianos. Especialmente, le entusiasmó Tintoretto, tanto que se metió hasta la médula de su pintura. A él le debe la genial concepción espacial de «Las Meninas». Sabemos, por Antonio Palomino, de la admiración que profesó el sevillano por «El Paraíso» del pintor veneciano, y también que copió dos obras suyas: una «Crucifixión» y una «Última Cena», probablemente la que pintó entre 1579 y 1581 para la Scuola Grande di San Rocco —algo así como la Capilla Sixtina de la pintura veneciana—. Pero el paradero de las copias siempre ha sido un misterio. Había pistas que apuntaban a la Academia de Bellas Artes. Entre los fondos de su colección hay una pequeña copia de esa «Última Cena» de Tintoretto —de dimensiones mucho más pequeñas que el original: 65 x 52 centímetros frente a 538 x 487—, que ha dividido a los especialistas. Para unos, es un boceto del propio Tintoretto; para otros, una copia de su taller e, incluso, se pensó que pudo salir de las manos de Velázquez. Hoy la obra está expuesta en la primera planta del museo de la Academia. En la cartela reza: copia de Tintoretto.
 
En el siglo XX la crítica estuvo muy dividida: Christopher Norris, Bernardino de Pantorba, Alfonso Pérez Sánchez, Julián Gállego y José Manuel Pita Andrade creían que sí era una copia de Velázquez. Los hay, como Jonathan Brown, José López Rey o Salort Pons que no estaban de acuerdo. En 2007 se celebró en el Prado una gran exposición dedicada a Tintoretto. Su comisario, Miguel Falomir, apuntaba en el catálogo que, a favor de que sea de Velázquez «juega su carácter abocetado y su reducido tamaño, que sugieren una copia ante el cuadro, y algunos elementos de sabor velazqueño, como las hierbas en primer plano. Por contra, una mujer a la derecha es demasiado floja, aun tratándose de boceto, para la calidad del sevillano».
El debate había quedado silenciado en los últimos años, pero ha vuelto a la luz gracias al estudio que han llevado a cabo Gloria Martínez y Ángel Rodríguez, de la Fundación Universitaria Española, publicado en la revista «Archivo Español de Arte». En él examinan las semejanzas y diferencias tanto técnicas como estilísticas de ambas obras y llegan a la conclusión de que la obra de la Academia es la copia velazqueña de la «Última Cena» de Tintoretto. Sería la primera copia de Velázquez de una obra de otro artista que se conserva y la primera pintura de Velázquez que tendría la Academia (solo posee un dibujo). El año pasado esta institución halló en su colección un Van Dyck. La copia de Velázquez de la «Última Cena» de Tintoretto aparece citada por vez primera en el inventario del Alcázar de Madrid de 1666. Desde entonces sufrió un baile de atribuciones (Velázquez, Tintoretto, Veronés...) y de sedes (Palacios del Buen Retiro y Buenavista). Pudo formar parte de la colección de Godoy y de ahí pasar a la Academia de Bellas Artes, donde figura desde 1817.


Dos grandes conocedores de Velázquez en el Prado (Javier Portús y Carmen Garrido) afirman que el estudio es serio e interesante, aunque no definitivo, y prefieren mostrar cautela a la hora de afirmar que la copia es de Velázquez. La obra viajará al Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE) y es probable que después recale en el Prado, donde podría compararse con obras de su primer viaje a Italia, como las dos vistas de la Villa Medici, «La fragua de Vulcano» o «La túnica de José». Portús subraya que la copia «es irregular, con zonas más flojas, y Velázquez se mantuvo siempre a un nivel muy alto, pero el artículo es interesante y reabre un viejo debate con más datos sobre la mesa acerca de su procedencia». Garrido dice que «es muy difícil valorar a un pintor copiando a otro, pues no lo hace con sus propios recursos. Vi la obra, encontré cosas que se aproximaban a la manera de pintar de Velázquez. Podría ser copia suya, pero es difícil poder afirmarlo con certeza. Siempre planteará dudas».
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el dispensador dice: la vida se impregnando de vivencias al modo de una esponja, similar a una rodaja de pan nadando en los efluvios de una ensalada... en dichas vivencias hay imágenes que guardan más valor y más sentido que una fotografía. Imágenes que se imprimen en recuerdos y recuerdos que conservan la huella del "instante" en una imagen imborrable, que desaparece como por arte de magia para regresar subrepticiamente, sin avisar, justo en el momento menos esperado, haciéndose presente para dejar establecido que justo allí estuvo tu alma... huella indeleble de pasados insondables. Puede retratarse, puede pintarse, pero ninguna tela sostendrá el aura de aquel "ayer irrepetible"... ¿qué hizo que fuera así?, justamente, la convergencia de las almas en armonía... cordones umbilicales entrelazados con el más allá envolvente, embriagante de serenidades celestiales que descienden para cobijar a los espíritus y proteger aquello que nunca más se repitará, ni aún buscándolo. Donde reside el verbo, el espíritu inunda a las almas y les enseña el significado del "valor", valor de la palabra, valor del sentimiento, valor de la mirada, valor de la entrega, valor de la convicción, valor del convencimiento por medio de la FE, valor de la luz, valor del vínculo y su efecto multiplicador... verbo es creación... sin embargo, no todos los verbos pronunciados inducen a "crear" algo, antes bien se pronuncian bajo el signo de una intención que esconde un algo más, un excedente que el propio verbo detecta, retrayéndose y limitando dicha expresión a un simple pasaje. Pronunciar implica comprometer... pero si dicho compromiso se ve alterado por una "mentira" pronunciada por el "otro", el vínculo se retuerce hasta convertirse en flecos... no se ven, pero son... no se ven, pero están... y ello conduce a que el puente que sostenía el vínculo se quiebre para siempre... aún cuando la mentira no se descubra, nada reparará el puente quebrado y el hilo de plata desflecado hasta cortarse. Hay muchos ejemplos a lo largo de la historia humana, tantos como en la vida de cada quién... muchos han sido pasados por alto, luego cada persona sabe qué quebró, que hilo cortó, o qué ayudó a que lo que fue, simplemente no sea más. En la traición pesa la conciencia, implacable... en la mentira intercede el ángel de la guarda, quién también será implacable... ¿qué se rompió más allá del vínculo de las personas?... ¿qué se quebró más allá del puente invisible?... ¿qué se hizo trizas más allá del hilo de plata invisible?... se curan las heridas de la piel, no las del alma... las que aún cuando se lleven silenciosamente en lo íntimo, flotan acompañando al aura y a su sombra... nada se ve, pero está impresa en el destino que opera al modo de un sello. Si el sello se rompe, junto con él se evapora una página... si el sello se coloca por primera vez, se agrega una página al libro de la vida... si el sello se repone, se repone una página... si... todo guarda el sentido de la gracia y su condición. Siempre hay una última cena plena de armonías... también siempre hay una última cena abarrotada de desconciertos. Los agoreros de la propiedad intelectual se empecinan a hallar a los culpables, a cazar las brujas al modo de una inquisición determinada a exterminar el pensamiento que se conduce por los opuestos por el vértice... pero ellos no aportan, simplemente cazan y denuncian, buscar lastimar y herir, nunca contribuir y de hecho su paso por la vida se inmortaliza en los desiertos... "pasó sin hacer nada por nadie, ni siquiera por él mismo, asegurándose de arrasar con la paz del prójimo, con su esfuerzo y su voluntad". Todo aquello que parece no ser conocido por nadie... todo aquello que parece no haber sido detectado por nadie... queda grabado hacia el infinito de las eternidades, acosando al victimario al modo de una avispa, de varias de ellas, de miles de ellas. No se ve el infierno en la pintura, tampoco en el retrato, éste reside en el escenario donde se transitó la escena... igualmente... no se ve el paraíso ni las padreras del señor en pintura alguna, tampoco en un retrato, mucho menos en una fotografía, pero el paraíso reside en el escenario que contuvo a las almas y sus energías, transitando sus destinos al modo de una escena donde el guión... el guión lo escribe el "verbo". Enero 14, 2012.-
dedicado a: Osvaldo Víctor, dónde quiera que estés.

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