lunes, 19 de diciembre de 2011

LOS CAMINOS DE LA NAVIDAD | hora cero del tercer paso

el dispensador dice: ¿dónde comienza el cielo y termina la tierra?... ¿dónde comienza el suelo y termina el cielo?... ¿qué armonías subyacen en las energías universales confrontadas en dimensiones ininteligibles?... ¿es acaso la vida una gracia divina?... indudablemente la vida es una gracia que, a través del destino escrito en el libro de la vida e inscripto en las savias del árbol de la vida, se traduce en la necesidad de un afán que depende del mañana necesario, ése hecho intangible que se vincula a los ciclos, sus espirales y sus pendientes, ascendentes y descendentes. El cielo ofrece a cada quién una paleta de visiones que alerten al alma y cada muestra es individual, guarda significado para quien la ve, la observa, la contempla... asumiendo que puede suceder que ese acto de gracia pase desapercibido y que quien lo tiene que notar, no lo haga... léase, las bendiciones van y vienen, pero no siempre son tenidas por tales, porque no siempre son entendidas, comprendidas y/o asumidas. El hombre pretende "ganar" algo en todos y cada uno de sus encuentros, sin darse cuenta que la oportunidad es mucho más que un triunfo sobre algo o sobre alguien... la oportunidad le brinda la "puerta" a un hito del mañana necesario de su destino, donde muchas veces "ganar" significa "perder", más tarde, más adelante, en algún momento. Entonces, aquello que pareció un "triunfo", se transforma en una pesadumbre, en un llanto, en una frustración, y hasta en un drama... sin embargo, la conducta errática y errada suele repetirse y hasta empecinar a los espíritus obstinados. Se parte de la premisa equivocada de la propiedad sustentada sobre el desprecio y la omisión, sobre la vanidad y la razón, que no es otra cosa que un ángulo de las conveniencias. Las razones divinas no son las del hombre, por ende las razones universales del verbo contienen a un hombre que reniega de ellas... sin asumir que en verdad, las razones que nos rigen los días, están per se más allá de cualquier razón humana, y como consecuencia de ello están más allá de las pretensiones individuales. La vida es algo semejante a una sucesión de agujas que deben ser enhebradas, prolijamente... para ello el cielo te concede puertas, portales y ventanas al modo de "oportunidades"... muchas veces, esas mismas puertas, portales y ventanas deben ser abiertas y transpuestas... otras tantas no... para lo cual, el hombre depende del reconocimiento del sentido de las esencias... si eso no ocurre, el tránsito por la vida se torna en un paso ciego, en una adivinanza, porque se desoye a la consciencia y se desmerece al ángel, el propio, el custodio del alma en curso de su ciclo. Lo apuros y las controversias suelen nublar los horizontes, peor aún, suelen desdibujar la senda y hasta borrar las huellas en la creencia que "nadie ve", "nadie oye", "nadie observa"... sin embargo, toda palabra que se pronuncia flota de cara a la eternidad... toda intención que se contiene se traduce de cara a la eternidad... todo lo que se mira y se piensa, aún cuando no sea pronunciado, se inscribe en los cielos... de allí que esta escuela denominada vida dependa de un momento de luz en la gestación, de uno consiguiente en la maduración, y de uno consecuente en el alumbramiento... el momento en que, dejando atrás el baño de madre, el hombre alcanza los tiempos respirables para "ser", sólo por un lapso. Un tiempo dónde recibe la gracia de un destino que debe cumplirse para luego regresar a la verdadera la vida, ésa que no depende de la sed y el hambre, sino del espíritu y su calidad, sólo eso. Y ser parte del espíritu no es un tema de menor cuantía... Diciembre 19, 2011.-

"los girasoles te miran, te observan, te contemplan... tú no los ves, no los aprecias, pero ellos son tus testigos, son los que dan testimonio de tu paso y de tu sombra- En ellos puede residir tu consciencia, tanto como estar presente tu ángel de la guarda. Léase, ellos son los testigos de tu Navidad".

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