martes, 29 de noviembre de 2011

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Walter Oppenheimer

La biblioteca de la paz

Por: | 29 de noviembre de 2011
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Jimmy Vitty, bibliotecario de la entonces decadente Linen Hall Library, estaba en 1969 en un pub del centro de Belfast cuando alguien le entregó una octavilla sobre la campaña de los derechos civiles. Hizo lo natural en su profesión: guardar el papel. Aquella simple octavilla se convertiría con el tiempo en la primera pieza de un archivo histórico: los más de 350.000 documentos que forman hoy la colección más completa y neutral sobre el conflicto que durante más de 40 años haría desangrarse a Irlanda del Norte.

Belfast quiere ponerse de moda, intenta mirar al futuro. Aunque, en los barrios más conflictivos, los llamados muros de la paz siguen separando a católicos y protestantes, los modernos centros comerciales y los acristalados complejos de oficinas empiezan a llenar de color una ciudad que uno tiende a recordar en blanco y negro, como las imágenes de la violencia que sacudió el Ulster desde finales de los años 60.

Ahora, ex paramilitares de ambos bandos se han reconvertido en guías turísticos y llevan al visitante por calles míticas del imaginario de aquel conflicto, como la protestante Shankill Road o la católica Falls Road, para que el turista fotografíe los murales que glorifican a cada bando. Quedan murales de la época, pero hoy son sobre todo murales nuevos, en los que el sectarismo se camufla detrás de cantos a los viejos héroes y a casi todas las causas perdidas: una forma de justificar las acciones propias en el pasado sin caer en la apología de la violencia. Los hay también sorprendentemente hermosos, pintados por artistas extranjeros llegados a Belfast quizás con la intención íntima de convertir la capital del Ulster en un nuevo Berlín. Tarea difícil, eso sí, aunque muros de la vergüenza y cerveza a granel conforman un primer punto de encuentro.

Linen_Hall_Library,_Belfast,_March_2011_(02)La Linen Hall Library no está en esos itinerarios turísticos, pero debería ser de visita obligada para el forastero que de verdad quiere profundizar en la atormentada historia de Irlanda. Un país en el que en tiempos no tan lejanos te clasificaban según caminaras por el lado izquierdo o derecho de una calle que tenía la desgracia de ser frontera invisible entre las dos comunidades. En el que saben de qué pie calzas según digas Irlanda del Norte o digas Norte de Irlanda. O según te refieras a Derry o a Londonderry.

Nada de eso existe en la modesta azotea reconvertida en sala de trabajo que acoge a quienes vienen a la biblioteca a estudiar “el conflicto”. O simplemente a curiosear entre las estanterías. “Esto siempre ha sido un lugar muy neutral de trabajo”, presume el actual bibliotecario. “Ninguna institución en Irlanda del Norte ha hecho más para promover la ilustración y representa un futuro mejor para todos nuestros ciudadanos”, ha proclamado el poeta y premio Nobel de Literatura, Seamus Heaney, un católico lo bastante tolerante como para compartir mantel con la reina de Inglaterra pero lo bastante comprometido como para negarse a brindar por el monarca y rechazar un premio al mejor poeta británico porque él, hijo del Norte de Irlanda, se considera irlandés.

Hay también cumplidos desde el otro lado. “Considero esta colección de una importancia trascendental. Cuando los futuros eruditos vengan a analizar el conflicto de Irlanda del Norte será un punto de partida indispensable”, ha proclamado Paul Bew, un académico protestante especializado en la historia de Irlanda que en los primeros años del conflicto se manifestaba en defensa de los derechos civiles de la población católica y al que la reina convirtió en lord, el barón Bew de Donegore, por sus esfuerzos a favor del proceso de paz.

Hoy en día la Linen Hall Library dispone de más de 350.000 piezas de documentación, desde libros, folletos, periódicos, programas electorales y panfletos a posters, fotografías, cartas, felicitaciones  navideñas, películas o vídeos. Con un núcleo duro de 14.000 libros sobre los disturbios, analizados desde todos los ángulos. Una colección de material que “documenta las actividades y puntos de vista de todas las partes implicadas en el conflicto, desde los paramilitares a los gobiernos”, según la entidad.
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La biblioteca está situada en el corazón de Belfast, en un antiguo almacén textil en los que hoy son los números 17 y 19 de Donegall Square North, enfrente del más bien pretencioso edificio del City Hall. Para los que ni siquiera tengan interés por los libros, la cafetería de la biblioteca es un agradable remanso de paz y un lugar ideal para hacer un alto a media mañana o tomar una bebida caliente y un pedazo de pastel a media tarde. Sobre todo ahora que llega el invierno.

Y la Linen Hall Library no es sólo un foco de lectura y estudio sobre los disturbios del Ulster, sino sobre la historia y la cultura de toda Irlanda. Sus orígenes se remontan a hace más de dos siglos. Aún no rodaban cabezas al pie de la guillotina en el París revolucionario cuando los artesanos locales fundaron en 1788 la Sociedad de Lectura de Belfast como alternativa a las bibliotecas de la nobleza. Cuatro años después se convirtió en la Sociedad de Belfast para la Promoción del Conocimiento, una mezcla de biblioteca, museo y academia dominada por radicales y revolucionarios en un momento de especial efervescencia en Europa. Su segundo bibliotecario, Thomas Russell, fue un líder de los United Irishmen que fue detenido en los locales de la entidad y posteriormente ejecutado.

Ya convertida en Linen Hall, entró en un largo periodo de sopor y decadencia que la dejó a las puertas de la desaparición hasta que en 1888 se trasladó a sus actuales locales y floreció de nuevo. En 1918 entró una vez más en declive y en 1980 el ayuntamiento propuso su cierre. Se salvó porque hubo una revuelta contra las intenciones del consistorio y, tras una campaña popular de recogida de fondos, volvió a florecer. Gracias a ese dinero y al de donantes tan heterogéneos como la Lotería Nacional británica o la Unión Europea. Y así sigue. Más bien pobre, pero con más prestigio que nunca.
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el dispensador dice: creo en el poder de las bibliotecas, creo en sus contenidos, creo en sus convocatorias, creo en sus llamados, porque el libro es en sí mismo un puente que comunica al alma del escritor/autor con el alma del lector, pronunciante o silencioso, aunando sentimientos o bien confluyendo hacia la interpretación de un mensaje explícito que desciende desde el mundo de las ideas para instalarse en la mente de un "elegido" para la oportunidad y luego diseminarse en los aires a través de páginas de reflexiones, sentires, vivencias y pensamientos generadores de nuevas escalas ascedentes, buscadoras de nuevas ideas en la dimensión de las esferas. El hombre ha construido este quinto SOL sembrando conflictos, donde lo enseñado en Babel es paradigma de desencuentros, tanto como el diluvio universal lo fué, pero más allá de las consideraciones bíblicas, todas las escrituras antiguas, sagradas o no, hacen referencia a dos choques de conciencias, por un lado el enfrentamiento del hombre (efímero) con su Dios (eterno), por el otro el enfrentamiento de la esencia del propio hombre (consciencia versus inconsciencia) que hace de su tránsito respirable una lucha atroz entre los hijos de la luz y los hijos de la tinieblas, interminable desde lo conceptual, interminable desde lo místico y desde luego, también desde lo cosmogónico ya que trasciende las fronteras de las dimensiones, sus espacios y sus tiempos. Detrás, los conflictos en el seno de los reinos se ha extendido por milenios a otros semejantes, equivalentes, en el seno de los virreinos pretendientes de poderes vacíos, así como de los principados y los suyos, y luego de ello las mentidas democracias y los peores socialismos comunistas donde el poder de los pocos somete y esclaviza a los muchos, denigrando sus respectivas condiciones humanas... y en dicho contexto el ser humano no aprende las lecciones, reiteradas, que bajan desde los cielos o desde donde sea que descienden. Las bibliotecas del paradigma, por caso la Alejandrina ptolomeica, o bien la de los códices mayas de la Honduras, son ejemplos de cómo la irracionalidad impera arrasando las consideraciones y sus fundamentos. En la quema de las páginas se expresan la intolerancia y la discriminación del pensamiento de los unos contra los otros, intentando demostrar que la razón es patrimonio de las segundas intenciones y que el espíritu en sí mismo guarda escasa importancia a la hora de los "efimerismos" del hombre... un hombre que quiebra el sentido de los valores para luego hablar de la importancia de la paz, sin lograr asumir los primeros para luego burlar la segunda. En dicho contexto, el hombre se pierde a sí mismo, una y otra vez, implacablemente, llevándose consigo a su suelo, a su aire, a su agua, y a sus fuegos... léase, atropellando esencias que demandan tiempo para reorganizarse, ocupar espacio en el mundo de las ideas, y descender nuevamente a buscar entidad a través de las almas acuciadas de la Tierra. Más allá de los combates por las fronteras y las banderas, espacios virtuales donde los oportunismos se revelan, existe un combate donde las sabidurías de la luz se enfrentan con las inteligencias de las tinieblas... las primeras, sabidurías, por el hecho de ser "sabias" guardan siempre la medida de las consecuencias, por ende la "paz" tiene un sentido de ida y vuelta que evita la transgresión como mecanismo de poder... las segundas, tinieblas, por el hecho de ser "inteligentes" son utilitarias por excelencia, de allí que cualquier fin justifique sus medios. Mientras las sabidurías siembran valores, las inteligencias los quiebran tanto como los puentes de los afectos... pero el hombre corporizado no comprende que sin paz termina no habiendo hombre... pero el hombre corporizado no comprende que sin aire termina no habiendo ciclos ni tampoco espirales... pero el hombre corporizado no comprende que sin agua no hay cuerpo... pero el hombre corporizado no comprende que sin suelo se consumen los espacios y se esfuman las geometrías... pero el hombre corporizado no comprende que sin fuegos la ebullición alcanzaría al mismísimo mundo de las ideas, eliminando el sentido esencial de los destinos, el libro de la vida y su árbol. Entonces, el espíritu de ése mismo hombre ya sin su cuerpo, no logra desentrañar las diferencias, asumiendo que la competencia y los conflictos son inductores de almas hacia purgatorios e infiernos a escalas. Creo en el poder de Pérgamo y de las siete bibliotecas y sus contemporáneas, por ende creo en el poder de las otras bibliotecas no electrónicas ya que éstas últimas son fuentes de otros costales que el hombre no percibe, tampoco entiende. Así como ningún "muro" tiene capacidad para cultivar la "paz", todas las bibliotecas son puentes de sentimientos... si buscas allí, entre sus páginas, se encontrará la "revelación" que hace que el mundo permanezca más allá de los sentimientos encontrados del hombre. Sólo cuando el hombre logre liberarse de sus conflictos internos, justo allí, hallará la paz que le es esquiva, interminablemente esquiva. El hombre no es nada sin su alma, pero su alma no es nada sin su pertenencia al espíritu máximo, el Santo, que no guarda otra espada que no sea la de los sentidos esenciales de las geometrías del espacio. Dios te salve María, llena eres de gracia, bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre... Santa María, madre de la palabra del Señor, ruega por nosotros, ahora y en la hora de nuestra alma. Amén. Noviembre 29, 2011.- 

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