jueves, 11 de agosto de 2011

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Elementos clave para la vida en la Tierra llegaron del espacio
Científicos demuestran por primera vez que partes básicas del ADN encontradas en meteoritos ya estaban en las rocas antes de impactar contra la Tierra
J. de j. / madrid

Día 10/08/2011 - 09.48h
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Goddard Space Flight Center/Chris Smith
Los meteoritos contienen un gran variedad de nucleobases, bloques esenciales del ADN

Un experimento de 1958 pudo haber demostrado cómo se originó la vida
Nuevos hallazgos en asteroides pueden alterar la teoría del origen de la vida en la Tierra


Desde hace años, los científicos han descubierto pruebas de que los meteoritos contienen ciertos bloques de construcción del ADN, la molécula que porta las instrucciones genéticas para la vida. Sin embargo, los investigadores no se ponían de acuerdo sobre si esos fantásticos elementos hallados en las rocas caídas del cielo provenían realmente del espacio o si, en cambio, no eran más que el fruto de la contaminación terrestre. Ahora, una nueva investigación financiada por la NASA ha encontrado pruebas de que sí, efectivamente, ese tesoro fundamental para la creación de la vida no fue originado entre nosotros. El estudio, que aparece publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), respalda la polémica teoría de la Panspermia, que acepta que la vida pudo llegar a la Tierra a bordo de asteroides o cometas que impactaron contra ella.

«Hemos descubierto componentes del ADN en los meteoritos desde la década de los 60, pero los investigadores no estaban seguros de si realmente se habían creado en el espacio o si, por el contrario, estaban ahí por contaminación de la vida terrestre», explica Michael Callahan, del centro espacial Goddard de la NASA en Greenbelt (EE.UU.). «Por primera vez, tenemos tres líneas de evidencias que, juntas, nos dan la confianza que estos bloques de construcción del ADN en realidad fueron creados en el espacio», subraya.

El hallazgo se suma a la creciente evidencia de que la química dentro de los asteroides y cometas es capaz de hacer bloques de construcción de moléculas esenciales. Por ejemplo, con anterioridad, los científicos del laboratorio de astrobiología del Goddard habían encontrado aminoácidos en varias muestras del cometa Wild 2 obtenidas por la misión de la NASA Stardust, y en varios meteoritos ricos en carbono. Los aminoácidos se usan para fabricar proteínas, las moléculas que «tiran» de la vida, utilizadas en todas las estructuras, desde el pelo a las enzimas.

Meteoritos ricos en carbono

En el nuevo trabajo, el equipo de Goddard trituró muestras de doce meteoritos ricos en carbono, nueve de los cuales fueron recuperados de la Antártida. Cada muestra fue extraída con una solución de ácido fórmico y fue analizada con un cromatógrafo de líquidos, un instrumento que separa compuestos, y con un espectrómetro de masas, que ayuda a determinar su estructura química.

Los científicos encontraron adenina y guanina, que son componentes del ADN llamados nucleobases, así como la hipoxantina y la xantina. El ADN se asemeja a una escalera de caracol, donde la adenina y la guanina conectan con otros dos nucleobases para formar los peldaños de la escalera. Son parte del código que dice a la maquinaria celular qué proteínas crear. La hipoxantina y la xantina no se encuentran en el ADN, pero se utilizan en otros procesos biológicos.

Además, en dos de los meteoritos, el equipo descubrió por primera vez trazas de tres moléculas relacionadas con los nucleobases, que son precisamente las que aportan la primera evidencia de que los compuestos en los meteoritos llegaron del espacio, ya que casi nunca están presentes en la biología terrestre.
Hielo de la Antártida

Los investigadores también analizaron una muestra de 8 kilos de hielo de la Antártida, donde aparecieron la mayoría de los elementos de los meteoritos, con los mismos métodos. Pero la cantidad de hipoxantina y xantina que contenía fue mucho menor que en los meteoritos. Además, ninguna de las otras moléculas relacionadas con las nucleobases, las que según los científicos tienen la clave, fueron detectadas en el hielo. Lo mismo ocurrió con otro meteorito descubierto en Australia. El elemento clave estaba en la roca, pero no en suelo donde apareció.

Para los investigadores, esto demuestra que los elementos para la vida ya se encontraban en las rocas antes de impactar contra la Tierra.

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Ciencia ► 2 de 2
Descubren un anillo de antimateria alrededor de la Tierra
Se trata de una fina banda con una cantidad de antiprotones miles de veces superior a los esperada que puede dar respuesta a uno de los misterios del Big Bang
josé manuel nieves / madrid
Día 08/08/2011 - 08.53h
Descubren un anillo de antimateria alrededor de la Tierra

Cinturones de Van Allen

Un grupo de investigadores italianos ha encontrado pruebas, por primera vez, de la existencia de un "cinturón de antimateria" alrededor de la Tierra. Se trata de una fina banda de antiprotones (las antipartículas de los protones) que se oculta en la magnetosfera terrestre. El espectacular hallazgo se publica en Astrophysical Journal Letters.

La antimateria se originó en el Big Bang al mismo tiempo que la materia ordinaria, de la que difiere únicamente por su carga eléctrica. Cuando una partícula de materia ordinaria se encuentra con su "antipartícula" (por ejemplo un protón y un antiprotón), ambas se aniquilan mutuamente en una pequeña explosión de energía. Se cree que durante el Big Bang se creó la misma cantidad de materia que de antimateria, pero en la actualidad sólo vemos materia a nuestro alrededor. ¿Dónde está, pues, toda la antimateria original?

Existen varios intentos de explicación a este misterio. Según algunos, en el origen del Universo se habría producido una rotura de la simetría y se habría creado un poco más de materia ordinaria que de antimateria. Lo que vemos hoy, según esta teoría, sería la materia "que sobró" después de que materia y antimateria se aniquilaran entre sí. Otros, sin embargo, creen que la antimateria original está aún "ahí fuera" sin que hasta ahora hayamos podido detectarla. Podría haber galaxias enteras hechas de antimateria sin que nos demos cuenta de ello.

Partículas de antimateria ( o antipartículas) se han creado en los laboratorios de física en numerosas ocasiones, pero hasta ahora sólo ha habido éxitos parciales a la hora de detectarla en el espacio a nuestro alrededor. Por eso el hallazgo de un cinturón de antimateria alrededor de nuestro propio mundo resulta tan importante.
Escondido como uno más

Según los investigadores, el anillo de antimateria se esconde, como si fuera uno más, entre los cinturones de Van Allen, las bandas magnéticas que rodean nuestro planeta y que lo protegen de la radiación atrapando las partículas cargadas procedentes del Sol. Sólo que en ese anillo en particular, en lugar de partículas "normales" hay un gran número de antipartículas, esto es, de antimateria.

Los antiprotones fueron descubiertos utilizando el satélite Pamela (Payload for Antimatter Matter Exploration and Light-nuclei Astrophysics), un ingenio lanzado en 2006 con el único objetivo de estudiar a fondo la naturaleza de las partículas de alta energía procedentes del Sol y también las que nos llegan, en forma de rayos cósmicos, de más allá de las fronteras del Sistema Solar.

Cuando los rayos cósmicos golpean la atmósfera terrestre se descomponen creando auténticas lluvias de partículas. Tanto las partículas originales procedentes del Sol o del espacio esterior como estos chorros de "partículas hijas" son capturadas por los cinturones de Van Allen, formando anillos o cinturones en los lugares donde son atrapadas por el campo magnético terrestre.
Miles de veces superior

Entre los objetivos de Pamela está, también, buscar alguna partícula de antimateria entre esta auténtica multitud de partículas Ordinarias capturadas, normalmente protones o núcleos de átomos de helio. El nuevo análisis llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Bari muestra que, cuando Pamela pasa a través de una región llamada "la Anomalía del Atlántico Sur" (una depresión en el campo magnético que lleva a los cinturones de Van Allen a apenas unos cientos de km. de la Tierra), se encuentra con una tasa de antiprotones que es miles de veces superior a la que se podría esperar de la descomposición natural de las partículas.

Los investigadores están convencidos de que se trata de una prueba irrefutable de que existen "cinturones de antipartículas" análogos a los cinturones de Van Allen, capaces de sobrevivir por lo menos hasta el momento en que se aniquilan al encontrarse con la materia ordinaria de la atmósfera. En palabras de Alessandro Bruno, coautor del estudio, el cinturón es "la mayor fuente de antiprotones que existe cerca de la Tierra".

Bruno asegura también que estos anillos de antipartículas podrían constituir una fuente inagotable de combustible para futuras misiones espaciales. Una idea que ya ha sido acariciada por el Instituto de Conceptos Avanzados de la NASA en un reciente informe ► http://www.niac.usra.edu/files/studies/final_report/1071Bickford.pdf.
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el dispensador dice: de pronto te das cuenta que nada es como parece ser, que hay "algo" más allá del aire que respiras, de la "luz" que ilumina tus días, del "momento" que imprime el tránsito por tus circunstancias... de pronto hay algo más detrás de los afectos, de las palabras, de las sensaciones y sus sentimientos, del cuerpo que anda tratando de huir de las frustraciones que se obsequian desde los prójimos impacientes por envidias reprimidas, de los empujones, apretujones, culpas endilgadas... entonces hay una segunda dimensión que nos envuelve mientras vivimos... entonces el hombre desconoce que en este mismo momento está sumido en un agujero negro de peculiares características, por el cual se asciende y se desciende hacia una contigua dimensión, y desde allí hacia otras muchas, diversas, distintas, físicamente impensables, químicamente indetectables. Repentinamente hay algo más allá de los ojos, de pronto el oído es apenas capaz para escuchar aquello que no se quiere, de pronto el hombre no es más que eso, un ser en su tiempo y su gracia, inconscientes ambas, atrapadas en soberbias y necedades que insisten en sostener un falso sentido de la propiedad, cercando aquello que pertenece a la herencia de un ciclo, ciclos y la mitad de un ciclo. El hombre llegó a la Tierra a través de una piedra arrojada desde el espacio lejano... pero hubo un verbo causal que dio lugar a que ello sucediera, un verbo que no necesita de manos para expresar una energía portante cierta. Así como arrojas una piedra al río, intentando que la misma rebote más de una vez, del mismo modo alguien coloca esencia de almas en una roca y la lanza hacia el aquí, tal como podría haberlo hacia el allá... y aquí estamos, negando lo innegable... cuestionando lo incuestionable, despreciando lo que no se debe, burlando al "otro" en su destino, intentando tomar ventaja del mañana necesario de los prójimos y sus próximos. Nada es como parece y aquello que parece ser, no lo es. Vivir es una ilusión que deviene del sueño de la segunda vida, la verdadera, aquella donde el espíritu es concierto de habilidades consecuentes con el verbo que lo depositó en suelo firme. Pero el suelo es tan virtual como aquello que llamas sueño... y tu huella es vapor de sombra que se imprime al efecto de recordarte que aquello que hagas, será testigo de tu regreso... el universo no es el que ves... incluso es distinto al que vieron los mayas y sus ancestros... distinto al cielo de los lemures y sus compañeros de la Atlántida... sin embargo, todo lo que está, siempre lo estuvo. No hacen falta gestas demenciales para llegar al espacio lejano, sólo es necesario el concierto de alma y su verbo... para nacer allá. El hombre aún no aprende que es prisionero eterno del verbo que lo pronunció, y que su vida, la gracia que se le concede con ella, no es más que una palabra: "asísea". Agosto 11, 2011.-

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