jueves, 18 de agosto de 2011

EL SILENCIO COMO CULTO || Leticia, territorio del conocimiento en el Amazonas | Ciencia | elmundo.es

COLOMBIA

Indígenas que estudian en la selva
Leticia, territorio del conocimiento en el Amazonas

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Realizan formación e investigación en biología, medio ambiente y otras ciencias


Ángel Casaña
Madrid

Actualizado jueves 18/08/2011 16:18 horasDisminuye el tamaño del textoAumenta el tamaño del textoCiencia y Tecnología existen, al menos eso se supone, para la mejoría de la vida y el entorno de las personas. Si damos por bueno este axioma, la sede de Amazonas de la Universidad Nacional de Colombia, existe para contribuir a la mejora de las comunidades indígenas y el reequilibrio de una zona dónde la vida para el ser humano no es nada amable.

Este enclave universitario se encuentra atenazado por un calor y humedad insana, una instalación militar que copa la mayor parte del territorio habitable y unos mosquitos que parecen salidos de una película de dibujos animados.

Hasta este centro se desplazan indígenas que llegan a caminar 500 kilómetros para alcanzar su formación en materias diversas. Estos están sometidos todavía a las decisiones e iniciativas tomadas por otros. Sin embargo, las diferentes hornadas de estudiantes que vuelven a la selva se encuentran ya preparados para darle un giro a sus comunidades con aquello que han aprendido.

A través del Peama (Programa Especial de Admisión y Movilidad Académica) los muchachos se forman en itinerancia por esta y otras sedes de la Universidad Nacional Colombia. Para alcanzarlo deben antes realizar dos desplazamientos de tres días caminando por la selva hasta una población dónde formalizar la preinscripción y más tarde el examen. Y un tercer viaje para tomar un avión cuyo pago suele ser sufragado con la ayuda de la familia. La Amazonia colombiana cuenta con una alta dispersión de la población. En un 60% del territorio del país viven tan sólo tres millones de personas.

Los estudiantes cuentan con un elemento común: piensan volver a sus comunidades para mejorar las condiciones de vida de sus clanes. Tal como relata Pablo Palacios, responsable de la coordinación del programa: "el objetivo es que las decisiones las tomen los propios indígenas, no foráneos como yo". Y lo vienen consiguiendo: un ex alumno es director de la Universidad Nacional de Educación a Distancia.

Tras 20 años de trayectoria, la sede de Amazonas es la segunda en importancia de la Universidad Nacional, tras Bogotá. Cuenta con 43 carreras, impartidas en su mayoría en aulas dotadas de videoconferencia. Los profesores suelen estar afincados en Bogotá, mientras que los alumnos cuentan con un tutor presencial que sigue su trayectoria. Entre sus programas se encuentra al Máster en Estudios Amazónicos, dónde un 20% de estudiantes son extranjeros.

Para Fernando Franco, director de la sede, "conseguir que un indígena sea ingeniero de sistemas o estudie administración de empresas es el objetivo fundamental". Para él, "que un futuro alumno sea capaz de recorrer 500 martirizantes kilómetros a pie, tomando tan solo fariña [harina de yuca] y un kilo de arroz, tomando el agua de las hojas... para realizar primero una preinscripción y luego un segundo viaje para un examen de ingreso... es motivo de orgullo". "Allá dónde haya 20 bachilleres, por más remoto que sea el lugar, realizamos exámenes de ingreso", afirma el profesor.

Gracias a esta universidad, entre los indígenas se cuentan ya biólogos, antropógos, ecólogos, lingüistas y economistas. Algunos de ellos colaboran con programas de la propia entidad educativa.


Centro de investigación

La universidad cuenta con numerosos programas de investigaciones dirigidas por los propios profesores. Como aquel en el que trabaja Germán Ignacio Ochoa, profesor de Medio Ambiente y Desarrollo: una investigación sobre el turismo en la Amazonia. Ochoa estudia el comportamiento tanto de actores locales como globales, incluyendo aspectos económicos, biológicos y antropológicos. Intenta comprender los flujos económicos y sus resultados desde los años 60, cuando comenzaron a penetrar los primeros extranjeros con objeto de transportar turistas. Y más tarde las corporaciones multinacionales.

"Nuestro objetivo, mediante el diálogo con las comunidades, es conseguir que los indígenas pasen de ser objeto a sujetos", afirma Ochoa. El estudio analiza los cambios que el turismo está llevando a las comunidades indígenas: las nuevas profesiones -artesanía, guías, cocineros...- y cómo esto lleva a la trasformación de las distintas etnias.

Por su parte, el profesor Santiago Duque se ocupa del estudio de los ríos y los lagos de la zona desde el punto de vista social, económico y cultural. Duque y su equipo trabaja con las siete comunidades indígenas diseminadas por la Alta Amazonia, tratando de instruirles en cuanto a mantener el medio natural de una forma sostenible para que las futuras generaciones puedan seguir alimentándose de la pesca. Los indígenas tienen un consumo de pescado per cápita de 25 kilos al mes. Y han visto cómo los ricos ríos y lagos han ido bajando de productividad por una explotación excesiva y nuevas artes de pesca importadas de otros lugares.

Las comunidades, gracias a este programa, están comenzando a ejercer el control sobre los recursos pequeros. En algunas comunidades han visto aumentada su producción en un 400% gracias a la rotación de ríos y lagos.

El biólogo Edgar Prieto, que trabaja en el equipo de Duque, explora el terreno que pisan las distintas etnias ayudando a los indígenas a crear un patrón de vida sostenible. "Son los propios indígenas los que se tienen que ocupar del cuidado de sus recursos. El estado tan solo cuenta con cinco funcionarios para todo el territorio", asegura.

Angélica Torres, estudiante premiada con el galardón Orgullo UN, que señala a los estudiantes más destacados, explica una parte del proyecto en el siguiente vídeo.


Por su parte, el sociólogo Carlos Zárate coordina la investigación sobre la frontera. Si en todos los lugares fronterizos se habla de un tercer país, formado por la fusión de las personalidades de los dos estados divididos, el caso de Leticia es aún más singular: en este lugar se cruzan Colombia, Brasil y Perú.

Zárate viene estudiando la red de ciudades paralelas a ambos lados del Amazonas, formadas tanto por indígenas como por colonos. "Un error común en todos los estados es que legislan hacia adentro y estos lugares viven mirando hacia afuera, hacia sus vecinos". El sociólogo viene estudiando, entre otros asuntos, los espacios de impunidad que se dan por las distintas legislaciones. Y pone un ejemplo: "Se recolectan ciertas maderas en Brasil, que no pueden ser exportadas porque en aquel país están prohibidas. Se trasladan a Colombia y se exportan legalmente".

La desafección de esta zona con sus respectivos es total. Sus 45.000 indios tikunas están sometidos a tres legislaciones distintas, mientras ellos se mueven de un país a otro con la naturalidad de quien conoce el territorio como la palma de su mano.
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el dispensador dice: Amazonia es algo semejante a una reserva natural del mundo de las ideas, ideas que se conjugan con los sonidos de la selva, con sus lluvias, sus frescuras y sus intensidades múltiples, fuerzas invisibles que custodian los equilibrios de las energías intocables de la tierra... curiosamente, sus gentes, aprenden a "entender" el sentido de los silencios, sus tonos, sus ondas y sus rangos, los vaivenes de las brisas, las conversaciones de las aves y de todas las especies que habitan en ella desde que el verbo fue pronunciado hacia la luz. Andes y selva se conjugan en esencias ancestrales donde reposan aquellas ideas originales que respetaban a la piedra comprendiendo sus ángulos... personas que sintonizan con un mundo que permanece olvidado y despreciado, pero que no por ello prescinde de valores superiores, en muchos casos distantes de las manipulaciones que induce el mediatismo de las conveniencias y sus intereses. Andes y selva, una comunión que concede armonías sólo a aquellos que vibran según sus pautas, y en dicho contexto el paisaje ofrece visiones desconocidas en los apuros de las urbes de occidente... sendas que se caminan con el alma antes que con los ojos, ambientes donde escuchar es fundamental, mucho más que pronunciar lo innecesario. Es curioso apreciar los resultados que ofrecen las perspectivas que se cultivan en la naturaleza respecto de aquellas otras que nacen y se sustentan en las fuentes de los apuros sociales y sus honores virtuales, esos que se construyen a partir del poder y sus bienes. La humanidad ha producido sus mejores expresiones cuando estaba en armonía con su suelo, con sus aguas, con sus recursos, con su Sol y su espacio, con las energías provenientes desde las esferas del eterno ideario proveedor de capacidades y talentos... en dichos ámbitos, la propiedad intelectual es una utopía robada a los pasados a efectos de dominar en el presente. Tal se aprecia, por fuera de la naturaleza, por fuera de sus reglas universales, nada mejora, todo empeora hacia condicionamientos imprevisibles... de allí que muchas gentes huyan hacia el mundo de las armonías, algo que se reclama pero suele no encontrarse... porque a medida que pierdes los sentidos armónicos, comienzan a crecer las soberbias de la razón "irracional", esa misma que pierde sus fundamentos filosóficos y burla los principios de la ética, a efectos de justificar los argumentos falaces que todo lo confunden. El conocimiento nace y se sostiene en los ecos que descienden desde las esencias de la Tierra... todo lo demás, son versiones sesgadas de los tiempos y sus realidades. El hombre vive de la tierra, pero no la respeta, tampoco la entiende... El hombre vive en la Tierra, pero su alma está lejos de ella, tan lejos que ni siquiera la reconoce como su hogar... El hombre vive sus días bajo un SOL al que no le agradece sus momentos... El hombre bebe aguas bendecidas para luego despreciarlas... El hombre ya no vive según el sentido estricto de la palabra, simplemente usa su vida y atropella sus obsequios. Agosto 18, 2011.-

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