martes, 5 de julio de 2011

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La biblioteca del cáncer | Cultura | elmundo.es: "LITERATURA | De Roth a Espinosa
La biblioteca del cáncer
Una célula cancerosa en un hígado humano. | Global Cancer News
Una célula cancerosa en un hígado humano. | Global Cancer News

EL MUNDO.es | Madrid
Actualizado martes 05/07/2011 12:20 horas

La depresión en Foster Wallace; el asma en Marcel Proust; la peste bubónica y el 'Decamerón', las plagas en el Antiguo Testamento... Las enfermedades han sido uno de los temas clásicos de la literatura. Y el cáncer, es, claro, la enfermedad de las enfermedades. También para la literatura.

El relato minucioso

Quien no han sufrido un cáncer en persona o en la familia íntima no tiene una conciencia precisa de lo que significa el cáncer en un sentido concreto. Cómo reacciona el cuerpo después de una sesión de quimioterapia, cómo se abren yagas en la boca, cómo se hacen las curas después de la operación, cómo se sienten los hijos cuando el cirujano les informa del resultado de la operación, cómo se suceden sin mucha lógica, los días en los que el enfermo se siente bien, y los días en los que se viene abajo... Cómo es el último día, el penúltimo y el antepenúltimo. Y cómo es el primero, después.

Dos referencias para hacerse a la idea: el primero es el 'Tiempo de silencio', de Marcos Giralt Torrente, que relata el último año de vida de su padre, el pinto Juan Giralt, con distancia y precisión y con mucho énfasis en el aspecto emocional. El otro relato está escrito en primera persona, aún no tiene forma de libro y sólo se puede leer en inglés. Se trata de los artículos con los que el periodista y filósofo Christopher Hitchens está relatando en las páginas de Vanity Fair sobre su cáncer de esófago: 'A su manera, este nuevo país [el cáncer] es hospitalario. Todo el mundo sonríe para darte valor, aparentemente no hay racismo. Prevalece un espíritu igualitario y los habitantes con prestigio parecen habérselo ganado a partir del mérito y el trabajo duro'.

El humor

Humor negro y desesperado, claro. Y más bien judío: es sabido que Philip Roth ha padecido un cáncer de próstata durante años. Un cáncer de baja intensidad, que se manifiesta y parece ser vencido, vuelve a manifestarse y se queda acechando. A Roth, neurótico y obsesivo, le ha dado tiempo de colocar su misma enfermedad a Zuckerman, su encarnación en la ficción. A través de él, Roth ha descrito en clave de autoparodia las humillaciones de la enfermedad: las heridas, la incontinencia, la impotencia sexual... 'Némesis' y 'Sale el espectro' son dos propuestas para lectores poco aprensivos.

El opuesto de esta visión del cáncer podría encontrarse en el 'Pabellón del cáncer', de Aleksandr Solzhenitsyn, cuyo enfermo indaga desde un sanatorio en la extrañeza de la condición de enfermo, en su soledad y en la lejanía en la que queda el mundo de los sanos.
Arriba el ánimo

El tercer hilo de la literatura sobre el cáncer tiene que ver con la faceta socio-psicológico de la enfermedad: el afecto, el apoyo, la autoestima... En los últimos años, un escritor catalán ha plasmado en España esa experiencia del cáncer con un éxito inmenso: Albert Espinosa. Un libro y un guión cinematográfico son sus testimonios más valiosos: el texto de 'Planta cuarta', de Antonio Mercero, y el relato 'El mundo amarillo' ('El mon groc', en su versión original en catalán).

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el dispensador dice: el hombre teme por sus días, sintiendo que se dirige hacia un final anunciado. A veces es consciente de ello y trata de evitar el pensamiento, mientras que otras veces simplemente niega su estado de "finitud". La vida comienza tras un profundo baño de madre del que no se guarda memoria, seguido de un estado de inconsciencia que alcanza la niñez temprana, donde tal vez se confunden imágenes del pasado de espíritu conviviendo con otros que se van diluyendo a medida que se avanza en el tránsito por la vida... a partir de los cuatro años aproximadamente, el ser humano comienza a distanciarse de los recuerdos de su paso por los vapores para adentrarse en la densidad profunda de "vivir", un envoltorio que suma alegrías y tragedias comunes a la rutina de cada quién. Cada vida es un mundo, y el mundo está desbordante de ellas... y no falta quien va juntando "experiencias" y transformándolas en letras que relatan "vivencias", sentidos y sentimientos. Algunos hallan ecos y resonancias en otras almas de paso... muchos pasan desapercibidos en su "momento" para regresar a ser descubiertos tiempo después, justo cuando aquellos ecos son distintos, sin embargo se incorporan al inconsciente colectivo justo cuando maduran dentro de una eternidad que está lejos de la comprensión humana. Entre dichas vivencias, muchas se traducen en cuentos de enfermedades que ponen al espíritu frente a sí mismo, esto es frente a la muerte del cuerpo que lo contiene... y ello conlleva temor, miedos mayores o miedos menores. Luego, pasada la experiencia, ese mismo espíritu se asume como sueño y se anuncia a los otros amados, avisando que habiendo regresado a su condición de alma, está en paz y en un lugar donde la gracia de calma provee de un estado que no puede ser traducido a palabras. No obstante ello, el alma insiste en enseñar lo que significa la gracia de la eternidad desde el otro lado, el lado de los distintos, donde el espíritu se revela en su propia luz ante la otra, la luz que todo lo contiene y que es origen y fuente de los verbos... Mientras la vida va recolectando "vivencias", muchas aparece el término "cáncer", palabra temida si las hay, palabra que se asocia inmediatamente con la "partida", con "despedirse" de los afectos, con el "fin" del tiempo concedido. En muchos casos ese sentimiento se ve acompañado por la desesperación por aquello que no se hizo, que se omitió, que se dejó atrás sin haberle dado justa atención... pero, llegar a la luz de la Tierra es comenzar un camino que lleva a irse, tarde o temprano, es necesario partir hacia el espíritu sin cuerpo. Bien reconocido por nuestras culturas ancestrales, ello fue parte del inconsciente colectivo hasta los romanos, para luego transformarse en una carga, una cruz que duele llevar, que pesa más que la propia vida... ¿cómo es dejar de respirar?, ¿cómo es irse?... ¿qué será de mis cosas?... y a decir verdad, venimos sin nada, dependiendo de nuestra madre como vehículo portador, y nos vamos sin nada, sin cuerpo, y sin madre, la que puede habernos precedido o no, dependiendo ello del destino estampado en el libro de la vida de cada quién, un libro monumental que "todos" y cada uno de nosotros contribuimos a escribir, tanto como formamos parte de un extremadamente hermoso, sublime árbol de la vida, donde podemos cumplir el rol de raíz, tallo, rama, savia, brote, flor o fruto. En cualquiera de los casos, la muerte es apenas un cambio de estado y de estadío, salimos del túnel de las limitaciones para ingresar a otro donde dominan los vapores, salimos del sentido de la caricia hacia el sentido de los sentimientos puros y ello supera cualquier dolor, cualquier temor, hasta el más tremendo de los miedos. Cuando regresas la mirada a través de la ventana de la eternidad, descubres que "cáncer" no es otra cosa que un puente a cruzar, que puedes trasponerlo y encontrarte a ti mismo en el otro lado, con o sin cuerpo, ya que nada es más importante que la gracia de la vida en sí misma... todo lo demás, apenas son pruebas, exámenes que debemos pasar para demostrarnos a nosotros mismos que somos capaces de estar a nuestra altura, a la altura del destino que inscribimos en el allá, para regresar con la satisfacción de la misión cumplida, sin falsas soberbias, con las manos libres de pesos y llenas de afectos... justo allí, no es bueno portar en la mochila las ausencias, los olvidos, omisiones, o violencias. Ante el espíritu, ante la esfera del pensamiento, las intenciones quedan atrás y regresas a ser alma en estado puro, sólo eso... Julio 05, 2011.-

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