sábado, 25 de junio de 2011

POR EL TÚNEL, SIN HÉROES Y SIN TUMBAS || Escritor de la noche - lanacion.com  

Nota de tapa/ Héroes y tumbas



Escritor de la noche


Hoy se cumple un siglo del nacimiento de Ernesto Sabato. Claudio Magris le rinde homenaje y dice que, desde las tinieblas, el autor de El túnel expresó con potencia inigualable la pasión de lo humano

Viernes 24 de junio de 2011
Publicado en edición impresa.

Por Claudio Magris

Para LA NACION

Hace diez años, en Madrid, di una conferencia para festejar los noventa años de Ernesto Sabato. Para mí fue una fiesta y una gran emoción encontrar al escritor que hace muchos años había entrado violenta y fraternalmente en mi vida, con su novela Sobre héroes y tumbas , una obra maestra del siglo XX. Hay una palabra que se reitera con pudorosa pasión en sus discursos y que, como le dije en Madrid esa noche, expresa también para mí un sentido esencial de la existencia, quizás una de sus posibles y frágiles concesiones felices: el adjetivo "compartido". Aunque sólo sea un instante, un silencio significativo o bien una vida entera, compartidos en la amistad o en el amor. Él sonreía fraterno, intentando mitigar con la ironía la conmoción que la edad avanzada a veces hace más difícil dominar. Su manera de ser hacía entender que había sabido y que realmente sabía compartir la existencia: con Matilde y Jorge Federico, su mujer y su hijo, muertos muchos años atrás y siempre presentes, vivos y concretamente amados, solicitados continuamente por la mente y el corazón; con Elvira, su singular y gran compañera, a su lado durante muchos años y, desde hacía tiempo, su conexión con el mundo; con la familia de ella, con los amigos, con los chicos de la calle de Buenos Aires, a los que ayudaba como podía.

Desde que lo leí por primera vez, y aún más después del encuentro en Madrid y luego en su casa en Santos Lugares, tuve siempre la intensa sensación de compartir con él un profundo sentido del mundo, de los afectos, de las pasiones, de los miedos, de los desafíos. Creo que esto vale para todos sus lectores y no sólo para quien, como yo, ha tenido el regalo de su amistad y de una relación estrecha con él. Su muerte me dolió, pero no afectó para nada esa relación. Lo sigo teniendo presente, lo leo y discuto con él, imagino e intuyo sus respuestas. El 24 de junio festejamos el centenario de un hombre vivo, de un amigo y compañero, un guía, no festejamos una ceremonia fúnebre de adiós.

Hay una frase de Ibsen que Sabato retomó: "Vivir significa luchar con los propios demonios". A veces, le dije, uno duda de poder luchar contra ellos, porque tememos ser nosotros mismos nuestros demonios. Poquísimos otros escritores expresaron con fuerza tan trágica y devastante y con tan humanísima pietas esa exigencia, esa lucha en que consiste nuestra identidad, que por momentos se nos aparece compacta y armoniosa, como la persona de Sabato mismo, por momentos múltiple, confusa y tenebrosa, situada en el precario confín entre el equilibrio y la sabiduría de una vida buena, y el alucinante delirio destructivo y autodestructivo latente en cada uno de nosotros.

La escritura diurna de Sabato, para usar su célebre definición, expresa uno de los más nobles, altos y generosos rostros de la humanidad y resulta ser "un buen combate" en defensa de toda la humanidad contra la opresión, la injusticia, la tiranía, el sufrimiento. En esa escritura diurna, Sabato ha expresado con excepcional fuerza poética sus pensamientos, su visión del hombre y del mundo, sus valores, protestas y esperanzas, las cosas en las que cree y aquellas ante las que se rebela. Libros como Antes del fin o La resistencia , manual de denuncia del horror del mundo y, pese a todo, de indómita esperanza, están entre las más altas, complejas y generosas páginas de dignidad humana y de amor no ingenuo por el hombre, páginas que ayudan a combatir y a vivir. Sabato no se limitó, por cierto, a escribir o a firmar solicitadas contra los asesinos de la junta militar argentina, como muchos intelectuales y escritores que creen haber pagado su deuda desfilando en una marcha de protesta. Sabato trabajó concretamente, como presidente de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, sacrificando la actividad literaria para reconstruir la existencia, el camino y la suerte de tantos desaparecidos, para saber cómo y dónde terminaron, en función de ese sentimiento humano y poético de la irrepetible e insustituible individualidad de cada uno de aquellos nombres y aquellos destinos perdidos. Luchó -como reza el título de Nunca más - para que aquellos horores no ocurran más, aun sabiendo que los desastres y el mal no conocen un "nunca más".

Esa batalla moral, con la "cara descubierta", coexiste con una desconcertante experiencia de las tinieblas y de lo negativo; y quizá la poco frecuente grandeza de Sabato consista justamente en esa duplicidad. Mientras combate por los más altos valores humanos, Sabato es consciente de que sus "verdades más atroces" únicamente las encontrarán en sus ficciones, "en esos bailes siniestros de enmascarados que, por eso, dicen o revelan verdades que no se animarían a confesar a cara descubierta". Habla de sus visiones, que lo "representan en los detalles y en los excesos, a menudo indignos o incluso detestables", que también lo "han traicionado, yendo más allá" de lo que le permite su conciencia. En sus novelas, como en su pintura a menudo demoníaca y perturbadora, Sabato desciende, con la escritura "nocturna", a un subsuelo de tinieblas y de demencia, donde advierte otra voz de la vida. Hace hablar a esa voz, suya pero al mismo en parte desconocida para él mismo, una voz que dice cosas que contradicen sus principios y valores. Nacen así obras maestras como Sobre héroes y tumbas , con la trágica y terrible historia de la conjura de los ciegos y con el delirio angustiante y desgarrador de Alejandra, inolvidable figura femenina de amor, ternura, fragilidad y locura.

En la escritura nocturna no se pueden proclamar explícitamente creencias o valores, defender a los débiles o atestiguar los afectos; sólo se puede enfrentar al fantasma que surge de la oscuridad, encontrarse cara a cara con la Medusa, con el rostro aterrador de la vida salvajemente ignara del bien, del mal, de la justicia y de la piedad. Quizás incluso la ciencia, que Sabato practicó como profesión, contribuyó paradójicamente a esta confrontación con el caos. Tentacular, como los oscuros laberintos en que se adentra, la escritura nocturna atraviesa esos infiernos sin censurarlos ni embellecerlos. La escritura nocturna, de la que Sabato es maestro, es el encuentro enajenado y creativo con un sosia, con una parte desconocida y hasta desagradable de uno mismo. "¿De quién es esta voz horrible?", grita en un cuento de Hoffmann un poeta tras haber leído un angustiante poema propio.

Cuando escucha esa "otra voz", un verdadero escritor la deja hablar, aun cuando preferiría que dijera otras cosas. Esa escritura puede resultar difícil de soportar para su autor, quien querría que la vida fuera distinta, más humana y menos cruel, así como querría que el sol, a diferencia de lo que el Evangelio constata despiadadamente, no resplandeciera de la misma manera para los justos y los malvados, para los niños asesinados y para sus asesinos, indiferente al bien y al mal; querría que diferenciara entre los niños desaparecidos y sus abyectos verdugos.

Frente a estas verdades perturbadoras, Sabato no dora la píldora, sino que representa la negatividad en su cerrada y devastante violencia. Su pluma testimonia la carga de esa violencia. El amor, la piedad, la humanísima y dolorosa dignidad de la persona brillan aún más en las tinieblas, porque Sabato no halla ninguna compensación para el mal y el dolor y por eso expresa y transmite, con potencia difícilmente igualable, la pasión de lo humano.

Así nacieron sus grandes libros. Ensayos espléndidos como El escritor y sus fantasmas , testimonios humanos e histórico-políticos como Antes del fin , La resistencia o Nunca más y, sobre todo, las novelas. El túnel , cuya potencia seca y aniquiladora le gustaba a Camus, otro gran escritor capaz de adentrarse en la nada y de proseguir no obstante combatiendo por la verdad y la justicia. Sobre héroes y tumbas , obra maestra donde hay de todo, ternura y crueldad, memoria épica y feroz laceración, recelo amoroso, sacrificio, locura devastante, presencia coral de la historia y soledad. Abbadón el exterminador , que retoma y desarrolla los dos anteriores, sin alcanzar esa altura. Haber escrito sólo tres novelas en una vida tan larga revela cómo Sabato -libre de la ansiedad de estar siempre presentes que persigue a tantos escritores, obligándolos a componer novelas continuamente- escribió y publicó sólo cuando sintió la absoluta necesidad de hacerlo. Es la mejor garantía del arte más acabado. Basta haber escrito un libro necesario para sí y para todos para signar indeleblemente la literatura de una época y, por lo tanto, la vida de tantas personas. Sabato, con Sobre héroes y tumbas , lo escribió, le ha dado al mundo una obra fundamental y de largo alcance en el tiempo.

Cuando vuelve a subir del subsuelo nocturno y toma la pluma para decir su visión del mundo, Sabato responde al curso insolente y malvado del sol y, quijotescamente, llama junto a sí a los hombres con el fin de corregirlo. Nunca fue un profeta de la negación. Una vez le dije, bromeando, que por qué, cuando desciende a esa oscuridad donde dos más dos pueden ser cinco, no aprovecha, al reemerger, para engañar a los otros y no pagarles lo que se les debe. Me siento feliz de haber conocido a ese hombre, que no sólo es el autor de obras literarias geniales, sino también el que luchó contra la opresión y la explotación, que afirmó conmoverse ante cada rostro desconocido, que en los momentos de desesperación se prohibió a sí mismo el suicidio porque estaba persuadido de que es ilícito producir dolor a los otros, incluso a un perro.

Un hombre lleno de respeto por los demás y de pietas , ajeno al resentimiento. No olvidaré nunca, por ejemplo, el tono de respetuoso dolor con que me hablaba, sin ninguna presunción ideológica, de su ruptura con Borges como consecuencia del apoyo inicial que este último dio a la dictadura militar. Cuando nos conocimos era ya muy viejo, pero la intensidad de sus palabras y la melancólica y afectuosa profundidad de su comportamiento son dos grandes regalos que me dio la vida. Su grafía, en los faxes o en las cartas que intercambiamos gracias a la amistad extraordinaria de Elvira, se hacía cada vez más incierta, pero no logro pensarlo o hablar de él en pasado, porque la suya es una presencia imborrable. Uno de sus últimos libros se titula, con evidente alusión a la muerte que se avecina, Antes del fin , pero en ese caso Ernesto se equivocaba: su muerte duele a quien lo ama y le es cercano, pero, en lo que a él concierne, no existe ningún fin.
Traducción: Alejandro Patat

ADN MAGRIS
Trieste, 1939
Es ensayista, novelista, traductor y profesor de literatura germánica en la Universidad de Trieste. A los 22 años publicó su primer libro: El mito habsbúrgico en la literatura austríaca moderna, una reelaboración de su tesis doctoral que le valió amplio reconocimiento. Le pertenecen también, entre otros ensayos, Lejos de dónde. Joseph Roth y la tradición hebraico-oriental, Utopía y desencanto y Alfabetos. Su libro más conocido es El Danubio (1986), en el que, siguiendo el curso del río, narra la historia centroeuropea. En el género narrativo, escribió Otro mar y A ciegas, y también es autor de tres piezas teatrales. Obtuvo varios premios, entre ellos el Strega, en 1997, y el Príncipe de Asturias, en 2004.

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Fronterizo, como Svevo



Por Juan Octavio Prenz


Viernes 24 de junio de 2011
Publicado en edición impresa.

 .Sabato pintor: sus cuadros tienen la misma estética sombría que sus libros. / Alejandro Ochoa.

En mis años de adolescencia, después de leer un libro, anotaba en la página final la fecha de comienzo y fin de la lectura, junto con algunas acotaciones sobre las circunstancias reales que la habían acompañado. Era un rastro para poder revivir después mis sensaciones, en nada indiferente a esas condiciones reales. Implicaba una relación en cierto modo acrítica y de simpatía con la lectura y el tiempo y espacio circundantes.

Es posible así que de las sucesivas lecturas de libros que nos han marcado, esa relación simpática, cuando no la nostalgia, nos lleve a esa primera, deslumbrante o cambiante, que, de una manera casi fatal, nos involucraba para formar parte ya de nuestra historia. Por más que las lecturas sucesivas nos hayan enriquecido, con aquellas primeras sentimos una suerte de complicidad. En mi caso, al evocar a Sabato, no puedo prescindir de mis años juveniles cuando, junto con otros coetáneos, fuimos cómplices de sus personajes, con los cuales, fatalmente, hemos convivido.

El lugar de esa convivencia era Ensenada, un sitio periférico, apartado entonces de los centros culturales, donde un grupo de jóvenes que hacíamos nuestras primeras armas en la literatura nos reuníamos en el bar La Marina para "arreglar el mundo". Nuestros autores eran entonces Hermann Hesse, Romain Rolland, Anatole France, Thomas Mann, Roger Martin du Gard, y estaban de moda, por decirlo de algún modo, la personalidad y la vida interior. Ninguna marca exterior nos involucraba en algún gregarismo. Por el contrario: cada uno se resolvía en la búsqueda de un modo personal de ser. Entre aquellas lecturas irrumpió con fuerza El túnel , cuyos personajes y situaciones respondían, por tantas razones, a nuestras inquietudes y enriquecían, con más dudas que soluciones, nuestro mundo. Nos era cercano también, casi como una insignia, ese "instinto premonitorio del artista" de raigambre romántica, tan caro a Sabato. Nos parecía haber conocido ya en la vida real a personajes como Castel y María, con sus tribulaciones y misterios, que eran también los nuestros. La atroz frase atribuida a Goethe ("no hay crimen que yo no hubiera podido cometer") era, para nosotros, el descenso a una tenebrosa profundidad humana que nos acercaba a Castel. Era como si aquello que debía ser obvio saliera de su obviedad a través de una realización artística, en la cual nos descubríamos a nosotros y a nuestro mundo circundante, teñido seguramente por otras lecturas; Hesse, sobre todo.

Comprender lo que pasaba por la mente de un joven a fines de los años cuarenta y comienzos de los cincuenta, en un lugar periférico, nuestras discusiones de entonces, nuestros centros de interés, es necesario para comprender cuánto recabábamos de la lectura de Sabato, pero ahora leer a Sabato es comprender lo que pasaba en esos años y en ese espacio. La realidad nos remite a la metáfora y es esa metáfora la que nos devuelve la realidad en el recuerdo. Los libros no nacen en el desierto, sino en ese tiempo y espacio en que los descubrimos y leemos.

Sobre héroes y tumbas apareció en un contexto en el cual regía el Plan Conintes, cuyas consecuencias se hicieron sentir con fuerza en nuestra pequeña ciudad, declarada zona militar. No había ningún cálido refugio de lectura que pudiera preservar del ruido exterior (algunos de los integrantes de esa peligrosa cofradía de lectores padecimos allanamientos y detenciones). En semejante clima, la novela venía a replantearnos, con profundidad y de modo angustioso, desencuentros históricos y personales.

A comienzos de los años 60 partí a Yugoslavia. Entre los libros que llevaba conmigo estaba Sobre héroes y tumbas . El nuevo contexto intelectual y social, las voces circundantes hicieron que yo lo leyera como si se tratara de un libro distante, donde la complicidad con el tiempo y el espacio, con la historia, fuera algo ya lejano, como lo eran la geografía de los lugares y los personajes. En una suerte de reflejo heraclitiano, ni autor ni lector eran los mismos.

En Belgrado había entonces un gran interés por la lengua española y su literatura. En 1963, se publicó Ficciones de Borges, y en la misma década, Asturias, Rulfo y Cortázar. Sabato llegaría más tarde, aunque había colegas de facultad -y no sólo- que ya habían leído El túnel en español y se aventuraban en la lectura de Sobre héroes y tumbas . Rade Nikolic?, traductor personal de Tito y gran lector, que poseía una amplia biblioteca de textos anarquistas, leyó en esos años a Sabato, al que terminó considerando un integrante de su cofradía. Recuerdo que admiraba esa literatura, que "habla de cosas profundas", pero se lamentaba de que el autor no escribiera en un perfecto español. Siendo Rade un ex combatiente de la Guerra Civil Española, su autoridad, en tiempos de fuertes vivencias políticas, era también inobjetable en materia gramatical, de modo que obviamos para siempre cualquier discusión lingüística.

La fortuna -valga la convención- de los libros de Sabato en serbocroata fue posterior, pues, a la de Borges, Rulfo y Cortázar, pero no menos impactante. Del interés por sus obras hablan las ediciones antes de la desaparición de Yugoslavia como, asimismo, las que aparecerían en esta última década, aunque esta vez en serbio, en croata o en bosnio, producto de la curiosa fragmentación política de una lengua única.

Parte de esa fortuna se debe, curiosamente, a que su obra poco tenía que ver con el realismo mágico o la literatura fantástica, en auge entonces. Ya habían sido publicados también García Márquez y Uslar Pietri, entre otros. Lejos de querer sorprender o deslumbrar al lector o de la búsqueda a veces obsesiva de la originalidad, Sabato proponía una cercanía y una temática típicamente occidental, bien lejos de cualquier exotismo, que auguraba una connotada participación del lector. Esta diversificación había sido planteada de algún modo en el mismo Sobre héroes... : "Es curioso la calidad e importancia que en este país tiene la literatura fantástica -dice Bruno-. En realidad se dicen muchas tonterías sobre lo que debe ser la literatura argentina. Lo importante es que sea profunda". En fin: de un mundo lejano provenía un escritor cercano.

En tiempos recientes (2009), en una nota sobre una nueva edición de Sobre héroes y tumbas , Matko Vladanovic? habla de la actualidad de la novela, que se asemeja a la de la prosa realista croata. Así, señala, aspectos y conflictos que aparecen en Sabato, desesperanzas y deseos, contradicciones históricas y sociales se hacen visibles también en la realidad actual de su país:

No puedo dejar de asombrarme de cuánto paralelismo puedo extraer entre el mundo contenido en estas páginas y el mundo en el que vivimos. [...] Si nuestra escritura no nos ofrece semejantes textos, ha llegado el tiempo de que nos volvamos hacia los extranjeros. Lo que de algún modo es lamentable y, de otro, ridículo es el hecho de que un texto escrito hace medio siglo y en el otro extremo del planeta hable más de la actualidad croata que los mismos textos surgidos en esta actualidad.

El autor alude también a los conflictos personales y colectivos que surgieron después de la fragmentación de Yugoslavia, con lo cual nos da a entender que una nueva lectura de Sabato, posbélica, era posible en ese ámbito. Para dar una idea del variado círculo de lectores, cito dos hechos anecdóticos de aquellos lares. Emir ?akovic?, escritor bosnio recientemente fallecido a los 41 años, contaba en una entrevista de 2007 cómo una alumna suya, inscripta en el primer año del liceo, había venido a preguntarle por Ernesto Sabato, escritor al que admiraba. Por otra parte, el popular músico montenegrino Rambo Amadeus, interrogado sobre los cinco autores decisivos en su vida, incluyó a Sabato junto a Dostoievski, Gogol, Maupassant y Chejov.

En Trieste, un nuevo elemento vendría a inmiscuirse en mi lectura de Sabato. En la ciudad de Italo Svevo, resulta casi inexorable interrogarse sobre la lábil frontera entre salud y enfermedad mental. La conciencia de Zeno es una invitación en este sentido. En la vida cotidiana, donde los enfermos mentales, después de la gran reforma psiquiátrica de Franco Basaglia, conviven con los "demás", se hace más patente aún la labilidad de semejante frontera. Mis frecuentaciones de los libros de Svevo y la realidad diferente de la vida cotidiana condicionaron y enriquecieron mi lectura de Sabato. Del autor triestino se ha dicho que escribía mal, como se ha dicho de nuestro Arlt, minimizando la urgencia y tumultuosidad de una prosa hipertensa que en Sabato adquiere las características de escritura nocturna. Como Svevo, también Sabato puede ser considerado un escritor fronterizo.

Las contradicciones en la frontera entre la salud y la locura, que no soportan una fácil reducción a la razón, parecen resolverse en ambos escritores en una desesperada y fatal admisión de sus opuestos, contra la cual choca la inclinación racional a fragmentar el mundo para estudiarlo, "esta propensión a dividir la realidad indivisible", como señala Sabato. Maestro de delirios y pesadillas, uno de los reinos en que suele manifestarse lo absoluto y el límite impreciso entre la salud y la locura, Sabato no considera esto último un valor sino una condición que implica un atributo, fatalmente humano, una suerte de normalidad diferente, si es que cabe el adjetivo. En carta a Valerio Jahier, en 1927, escribe Svevo:

¿Por qué curar nuestra enfermedad? ¿De verdad debemos quitarle a la humanidad lo que ella tiene de mejor? Yo creo, seguramente, que el verdadero éxito que me ha dado la paz ha consistido en esta convicción. Somos una protesta viva contra la ridícula concepción del superhombre como nos ha sido impuesta, sobre todo, a nosotros, los italianos. [...] No hay cura que valga. Si se manifiesta el tormento del dolor, entonces la cosa es diferente

Así como frente a la enferma ineptitud de Zeno su mujer, Augusta, retrato fiel de una persona serena, firme y segura frente a las condiciones circundantes, encarna el mundo "sano" de la esperanza, Hortensia Paz será la figura salvadora que impedirá el suicidio de Martín, después del incendio de la casa y la muerte de Alejandra. La esperanza, ese atributo que inicialmente también se mueve en la frontera lábil, termina por inclinarse hacia la razón, como la resolución de la inextricable ambigüedad de todo comportamiento humano en su búsqueda desesperada de separarse de un mundo al que inexorablemente pertenece.

Svevo vivía la dramática relación entre literatura y vida. Sabato, la laceración entre la escritura diurna y nocturna, tan parecida esta última a la vida misma. La escritura que, aun incontrolada, exige una sintaxis mínima que la haga comprensible, muestra su desesperada limitación, drama de todo artista, frente a las exigencias de representar la vida. Todo lenguaje es inexorablemente una metáfora, limitada por los reclamos de una jerarquización de los elementos de la realidad que se intenta transmutar en términos de arte.

Creemos que el impacto vigente de las obras de Sabato, a nivel internacional, se debe, no sólo a su contenido (pensamos, sobre todo, en El túnel y Sobre héroes... ) sino también al hecho de que la diversidad de sus procedimientos formales no es gratuita ni forzada sino que, por el contrario, obedece a exigencias narrativas, una de cuya primeras reglas es la funcionalidad. Se sabe que uno de los principios del arte es que el trabajo no se note. Algunos de los procedimientos de Sabato los encontramos ya en Cervantes o en la novela bizantina. Otros son más recientes -hasta las digresiones ensayísticas encuentran su funcionalidad-, pero ni unos ni otros pecan de arrogancia. No buscan por fuerza la originalidad y se ponen al servicio del contenido, recordándonos, en la narración misma, tal vez como un procedimiento más, las palabras de Bruno: "Lo importante es que [la literatura] sea profunda".


ADN PRENZ
La Plata, 1932
Ensayista, novelista, poeta y traductor. Estudió Letras enla Universidad de La Plata (UNLP). A los 30 años, marchó a Belgrado, capital de la antigua Yugoslavia. Vivió allí cinco años. Regresó a la Argentina en 1967 y se desempeñó como director del Departamento de Filología de la UNLP, pero fue exonerado por razones políticas en 1974, cuando bandas de extrema derecha irrumpieron en sus oficinas. Desde 1979 se estableció en Trieste. En 1992 obtuvo el premio Casa de las Américas por La santa Pinta de la Niña María. Escribió también Fábula de Inocencio Onesto, el Degollado y El señor Kreck.


el dispensador dice: la vida es un túnel... no lo parece, pero lo es. Transitas tu tiempo por un túnel atado a un cordón umbilical invisible, en compañía de una consciencia, la propia, y de un ángel, concedido. Ambos ayudan en el camino, siempre y cuando sean atendidos con sentido de oportunidad, ellos ven aquello que tus ojos no pueden. Si hallas la consonancia, quizás puedas recibir la gracia de conjugar con sus sapiencias (consciencia + ángel) y a ellas con tu alma, construyendo una trilogía que seguramente te distinguirá, no hacia los demás, sino a ti mismo ante tu propio espejo... en dicho túnel están inscriptos tu nacimiento y tu muerte, sin embargo contiene sólo un hilo de vida que ni comienza ni termina, apenas si modifica su estado de atemporal a temporal y nuevamente hacia lo atemporal, apenas asume su tangibilidad manifiesta mediante una huella y una sombra que pronto serán intangibles y se evaporarán entre los recuerdos de los siguientes, así también en sus olvidos. En dicho túnel no hay héroes, tampoco monumentos, mucho menos medallas, reconocimientos, títulos u otros honores, ni siquiera hay una tumba fría... el túnel se divide entre labores invisibles para los vivos y momentos en el cual eres palabra... para ello debes recibir una gracia y contar al menos con un don, y ambos deberán ser traducidos en talentos ya que la vida guarda un sentido supremo que es hacer por sí mismo y hacer por el espíritu. Si lo consigues, el túnel se ilumina... si lo desprecias, el túnel se envuelve en tinieblas... si lo amas, el túnel se enciende... si lo niegas, simplemente se opaca hasta tornarse gris... si le haces culto, las gracias fluyen por él... si lo aborreces, sus paredes se repliegan adhiriéndose unas a otras impidiéndote el regreso hacia la luz, la verdadera, esa que puedes intuir pero que no puedes ver mediante los ojos. El túnel es extenso, tan largo que nadie sabe dónde comienza ni tampoco dónde termina, y tiene la propiedad de crear afluentes, sendas hacia el cielo o sendas hacia los abismos, dependiendo ello de los designios del destino escrito en el libro de la vida, cuya página es un brote en árbol de la vida. Las secuencias de ancestros y legados guarda un sentido que se corresponde con el verbo que te concede la gracia... no hay nada que hagas que no se vea... no hay que pienses que no se escuche... no hay nada que pueda ocultar la intencionalidad... allá todo está explícito y es manifiesto, lo que se hace, lo que se siembra, también lo que se recoge, ya que existe una armonía suprema de causas y consecuencias a la que la razón no puede llegar ya que es patrimonio de la Luz, y sólo de ella, como expresión máxima de la sabiduría celeste, imperio de los paraísos. Ni en el túnel, ni en sus extremos, hay héroes o tumbas... simplemente hay almas y espíritus convergentes o divergentes... no puedes ser héroe de ti mismo, por ende no puedes ser tumba de tus despojos... simplemente eres espíritu, sin medallas, elevado según la calidad de la semilla que has sabido sembrar o bien, según la calidad del fruto que has sabido dar. En el túnel no hay dinero, nada se compra ni tampoco se vende, por ende la historia de lo hecho se impregna a favor de los prójimos o sencillamente no existe... y de no existir, el peso de las palabras sucumbirán ante la pluma de ganso. Las palabras pueden ser número, nota musical, geometría o elemento... tanto como el número (propio) puede ser palabra, nota musical, geometría o elemento... tanto como el elemento (propio) puede... y cada ángulo guarda su significancia hacia y desde la eternidad, de modo que aún insistiendo, jamás podrás desprenderte del verbo que te concedió la gracia de "ser"... esto es: eres por la gracia divina y sólo por ella, de ella vienes y hacia ella vas, le haces honor o la repugnas. Del otro lado el túnel es significante... nadie es héroe... nadie es tumba... tu letra puede ser día o ser noche, pero no hay a quién cargarle culpas, tampoco a quién reclamarle ya que eres destello de tu destino ante tu huella, tanto como único testigo de tu sombra. Puedes ser eco de tu propio grito o silencio de tu propio ahogo, sin embargo no puedes ser lágrima sin mejilla, ya que en el concierto de los silencios tus pensamientos se oyen, se interpretan, se decodifican y simplemente son, sin atenuantes. De nada vale ser héroe en el aquí... ya que los héroes pertenecen a gestas de un instante consecuencia de una gracia, momento que se diluye cuando se modifica el paso hacia una nueva y siguiente circunstancia. Vale ser anónimo comprometido con la gracia... desconocido cultor de los dones concedidos... humilde ante los talentos expresados. Cada hombre camina su túnel, pero todos los túneles salen y conducen al mismo punto, único e indivisible tanto como eterno. ¿Cuán distante estás de tu túnel?... ¿Cuán lejos está tu alma de tu espíritu?... ¿Cuán armónica es tu aura respecto de tu destino?... ¿Cuánto de verdad hay en tus mentiras?... ¿Cuánto de mentira hay en tus verdades?... no hay luz que pueda ocultarse bajo la arena, tampoco bajo una almohada... todo lo que ha sido hecho o dicho, está estampado en el aire que respiras, ése que circula por el túnel que te trajo y te lleva hacia el regreso necesario. Nada de aquí te servirá para justificar tu presencia allá, sólo los afectos que sembraste y pudiste recoger... ya que lo demás, es apenas lo demás. Junio 26, 2011.-

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