domingo, 13 de marzo de 2011

EL DÍA DESPUÉS


el dispensador dice: justamente el día después me encontré a mi mismo, despertando de un sueño cargado de mensajes, nutrido de señales, largas conversaciones donde se advierte el devenir de momentos que aún no son porque no han hallado el lugar apropiado para sucederse. Ese sueño provee las perspectivas necesarias para desentrañar lo anunciado, para lo cual se hace necesaria la máxima atención y ejercer el culto a aquellos ecos que desde el más allá nos proveen las esferas y sus conciertos... justamente el día después se descubre cuánta importancia guardan los instantes y sus contenidos potenciales, esos que suelen transcurrir desapercibidos. Allí hallé el nido donde se cobijan los sentimientos ante situaciones que nos son abrumadoras, que desordenan los sentidos ante lo imprevisible y la finitud de nuestro paso... No me sorprende aquello que espero y que me fue anunciado con mucha anticipación, sí me golpean las consecuencias de una naturaleza que está molesta con el hombre y sus constantes desprecios que se traducen en soberbias y necedades que arrollan las circunstancias sin interpretar cabalmente los destinos individuales y los otros comunes, los que sintonizan el sentido de comunidad y los armonizan con el destino del paisaje, de la región, del suelo y de sus aguas, de las aguas y sus suelos, para finalmente consumirse en un altar donde se comulga la raza con su espacio y su tiempo en la Tierra. Justamente el día después tomo nuevamente consciencia de la gracia, de la gracia de estar vivo y ser consecuente al destino aquel que fue diseñado en el día anterior a la posibilidad de ser gestado, aquel mismo que fue escrito y estampado en el libro de la vida y que hecho hoja se transformó en brote del propio árbol de la vida dándome lugar para el don expresado como savia, como raíz, como fruto, como rama, como hoja, ¿qué importancia tiene?, me alcanza con ser fragancia tras la lluvia y percibir que estoy siendo fiel intérprete de lo que me fue dado. El día después aún respiro, siento que el alma vibra aún en este cuerpo y percibo el reflejo que emana el aura, la mía, la propia... siento que mi espíritu está en armonía y que vibra acorde al conjunto de esferas que sostienen a la consciencia y a mi ángel... entonces doy gracias por aquellas concedidas. Me apabulla el hombre y sus limitaciones ante lo que le propone el Señor de las Esferas, ése que solía proveer anillos para descubrir portales que ahora se hallan sellados a las almas densas, transientes sin oráculos y sin fuentes, desconocedoras de los oasis y sus manantiales, despreciativas de las esencias que producen las arenas y sus paisajes cambiantes... veo espíritus que han perdido el sentido de las estrellas y se consumen en rutinas de vanidades y de cosas superfluas. Lo importante ha dejado de serlo para verse cercado por la comodidad y lo intrascendente, por el placer rápido y por la reflexión de biblioteca donde el título se convierte en paradigma de los vacíos de neuronas ociosas que compran reflexiones para no tener el trabajo de producir las propias. Justamente el día después me encuentro a mí mismo esperando el propio despertar, sabiéndome palabra en silencio, reconociéndome como silencio de pronunciamientos largos, descubriéndome como verbo causal de mi propio existir para el cual se me concedió un tiempo respirable del que debo hacer honor y culto, oración y huella hasta que la sombra se funda con su espíritu justo en el umbral del recuerdo olvidado. El día después descubro que aquel paso lejano por Japón fue una gracia que enseña de cara a la eternidad... la llave está en ser armonía confluyente con la circunstancia que se proporciona, conjunción de una mística que diseña un pentagrama de alocados tonos que desafinan para el otro pero se armonizan en la humildad de la gracia. Justamente el día después descubro la importancia de amanecer liberado de cuerpo, pleno de espíritu, cubierto por la humildad que confiere el manto y sumido en la inocencia de aceptar con verdadera resignación aquello que las convergencias brindan. Justamente el día después hallo que amanecer es nacer, nacer es hacer, hacer es crear, sumar, agregar, contribuir, diseñar, construir, posibilitando que los sueños se unan en eslabones de eternidad que comulguen con la permanencia de la idea... somos un reflejo de la idea pretendida y nos volvemos destello justo cuando la idea se hace esfera. Marzo 13, 2011.-
DEDICADO A: Japón y al devenir que se anuncia para el hombre en el fin del quinto del SOL.

"... soy SOL de mi ayer y pradera de mi mañana sin tiempo, cuando dejas de ser color comienzas a ser luz".

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