miércoles, 1 de diciembre de 2010

ENTREGAS

EVANGELIO
Mt 15, 29-37
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.



Jesús llegó a orillas del mar de Galilea y, subiendo a la montaña, se sentó. Una gran multitud acudió a él, llevando paralíticos, lisiados, ciegos, mudos y muchos otros enfermos. Los pusieron a sus pies y él los sanó. La multitud se admiraba al ver que los mudos hablaban, los inválidos quedaban sanos, los paralíticos caminaban y los ciegos recobraban la vista. Y todos glorificaban al Dios de Israel. Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: "Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, porque podrían desfallecer en el camino". Los discípulos le dijeron: "¿Y dónde podríamos conseguir en este lugar despoblado bastante cantidad de pan para saciar a tanta gente?". Jesús les dijo: "¿Cuántos panes tienen?". Ellos respondieron: "Siete y unos pocos pescados". Él ordenó a la multitud que se sentara en el suelo; después, tomó los panes y los pescados, dio gracias, los partió y los daba a los discípulos, y ellos los distribuían entre la multitud. Todos comieron hasta saciarse, y con los pedazos que sobraron llenaron siete canastas.

el dispensador dice: cuando tu pides una gracia, condicionas las consecuencias de ella, indefectiblemente. Aquel esfuerzo que no hagas te será reclamado, y del mismo modo aquella voluntad que no expongas de tu parte, también te será reclamada. Las gracias son actos divinos, genuinamente místicos que establecen puentes entre la FE de una persona y su Dios o alguna de sus formas o manifestaciones... si recorres dichos puentes con humildad, pero al recibir la gracia, asumes las consecuencias con soberbia, dicha gracia te será reclamada ya que la justicia divina incluye al hombre y su tránsito por la vida. Siempre hallarás una miga de pan en tu camino... puedes comerla, puedes compartirla o puedes dejarla para quien te sigue. Parece simple, pero la decisión que tomes respecto de la miga revela la calidad de tu alma y qué es lo que realmente sientes por aquel que llamas tu Dios. Del mismo modo con los dones que has recibido... si los dilapidas, los desprecias, no los cultivas, los abandonas, los omites, se van secando hasta evaporarse, definiendo cuánto tienes de voluntad y cuánta es la envergadura del esfuerzo que estás dispuesto a hacer. Todo aquello que se obsequia gratuitamente, debe ser ofrecido a otros del mismo modo, para enaltecer la gracia de la vida que nos ha sido concedida. Pequeñas cosas hacen luminosos a los hombres y sus auras, aún cuando ante los mezquinos puedas aparecer como un canario. Diciembre 01, 2010.-

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