miércoles, 20 de octubre de 2010

CIRCUITO DEL CERRO - CONFESIONES



el dispensador dice: Salta está rodeada por cerros y un paisaje propio del monte en altura. Las áreas desérticamente hermosas se extienden más lejos, más arriba, enseñando escenarios semejantes a paraísos a escala, donde girar la cabeza y enfocar la mirada brinda imágenes que no se despegan más del alma. He vivido circunstancias semejantes en Alemania, en Holanda, en Austria, en España, en Brasil, en Colombia, en México, y en África... en tal sentido, debo reconocer que muchas son las gracias que he recibido. Nunca me he preguntado los por qué, simplemente los he transitado agradeciendo lo concedido. Aquí, medio retirado, transitando mis incesantes búsquedas de paz en mi propia alma y en el ámbito que me rodea, sumido en mis propios silencios y reducido a mis propios pensamientos, suelo recorrer un circuito extraño que se fue diseñando solo (¿solo?)... Alguien me habló hace muchos años de la Virgen del Cerro, y a pesar de estar dicho cerro pegadito a la ciudad, cercano al lugar donde vivo, no me orientaba bien... incluso no son pocas las personas que ubican el lugar como medio inaccesible y distante. Finalmente un día, hace muchos años (¿10?) decidí "descubrir" el origen de un llamado íntimo. Suelo atender minuciosamente las voces que me acompañan desde siempre... guardo motivos suficientes para sostener esta conducta. Tomé el colectivo (ómnibus) indicado y llegué a escasas cuatro cuadras del pié del cerro... Caminé ascendiendo rodeado por casas de un barrio que por entonces terminaba abruptamente, abriendo una senda densamente selvática. Mi primera sorpresa fue hallar el Santuario de Schoenstatt, envuelto en la espesura, entre jardines dignos de la propuesta... Quedé absorto contemplando semejante estancia, propia de espíritus y almas buscadoras. El Santuario, idéntico al de Florencio Varela, o el de La Plata, que saben bien de mis inclinaciones, me abrió su puerta y me sorprendió con sus fragancias, en soledad absoluta, convocante. Allí permanecí un lapso prolongado dejando mi rosario flotando en el recinto... estábamos cerca de la Navidad y era un momento apropiado para hacerlo (siempre lo es). Al salir del Santuario, la senda pedrogosa presentaba dos alternativas para la ascención a pié, subir por una picada dentro del monte, muy empinada, o hacerlo mediante el camino de ripio mejorado... la subida demanda tres kilómetros que demoran unos sesenta minutos andando lento, tengo muchos dolores en la espalda que me siguen donde quiera que vaya. Lentamente fue abriéndose un paisaje de selva con aves invitantes y flores llamativas, como para evitar los miedos, esos que nunca tuve. Vuelta para aquí, vuelta para allá, giro a la derecha y a la izquierda, todo eso en medio de visiones increíbles propias de distancias desde las alturas... y llegué, envuelto en perfumes que no sabía de dónde provenían, ¿perfume del monte?... quedé subyugado por este nuevo Santuario. No había nadie, apenas algunos aguiluchos girando en la altura. Allí, entre cuatro paredes de piedra permanecí recuperando mi aliento y pensando que el esfuerzo había valido la pena. Lo que sucedió es indescriptible, tanto como íntimo, por lo cual debe ser guardado en silencio. Ascendí tantas veces desde entonces que ya no recuerdo cuántas, tampoco tiene importancia. Con los años descubrí que la Medalla Milagrosa, a unas cuantas cuadras antes, incluida dentro de la ciudad, es parte de ese mismo circuito. Comienza allí en la Avenida de los Reyes Católicos, se asciende hasta Schoenstatt (segunda estancia) para luego encarar el paso hasta la cima, lugar revelador si los hay. Los sábados suelen autoconvocarse miles de peregrinos que acuden a un llamado interno... He hablado con muchas personas que llegan al lugar y las experiencias son diversas, tanto como para reverenciarlo y no omitirlo. Con los años descubrí santuarios consonantes en Cafayate, en Santa Rosa de Tastil, en San Pedro de Colalao, en Colalao del Valle, en Amaicha del Valle, y en lugares que prefiero mantener en reserva, por lo que significan y por lo que contienen. Existe una geometría del pensamiento místico, dicha geometría es multidimensional y tiene conexiones que son invisibles, pero pueden ser sentidas, claramente identificadas. Entiendo que funcionan como portales, ventanas al espacio-tiempo que no es éste, el de la vida densa en los tiempos respirables. Indudablemente dichas ventanas conducen a cada espíritu a su propia esperanza, revelándole el sentimiento que se busca, que se pretende, que se pide, y puede ser recibido como gracia, tanto como uno lo reverencie, lo cultive, lo ame y lo contenga. Este vínculo instala sentidos y sentimientos que expresan un llamado a la gloria por lo divino, al reconocimiento eterno de que somos gracia en vida, legado de dones y habilitación de talentos para un fin propio de la comunidad, esto es la intención de comprender al prójimo en su esencia, de ayudarlo a trepar la cuesta... en la cima de cerro me ha quedado claro que compasión, misericordia y solidaridad no son palabras de domingo, tampoco de sábado, mucho menos de iglesias o templos. Este triángulo es propio de las almas. Si no anida allí, no lo hará en ninguna parte... y las diagonales no son otra cosa que las propias manos. Alcanza con saberse incluído en la esfera que todo lo contiene para vibrar al unísono y saberse reconocido por el sí mismo intangible, ese que nos ve permanentemente, ese mismo que no podemos ver, pero que sí está y puede ser sentido, afinando los sentimientos claro. Octubre 20, 2010.-

IMAGEN
http://www.panoramio.com/photos/original/3573737.jpg
Schoensttat abriendo el camino


IMAGEN
http://www.incaucaturismo.tur.ar/images/virgen-cerro-salta-492x366.jpg
la cima de los rosarios


IMAGEN
http://images03.olx.com.ar/ui/2/32/42/35253042_1.jpg
la virgen del cerro

"Nuestra habilidad en la vida consiste en unir el cielo con la tierra, y ello es plenamente posible. Debe revelarse en los actos. Cuando se separan los ámbitos, se consume la vida"...

No hay comentarios: