domingo, 2 de mayo de 2010

DEL FRÍO VENIMOS


La fina capa de hielo y moléculas orgánicas descubiertas recientemente en un asteroide de gran tamaño ubicado entre Marte y Júpiter, el 24 Themis, fue publicada en la revista británica "Nature" y despertó expectativa en la comunidad científica de todo el mundo.

El hielo de un asteroide sería la clave para el origen de la vida

La fina capa de hielo y moléculas orgánicas descubiertas recientemente en un asteroide de gran tamaño ubicado entre Marte y Júpiter, el 24 Themis, fue publicada en la revista británica "Nature" y despertó expectativa en la comunidad científica de todo el mundo.


"El hallazgo abre un gran interrogante respecto al origen del sistema solar", dijo a Télam la astrónoma Romina Di Sisto, del Observatorio de la Universidad de La Plata.

Según su opinión, "es una verdadera primicia para la astronomía, que impulsará nuevas investigaciones en torno a la pregunta que la humanidad se hizo a lo largo de todos los tiempos: el origen de la vida".

Hasta hoy "los expertos suponían que en los asteroides había hielo, pero las recientes investigaciones llevaron a descubrir mucho más de lo que se esperaba encontrar", señaló Di Sisto.

Ahora los expertos dan crédito a las hipótesis que se basan en que el agua de los océanos pudo haber llegado al planeta hace millones de años, tras un bombardeo de cuerpos celestes como el 24 Themis, que mide 200 kilómetros de diámetro y, respecto al sol, está tres veces más lejos que la Tierra.

Desde 2002 a 2008 fue observado con un telescopio de infrarrojo del observatorio de Mauna Kea (Hawai), donde el análisis de su luz permitió identificar la composición de la superficie del Themis.

Di Sisto, docente de la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de la UNLP e investigadora del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONICET), dijo que "hay una reformulación de los conceptos sobre el sistema solar".

"La discusión ya fue planteada el año pasado en Río de Janeiro, por Javier Licandro, uno de los astrónomos del equipo de Humberto Campins, de la Universidad de Florida Central, que halló hielo en el Themis", señaló Di Sisto.

Durante la reunión de la Unión Astronómica Internacional de Río de Janeiro en 2009, Licandro dio por sentado "la existencia de agua en los asteroides y que no estaba definido si algunos de esos objetos eran asteroides o cometas", recordó Di Sisto.

En un artículo de su autoría, la científica define a los asteroides como cuerpos sólidos pequeños que se concentran en un cinturón entre las órbitas de Marte y Júpiter y que en general son rocosos, algunos metálicos y los más alejados del sol son ricos en agua, materiales volátiles y carbón.

En cambio, "los cometas, como se formaron lejos del sol, son objetos congelados, contienen principalmente hielo de agua y en menor proporción otros materiales volátiles, como dióxido de carbono y monóxido de carbono".

"Los cometas permanecen sin actividad lejos del sol, pero cuando se acercan a él subliman sus hielos y producen la conocida cola del cometa”, añade el trabajo de esta investigadora.

El descubrimiento de hielo y moléculas orgánicas en el 24 Themis corresponde a dos equipos de científicos, que trabajaron en forma independiente, de universidades estadounidenses.

Uno de ellos, integrado por Andrew Rivkin, de la Universidad Johns Hopkins, y Joshua Emery, de la Universidad de Tennessee, y el otro, liderado por Campins, miembro de la misión Marco Polo.

Campins es profesor universitario y muy conocido por su experiencia en asteroides, a través de los que busca revelar los secretos sobre el origen del Sistema Solar.

Para el experto, "el conocimiento detallado de la superficie de un asteroide podría decirnos mucho sobre cómo se formó el sistema solar y qué significa eso para nuestro futuro".

Muchos expertos estiman que el agua de los océanos de la Tierra debe haber provenido del exterior en algún momento, posiblemente de asteroides o cometas.

Pero hasta el descubrimiento de la fina capa de hielo observada en el 24 Themis no habían podido comprobar la presencia de agua en asteroides.

La sorpresa fue por la inesperada extensión del hielo en la superficie del asteroide, ya que los expertos suponían que debido a la cercanía con el Sol el hielo debería haberse evaporado luego de miles de millones de años, a pesar de temperaturas de hasta 123 grados bajo cero.

Por eso, lo que queda de hielo es en su mayor parte un misterio, concluye el artículo de Nature.
TELAM

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