miércoles, 19 de mayo de 2010

ANTÍPODAS


Evangelio: Juan 17,11b-19
"Que sean uno, como nosotros"

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: "Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que ellos mismos tengan mi alegría cumplida. Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo. Y por ellos me consagro yo, para que también se consagren ellos en la verdad."

el dispensador dice:
el viento que sopla en el otro lado del mundo,
influye en el aire que respiras,
tanto como nutre de humedad a la flor que aprecias...

el Sol que ilumina el otro lado del mundo,
influye en la calidad de tus sueños,
brindando energías a tu reposo...

la Luna que cursa sobre el cielo del otro lado del mundo,
influye en las fuerzas que reposan sobre ti,
facilitando el navegar por aguas tranquilas,
o empujándote hacia otras turbulentas...

así, la mariposa que vuela en los bosques de China,
agita la brisa que corre por las pampas,
alentando a que baje la temperatura, modificando las sensaciones...

todo aquello que sucedió alguna vez,
flota eternamente en las energías del aire respirable...

todo aquello que aún no sucedió,
espera por su tiempo de inserción y contribución...

todo aquello que está sucediendo,
se produce como consecuencia a la sumatoria de sucesos previos,
concurrentes y confluyentes,
convergentes hacia nuevos momentos e instantes...

pero más allá, aquello no ves, también está presente...
el dispensador: antípodas del pensamiento. Mayo 19, 2010.-
DEDICADO A: los que transitan sus tiempos, atentos a las confluencias de las energías que no ven.

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