viernes, 10 de julio de 2009

álamos centenarios



dos siglos y más de álamos centenarios...
camino polvoriento hacia la Banda de Arriba.
Regresando la mirada, el SOL te viene siguiendo,
para decirte que el camino es largo,
sinuoso y por momentos, muy peligroso,
con hondonadas profundas,
arenas, yesos, aires, perfumes y silencios,
loros de plumajes verde-azulados, amarillos-rojizos,
que te saludan para que no olvides su paso...
amo la senda extensa, donde el viñedo es savia de esfuerzos,
miradas sabias, sapiencias de suelo y piedra...
cuando comienzas a ascender te das cuenta
que es mejor contemplar el mundo desde lejos,
donde todo parece armonía, riqueza, querencia...
desde allá arriba todo, todo se muestra mejor,
prefiero escuchar las conversaciones de las cabras,
ovejas, equinos, asnos, que no saben de mentiras,
prefiero detenerme a oír las conversaciones de las aves,
jugueteando entre cardones, cedrones y espinos...
zorros, hurones, ikinos,
compartiendo la naturaleza, soportando el frío,
bellezas de vertientes heladas, rocas arrumbadas,
bajo un orden que las hace desordenadas,
alguien lugareño agradeciendo el vino con el que mitiga el hambre,
se adentra en el sueño, ahoga la pobreza, burla el descuido,
disimula el olvido...
entre piedra y cardón, seguro hallarás un amigo,
no habrá conveniencias, apenas pretenderá una mano sincera,
quizás una tortilla de grasa, o un poco de abrigo...
miralo a los ojos, siempre, para que su alma
esté siempre contigo.
Verás entonces que los hermanos no los hace la sangre...
los hace el ojo franco, el alma pura, y la mano abierta.
el dispensador: camino a Yacochuya, más allá de la Banda de Arriba, donde las piedras están en sintonia con la historia perdida de los que hicieron sus vidas entre viñedos, allá en el Departamento de San Carlos, tierra de Agustinos. Julio 10, 2009.-
DEDICADO A: las almas de Cafayate, a mi querida Marita y su familia... y a Blanca Polop Etchart y su legado desconocido... que no apuraron los medios, que omitieron los tiempos, que no supo de descanso entre pacientes y despreciados, catástrofes y arrasados, genocidios y holocaustos, supo llevar en alto su cruz y su destino, como enfermera y monja sin hábito.

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